No se debiera ser reiterativo sobre el serio problema que confrontan las autoridades de Veracruz sobre el violento desalojo que sufrieran maestros y estudiantes, la gran mayoría pertenecientes al sexo femenino, de la plaza Lerdo en la ciudad de Xalapa.
Es un tema obligado para los que entendemos este quehacer como una vocación que requiere compromiso.
La gran diferencia en las crónicas de los periodistas donde cada uno muestra sus principios e ideales, así como por otro lado, sus interesados compromisos. La gran diferencia establecida de cómo se debe ejercer este oficio primario de la libertad de expresión.
La sensibilidad y el profesionalismo de Magda Sayas y Amigzaday López dan cátedra de la obligación de los comunicadores de rendirle tributo de otorgar veracidad a sus lectores. Ellas mantienen un permanente reto ante la mediocridad existente y las medias verdades a las que nos tienen acostumbrados.
La tarea de disentir no es ningún caso en busca de algún beneficio material o personal. El trabajo de ser incómodos no trae consigo ningún privilegio.
El periodismo del silencio para no molestar a los políticos opacos y tramposos. No se puede callar ante los abusos y atropellos de los poderosos. Sería absurdo pedirles a los lectores que deban mantener la complicidad y resignación.
Es obligación como periodistas profesionales marcar los caminos que deben existir en la permanente batalla por dignificar la relación de la prensa con la sociedad y con el gobierno.

Actos de heroísmo

Es impresionante el número de evacuados de veracruzanos quienes han sido trasladados a refugios, son varios miles de personas. Lo más importante son las decenas de salvamentos de niños y gente de la tercera edad que corrían el riesgo de perder la vida .
Son gente humilde que se encontraban atrapados en los techos de sus hogares o cercados por las corrientes de las decenas de ríos que están desbordados. Son hechos de un gran heroísmo realizados por elementos de Protección Civil y de las fuerzas armadas, quienes operan desinteresadamente en la entidad.

Se apaga la guerra

Un extraño fenómeno que algunos analistas perciben es como se minimizó el problema nacional de los narcotraficantes con la multitudinaria protesta magisterial por la reforma educativa. Terminadas las fiestas patrias se corre el riesgo que el descontento de los docentes se potencialice y vuelvan a tomar el zócalo y las plazas públicas.
Si a esta situación se le agrega la tragedia que provocaron las tormentas que afectan a dos tercios de la nación, pareciera que los narcotraficantes se encuentran entre los damnificados. El único que se refirió a esta guerra fue el expresidente Felipe Calderón quien aseguró que el problema de México no son los narcotraficantes sino el narcomenudeo existente en las diferentes plazas del país.
Lo que si quedó claro es que el deslucimiento que tuvieron los festejos patrios no solo fue provocado por la tregua que dieron los maestros. Fueron los fenómenos naturales como el huracán Ingrid y la tormenta Manuel, quienes juntos al desacuerdo existente en área educativa se encargaron que tanto la ceremonia del “grito” como el desfile militar no tuvieran la vistosidad y la asistencia de otros años. Ni maestros y alumnos de la gran mayoría de las escuelas asistieron a la desangelada parada conmemorativa del 16 de Septiembre.
Veracruz tuvo que pagar la costosa factura climática con varios muertos.