Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Puede ser para mejorar
2013-12-11 | 10:40:00
“Me da un condón”. Así dijo un muchacho en la farmacia con firme y clara voz. Cosa de nuestro tiempo es ésa. Antes llegaba uno a la botica – entonces no se llamaban farmacias- y le pedía en tono alto al boticario: “Me da unos cigarros”. Y luego, bajando la voz: “Y un condón”. Ahora es al revés: los jóvenes solicitan en voz alta: “Me da un condón”. Y luego, en voz muy baja, avergonzados: “Y unos cigarros”.

Así, aquel hombre joven pidió con naturalidad un condón en la farmacia. “Lo siento –le dijo el farmacéutico-. Se nos acabaron los de color blanco. Tenemos solo condones negros, otros de color rojo con puntitos morados, y unos amarillos con rayas verdes y triángulos anaranjados”.

“Caramba –vaciló el muchacho-. Bueno, deme uno negro”. La siguiente escena de este chiste sucede 10 años después. Un niño negrito se acerca a su papá, que lee su periódico en la sala, y le pregunta: “Papi: ¿por qué tú y mi mamá son blancos, y yo soy negro?”. “Hijo mío –suspiró el señor-. Y da gracias al Cielo de que no eres rojo con puntitos morados o amarillo con rayas verdes y triángulos anaranjados”…

Una mujer de las de cuerpo fácil le dijo al médico de la seguridad social: “Estoy embarazada”. “Debe usted ver a un ginecólogo –le aclaró el facultativo-. Yo soy especialista en Medicina del Trabajo”. “Precisamente –replicó la mujer-. Mi embarazo es producto de un accidente de trabajo”…

Ofender a un hombre es malo. Injuriar a una mujer es peor. Pero agraviar a una flor no tiene perdón de Dios. Ofrezco una disculpa a las gardenias de Acaponeta por haber dicho aquí que las gladiolas son la flor emblemática de ese lugar hermoso, siendo que el gran orgullo de sus habitantes son las gardenias, cuyo aroma llega por el norte hasta Mexicali, y hasta Guadalajara por el sur.

Espero que las gardenias me perdonen, y que no me nieguen su perfume y su color cuando tenga yo la dicha de regresar a Acaponeta, cuyo paisaje me llenó los ojos y cuya gente me llenó el corazón…

¡Ya escribí el Chiste más Pelado del Año! Lo publicaré el día 31 de este mes. ¡No se lo pierdan mis cuatro lectores! La aparición del dicho cuento hará que se cimbre desde sus cimientos la moral de la República...

Yo tengo opiniones acerca de todo, pero me abstengo de decirlas para poder cambiarlas en caso necesario. Sobre la reforma energética me atrevo a opinar que significa un avance en el camino que se debe recorrer para quitarle al petróleo su carácter de sagrado y hacer de él un bien cuya extracción y venta se conviertan en beneficio real para los mexicanos.

Pienso que desde hace mucho tiempo PEMEX tocó fondo en los cenagales de la ineficiencia y de la corrupción, y que cualquier cambio que se le haga, aunque lo sugiera Juan de las Cuerdas o Perico el de los Palotes, será para mejorar. Esperemos que las buenas intenciones plasmadas en la reforma no naufraguen en su reglamentación: tanto en las leyes como en los contratos Dios está en la letra grande, y en las letritas pequeñas está el diablo…

Don Sinople Gules, el encopetado esposo de doña Panoplia de Altopedo, iba por la calle cuando se le acercó Pepito y le preguntó ceremoniosamente: “Caballero: ¿podría usted decirme qué horas son?”. Consultó don Sinople el reloj de bolsillo que llevaba pendiente de una leontina de oro y le respondió con afabilidad: “Falta un cuarto para las 2, buen niño”.

“Gracias –dijo entonces Pepito-. A las 2 en punto me hará usted el favor de besarme el c…”. Así diciendo el bribón chiquillo escapó a todo correr. “¡Vive Dios! –clamó don Sinople con iracundia ignívoma-. ¡Esta infamia no se va a quedar así!”. Y blandiendo su bastón de junco a modo de arma ofensiva corrió tras el mocoso a fin castigar su badomía.

Lo vio su convecino, el vizconde de Ambosojos, y le preguntó: “¿Qué le sucede, amigo mío?”. Contestó don Sinople: “¡Un muchachillo me dijo que a las 2 en punto le besara el c…!”. “¿Y por qué corre? –interrogó el vizconde, cachazudo-. Todavía faltan más de 10 minutos”… FIN.







mirador

armando fuentes aguirre


Hu-Ssong, filósofo oriental, les hizo una pregunta a sus discípulos:

-¿Qué es la riqueza?

Respondió uno:

-Es el dinero.

Opinó otro:

-Es el ganado.

Juzgó un tercero:

-Son las tierras.

Contestó uno más:

-Son los palacios y las casas.

Habló Hu-Ssong y dijo:

-Esas son riquezas engañosas. La verdadera riqueza es lo que te queda después de haber perdido todo tu dinero y todas tus propiedades.

¡Hasta mañana!...



manganitas

por afa


“…Diputados y senadores se insultan…”.

Como en una vecindad

se gritan: “¡Bruto!”. “¡Bribón!”.

“¡Traidor!”. “¡Cobarde!”. “¡Ladrón!”.

(Y todo eso es la verdad).

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