Por Catón
Columna: De política y cosas peores
De todo se salen
2013-12-06 | 10:27:44
Cuando nació Pepito el médico le dio la consabida nalgada. “¿Por qué me pega? –le reclamó Pepito-. ¡Yo no me metí ahí!’’...
Al peluquero le llamó la atención ver que su cliente, un hombre de edad madura al que nunca había visto en su establecimiento, tomaba un ejemplar de la revista Playboy para leer mientras él le cortaba el pelo. Más aún le incomodó advertir que el hombre ni siquiera respondía a sus intentos de entablar conversación, ocupado como estaba en contemplar con delectación morosa las figuras femeninas que venían en las páginas de la revista.
Se volvió el peluquero a tomar un peine, y cuando regresó junto a su cliente se dio cuenta, indignado, de que éste había metido las manos bajo la sábana, y con ellas estaba haciendo movimientos sospechosos. Ya no se pudo contener el fígaro.
Cogió la tabla en la que sentaba a los niños, y con toda su fuerza la descargó en el sitio preciso donde el sujeto tenía las manos. “¡Viejo cochino! -le gritó furibundo-. ¡A mi peluquería no viene usted a hacer esas cosas!’’. “¡Ay, maestro! –exclamó con pesadumbre el pobre tipo-. ¡Ya me quebró usted los lentes que estaba limpiando!’’...
La recién casada le dijo a su flamante maridito: “¿Y ahora cómo hago el almuerzo? No tenemos abridor de huevos’’...
El predicador dijo en su sermón, usando el lenguaje figurado, que había mil maneras de cometer pecados de la carne. Al final se le acercaron dos señoras. Le pidió una: “¿Podría darnos una lista de esas mil maneras, reverendo? Mi amiga y yo solo pudimos recordar 45’’...
Es una pena que el PRD haya renunciado a seguir en el Pacto por México. Desde luego esa pena es moderada. Nada de pegarse un tiro, ni de arrearse a maldiciones, ni de apedrear con suspiros los vidrios de los balcones.
¿Qué el PRD salió del Pacto? De todo se ha salido: en el PRD el único acuerdo posible es que haya desacuerdos. Pensé que los perredistas habían aprendido una de las lecciones básicas de la democracia: la del diálogo; la negociación; el dar para recibir en vez del sempiterno o todo o nada. Me equivoqué, igual que cuando predije la victoria de Napoleón en Waterloo.
La especialidad del PRD es el dogmatismo, gran vicio de la izquierda en todos los tiempos y todos los lugares. Ahora Peña Nieto tiene el campo libre para negociar con una sola contraparte: el PAN, y para conseguir con él una mayoría que le ayude a sacar adelante sus reformas.
Fuera de la mesa de las negociaciones, y reducido en el Congreso a su mínima expresión, le queda otra vez al PRD la calle, su palestra de siempre, que nada tiene que ver con la política y cuyas manifestaciones terminan siempre en frustración. Lamento que la dirigencia actual del PRD haya sido presionada hasta el objeto de renunciar a lo que apenas ayer defendía y elogiaba.
Considero que el hecho de que el partido del sol azteca haya salido del Pacto no hará mella en los propósitos de Peña Nieto de lograr la aprobación de sus reformas, y sí reducirá el margen de participación del PRD en cuestiones de la mayor importancia para México. Pero en fin, así son los perredistas. No cambian ni cambiarán jamás. Que no lo sepa Heráclito…
Se hablaba de hacer ejercicio para conservar la buena condición física, y los socios del club iban describiendo lo que hacían para mantenerse en forma. “Yo corro todos los días’’ –dijo uno. “Yo hago calistenia’’ -apuntó otro. “Yo practico aerobics’’ -declaró un tercero. “Pues yo -afirmó otro de los que ahí estaba-, todos los días toco 50 veces con los dedos las puntas de mis zapatos. Luego salgo de la cama y me los pongo’’...
Cuando empezó la tormenta eléctrica Babalucas se metió dentro de un clóset. “¿Por qué haces eso? -le preguntó su esposa. “Por los rayos’’ –contestó el badulaque con voz algo temblorosa.
“Vamos, vamos -lo tranquilizó ella-. No tengas miedo. Y no te metas en el clóset. Después de todo si un rayo te ha de caer, te caerá donde estés’’. “Sí -respondió Babalucas desde adentro del clóset-. Pero que al menos se tome la molestia de buscarme’’...
Aquel jubilado usaba un raro nombre para designar a su pensión. La llamaba “La regla’’. Explicaba: “Llega cada mes, y dura tres días’’... FIN.

Mirador
Armando Fuentes Aguirre
Es clara y honda la noche en el Potrero de Ábrego; semeja un mar de aguas quietas en el cielo.
Crepita la fogata. Cada hombre da sorbos en silencio a su mezcal. De repente nos llegan por el viento aullidos de coyote. Los perros, nerviosos, atisban la sombra y gruñen sordamente. Don Abundio arregla los pliegues del jorongo en que se envuelve, y rompe a hablar como si también él crepitara.
-La gente no sabe que el coyote es muy agradecido –dice-. Una vez puse una trampa en la labor. Cuando fui a revisarla había caído una coyota. Me dio lástima, porque a su lado estaban dos coyotitos, sus cachorros. Ella se me quedó viendo con ojos de mujer. Me acerqué y levanté el fierro que le cogía la pata.
La coyota se fue cojeando; volteaba de vez en cuando, y me meneaba el rabo. Un mes después iba yo por la loma y sentí un ruido. Era la coyota. Traía en el hocico una gallina. Vino como una perra mansa y me la puso en los pies, como regalo. Los coyotitos me hacían fiestas igual que si me conocieran.
Calla don Abundio. Callamos todos. Los jóvenes se miran entre sí, disimulando una sonrisa cómplice. Y es que no se le puede creer a don Abundio. Campesino viejo, cuando cuenta mentiras parece que está diciendo la verdad, y cuando dice la verdad parece que está contando una mentira.
¡Hasta mañana!...

Manganitas
por afa
“…No hay transparencia en México…”.
Lo supe en el cine ayer:
una dama gorda ahí
se sentó enfrente de mí,
y ya no me dejó ver.

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