La sombra y las especulaciones sobre un presidente interino que tranquilice el grave conflicto postelectoral fue el comentario político que dominó las mesas de café del pasado fin de semana.
Fue una propuesta del movimiento progresista con el fin de llegar a un acuerdo nacional y con ello inaugurar un nueva etapa de respeto a la Constitución y de limpiar la democracia a la mexicana.
La posibilidad del interinato presidencial cobró fuerza el pasado vienes, cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación hizo públicos los primeros acuerdos sobre el juicio de inconformidad iniciado por el Movimiento Progresista que se había infringido el Artículo 41 constitucional, donde se establecen que las elecciones deben ser limpias y auténticas, además de periódicas.
Con ello se dio inició a la controversia que derivará en la resolución definitiva sobre la validez de la elección presidencial que deberá realizarse antes del 31 de agosto. El primer acuerdo del Tribunal confirma la admisión de la demanda y reconoce como actor a la coalición de los partidos de izquierda.
El nuevo Congreso dominado por los priístas podría nombrar a una persona honorable como el presidente interino de México, --al igual que ha ocurrido en varios estados donde se elige a un gobernador sustituto--, que tendrá que convocar a nuevas elecciones en un plazo no mayor a los 18 meses.
Esta propuesta fue presentada por el candidato Andrés Manuel López Obrador, quien por primera vez acepta que sea otra persona que no sea él, el nuevo inquilino de Los Pinos. Un cambio radical sobre su intransigente posición de “Yo, o el diluvio”.
De acuerdo a las nuevas leyes de la reforma política el coordinador de la bancada del partido político que domine el Senado, sería el designado a ocupar de manera interina el cargo que actualmente ostenta Felipe Calderón. Esta situación ya despertó la ambición de grupos priístas quienes pelearán la próxima nominación en la cámara alta. Muy pronto empezaran a sentir las presiones los dos Yunes, Héctor y José, senadores electos del PRI por el estado de Veracruz, para que apoyen al que debe ser el nuevo pastor de la manada priísta
Lo que es la fragilidad de los principios y convicciones del político mexicano. Ante esta nueva posibilidad de obtener algún beneficio a corto plazo, hacen un lado la defensa de la elección que ganará de manera muy cuestionada el mexiquense Enrique Peña Nieto y se empiezan a mover sobre la persona del partido tricolor que ocupará este codiciado interinato.
Los nombres de Emilio Gamboa Patrón y de Cristina Díaz Salazar son los que agitan las ahora turbulentas aguas de la cúpula priísta, donde nuevamente figuran los dinosaurios salinistas encabezados en esta ocasión por el poderoso sonorense Manlio Fabio Beltrones.
Por obvias razones los cuadros peñistas de Luis Videgaray, Miguel Ángel Osorio Chong y Jesús Murillo Karam se oponen a la influyente dupla de los compadritos Gamboa Patrón y Beltrones Rivera.
El sueño de Josefina Vázquez Mota que fuera una mujer la que llegara a ocupar la presidencia de México está apunto de realizarse ya que existe una fuerte corriente a favor de la abogada de Nuevo León, quien ya ocupó de manera interina el cargo de líder nacional del PRI, o sea, que ya conoce como se maneja ser sustituta de un cargo de gran relevancia.
El que se encuentra en un conflicto de intereses es Pedro Joaquín Coldwell que no sabe por quien inclinarse, si por su segunda de abordo la ex alcaldesa María Cristina Díaz o por Manlio Fabio que fue él que lo propuso para que ocupara la presidencia priísta.
Las mujeres son mayoría en el territorio nacional y se pondría la moda política de contar con presidentas, un ejercicio que ya fuera impuesto en naciones importantes como Argentina, Chile, Costa Rica, Brasil y Alemania entre otros países.