Listo el veredicto del Trife.

Dentro de los cerrados círculos donde se mueven los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se maneja que la elección del priísta Enrique Peña Nieto será revalidada, pero que será fuertemente cuestionada.
Te doy el premio, pero también te acuso de tramposo y te regaño como otro presidente más con fama de ilegítimo.
Como que es un script que se esta preparando con mucha mesura y hasta ciertos toques de delicadeza, donde se le da la razón a la grave impugnación presentada por los integrantes del de la coalición de partidos del Movimiento Progresista, pero al mismo tiempo advierten que las pruebas presentadas no son tan contundentes y precisas para no otorgar el triunfo al mexiquense Peña Nieto.
Le doran nuevamente la píldora a don Andrés Manuel López Obrador y reconocen al mismo tiempo los argumentos de desaprobación del Movimiento #Yosoy132. Es un juego de las dos balanzas de hacer la elección válida pero al mismo tiempo un severo toque de ilegalidad.
Lo que viene no es nuevo.
Vicente Calderón lo vivió en carne propia por la ilegal intromisión del entonces presidente Vicente Fox, en el proceso electoral del 2006.
El PRI ya tiene la experiencia de haberlo vivido, con el multimillonario gasto del Pemexgate, --que ahora le otorga como premio una senaduría plurinominal al eterno líder Carlos Romero Deschamps--, por los mismos motivos no le dieron importancia de pagar nuevamente, como en aquella ocasión, una elevada multa, la misma que tendrán que sufragar por las tarjetas de Monex y Soriana, si con ello garantizaban su retorno a Los Pinos. Sale barata la Presidencia de la República.
Cueste lo que cueste estaba pactado con anterioridad con el PAN el regreso al poder al PRI. Ese fue el acuerdo sexenal para que pudiera protestar en el 2006 como presidente Calderón Hinojosa, al entrar por la puerta de atrás.
De la misma forma que lo hará en su salida.
En el fondo hay una cierta venganza de un rencoroso calderonismo con el supuesto Nuevo PRI. Como una herencia maldita.
Es como sacarse la rifa del tigre lo que le otorgan al mexiquense Enrique Peña Nieto. La gigantesca deuda pública de la federación, la de los estados y ayuntamientos es histórica. El recrudecimiento de la guerra en contra del crimen organizado lo tendrán que pagar los priístas. Los pleitos internos del grupo de mexiquenses comandados por Luis Videgaray con los verdaderos dueños del PRI, que ya se apoderaron del poder legislativo, con Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón.
Saben unos y otros que el único que repartirá el pastel es el expresidente Carlos Salinas de Gortari, que ya colocó sus primeras cartas como Pedro Aspe en Relaciones Exteriores; a su sobrina Claudia Ruiz Massieu, en el IFAI; Emilio Lozoya Austin, en la que será la Comisión de la Anticorrupción, desaparecida la Secretaría de la Función Pública; Liévano Sáenz con un pie en Pemex, entre otros salinistas que llevan la misma herradura.
Pero fuera del gabinete y de los cargos públicos, la real fuerza del grupo de Salinas de Gortari se encuentra en el exterior, al concentrarse en los medios como Televisa de Emilio Azcárraga y la del hermano incómodo Raúl Salinas en la concesión a Ricardo Salinas de Televisión Azteca; en el dinero, con Carlos Slim, al entregarle durante su administración el mejor negocio gubernamental que era el de los Teléfonos de México y fue precisamente durante el salinato cuando se nombró a Elba Esther Gordillo, como propietaria del sindicato más numeroso del mundo, el de los maestros.
Para cualquier movimiento del aún candidato Peña Nieto tiene que ser autorizado por el gran gurú invisible de esa poderosa e influyente banda que tuviera sus inicios en el pequeño poblado de Agualeguas de Nuevo León. Esa es la razón por la que nunca el mexiquense adelanta nombres de futuros miembros de su gabinete, porque el visto bueno y palomeo está en otro lado.