Por Raymundo Jiménez
Columna: Al Pie De La Letra
‘El Chapo’, ganón
2013-07-18 | 09:20:10
La cacareada aprehensión de Miguel Ángel Treviño Morales, el famoso “Zeta 40”, ha despertado suspicacias no solo porque su captura fue difundida primero por publicaciones estadounidenses además de que en su detención no fue disparado un solo balazo –a diferencia del operativo montado contra Heriberto Lazcano, el capo fundador de Los Zetas, acribillado en octubre de 2012 en Progreso, Coahuila–, sino porque también su caída parece coincidir con el empoderamiento del Cártel de Sinaloa que lidera Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, considerado menos sanguinario, depredador y violento que el sucesor de “EL Lazca”.
Por si fuera poco, la forma tan relajada en que fue conducido a la SEIDO por elementos de la Marina Armada de México, que inclusive lo llevan sin esposar, ha hecho suponer que la aprehensión de Treviño habría sido pactada tal como sucedió el sexenio anterior con otros capos del narcotráfico, entre ellos Édgar Valdez Villareal, “La Barbie”, detenido por la Policía Federal en agosto de 2010, entre los límites de los estados de Morelos y Guerrero, también sin disparar un solo tiro.
Al ser presentado a los medios de comunicación, “La Barbie” hasta posó sonriente para las cámaras de prensa y televisión.
Con la captura de Treviño aparentemente se descabeza al Cártel de Los Zetas, el principal grupo delictivo que compite con la organización del “Chapo” Guzmán, el cual ha resultado ser el más beneficiado con los golpes asestados al narcotráfico en este primer semestre de la administración priista del presidente Enrique Peña Nieto.
Y es que hace apenas un par de semanas, con la detención de Daniel García Ávila, (a) “El Danny”, líder del autodenominado Cártel del Poniente, las fuerzas federales lograron en solo seis meses desarticular en 70 por ciento esa organización que dominaba Gómez Palacio, Lerdo y Torreón, municipios que comprenden la Comarca Lagunera de Durango y Coahuila. Sin embargo, la plaza pasó a manos de Los Cabrera, célula perteneciente al Cártel de Sinaloa.
Desde enero de este año, la policía estatal y efectivos federales fueron deteniendo a varios miembros del Cártel del Poniente: a Juan Antonio García, hermano de “El Danny”, que se encargaba de las operaciones financieras; a Gabriel Zúñiga Ovalle, jefe de sus “halcones”, y a su hermano Jacobo, jefe de sicarios y de los distribuidores de droga, así como al pistolero y escolta José Salvador Morales Cuevas. Además cayeron otros 45 operadores de la estructura del cártel y 300 narcomenudistas.
En ausencia de García Ávila había quedado como jefe del grupo Arturo Bardales Díaz, “El Alfa”, apoyado por su hermano Arturo Bardales “El Junior” como lugarteniente y Juan Bananas como jefe de sicarios.
Un diagnóstico elaborado por coordinadores del Operativo Laguna Segura, consignaba hacia finales de enero pasado que el cártel del “Chapo” Guzmán estaba formando un cinturón de seguridad alrededor de Gómez Palacio y Lerdo para evitar que la gente de “El Danny” se expandiera al resto de Durango, dominado por Los Cabrera. El Cártel del Poniente fue obligado a replegarse, pero a través de mensajes en lonas se quejó de que las corporaciones policiacas estaban limpiándole el terreno al Cártel de Sinaloa.
Las fuerzas federales intensificaron sus operativos y el 21 de junio llegó un convoy con 300 efectivos de la Policía Militar. Entrevistado por la corresponsal de la revista Proceso, Patricia Dávila, un coordinador de esta corporación describió una de las consecuencias de estas medidas:
“Desde enero, cuando deshabilitaron a las policías municipales de Gómez Palacio y Lerdo por estar coludidas con García Ávila, tuvo que entrar la estatal para desarticularlos. El resultado fue que, con la protección de las corporaciones policiacas estatales, Los Cabrera empezaron a trabajar la plaza, aunque no ha sido muy evidente.”
–¿Las fuerzas federales también llegan en apoyo a Los Cabrera?, le preguntó la periodista.
–“Sí, sobre todo la Policía Federal, porque los militares no se metían tanto de un lado ni del otro. Hasta enero de este año Los Dannys (Cártel del Poniente) mantuvieron bajo su mando la operación del C4 (Centro de Comunicaciones, Cómputo, Control y Comando) de Gómez Palacio, Durango; ahora el control lo tiene el Ejército.”
Le explicó que los militares se concentraban en instalar retenes en los accesos Durango-Coahuila y Coahuila-Durango porque en Coahuila predominaban Los Zetas y había una rivalidad muy fuerte entre ellos y el Cártel del Poniente. Por lo tanto, la gente de Daniel García Ávila quedó entre dos fuegos: en Gómez Palacio y Lerdo enfrentaban a Los Cabrera, a la policía estatal y a la Policía Federal (PF), mientras que por Torreón trataba de evitar que Los Zetas se metieran a La Laguna. “Por eso el Cártel del Poniente se fue debilitando”, resumió.
Tras la detención de Treviño Morales habrá que ver ahora qué cártel toma el control de Tamaulipas y otras entidades del Golfo de México donde predominan Los Zetas. No vaya a ser que en 2016 “El Chapo” Guzmán termine poniendo hasta al próximo candidato del PAN a la gubernatura de Veracruz, pues a uno de los aspirantes del blanquiazul se le atribuyen nexos con el capo del Cártel de Sinaloa desde su sospechosa fuga del penal de Puente Grande, Jalisco, en enero de 2001, al inicio del sexenio del presidente Vicente Fox.

El Lazca, caníbal
Por cierto, hablando de Los Zetas, la editorial Grijalbo está por sacar a la venta el libro “Los malditos. Crónica negra desde Puente Grande”, cuyo autor es el reportero michoacano Jesús Lemus Barajas, director del periódico El Tiempo de La Piedad, el cual permaneció recluido mil cien días, entre mayo de 2008 y enero de 2011, acusado de los delitos de delincuencia organizada y fomento al narcotráfico, en represalia por la investigación periodística que realizaba sobre las rutas del narco y una red de pederastas en las que presuntamente estaban implicados un diputado y un senador, ambos del PAN.
Durante su reclusión en Puente Grande, Lemus Barajas aprovechó para entrevistar a varios criminales. Uno de ellos fue Juan Sánchez Limón, quien había sido jefe de plaza de Los Zetas en Guanajuato y otras entidades, el cual proporcionó al periodista datos sobre una faceta singular del capo Lazcano. En el capítulo cuatro, titulado “Los caníbales”, se reproduce la siguiente charla:
“–¿Cómo era El Lazca en el trato con ustedes, su gente?
“–Es un tipo a toda madre. No anda con chingaderas, es estricto pero benevolente. Muy inteligente, tiene una memoria fotográfica…
“–¿No es cierto entonces lo que se cuenta del Lazca?
“–Sé que tiene un rancho con un zoológico, pero no he sabido que aviente a sus enemigos a los leones; a esos más bien los ejecuta en forma rápida. A sus enemigos más bien se los come él.
“–Los tortura mucho…
“–No, se los come. Lo que es comer. Tragar, pues, para que me entiendas.
“–¿Come carne humana El Lazca? –preguntó dudando a todas luces de la veracidad del comentario.
“–Lo he visto.
“–¿Tú has estado en reuniones donde El Lazca ingiera proteína humana?
“–He estado en reuniones en las que luego de enjuiciar a alguien y sentenciarlo a la pena de muerte, antes de ejecutarlo le ordena que se bañe a conciencia, incluso que se rasure todo el cuerpo, y lo deja que se desestrese por unas dos o tres horas; hasta les daba una botella de whisky para que se relajen mejor. Después ordena su muerte en forma rápida, para que no haya segregación de adrenalina y la carne no se ponga amarga ni dura.
“–¿Y a poco tú también has comido carne humana? –le pregunto, acosándolo un poco.
“–Sí –contesta enfático, sintiendo mi incredulidad–, cuando he estado en reuniones con El Lazca; como en tres ocasiones comí carne humana.
“–¿Cómo preparan la carne para comerla?
“–He visto que al Lazca le gusta comerla en tamales y cocida en limón, en tostadas, como si fuera carne tártara.
“–¿Qué parte del cuerpo es la que se come? –pregunto asombrado por el curso que ha tomado mi interrogatorio.
“–Sólo la nalga y el chamorro; de allí se sacan los bistecs para preparar la comida. Una vez estuvimos en una reunión en la que juntó a toda la gente; fue en una posada que se hizo en Ciudad Victoria, y esa vez se mandó hacer pozole y tamales. Los que cola¬boraron con la carne fueron tres centroamericanos que se pasaron de listos. A mí me tocó ver cómo los prepararon para ponerlos en el pozole y en los tamales (...)”

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