A la política y los ciclos, parece que nadie le entiende, y más en México, luego de los noventa años de simulación, de los abusos de poder y de la corrupción extrema, que, junto con la impunidad, los gobiernos sexenales en la federación, estados y municipios, anduvieron por la libre.
Hasta que después del triunfo del PAN en el 2000 con Vicente Fox, la situación se agravó aún más, luego con Felipe Calderón, se dieron los escenarios de violencia insospechados y al llegar el fin del ciclo de noventa años con el hartazgo de los excesos y dilapidaciones estrafalarias del gobierno de Enrique Peña Nieto, se comienza una nueva era.
Ahora, con el triunfo de un partido joven como lo es Morena, con Andrés Manuel López Obrador que para acceder al poder presidencial no necesitó de acuerdos cupulares, sino únicamente del respaldo popular, en donde desde pobres, clasemedieros y hasta ricos se volcaron por el voto en favor del político tabasqueño, que como tsunami avasalló aquel histórico 1 de julio de 2018.
Después de las promesas, compromisos y ofrecimientos a las soluciones inmediatas de las graves problemáticas nacionales, AMLO, se puso a trabajar desde el mismo día de su triunfo electoral.
De nuevo hizo sus recorridos en diversos puntos del país, para consolidar un plan de desarrollo con un equipo de trabajo que ocupó lo que tenía, prácticamente en la metáfora de los desechos de guerra, integró un gabinete que se dio a la tarea de solucionar temas cruciales de corrupción en Pemex, CFE y en diversas áreas en donde poco a poco se ha ido avanzando.
Además, de echar abajo la famosa reforma educativa que se dijo confeccionada por personajes en los tiempos priistas con muchos defectos y omisiones de quienes además evidenciaron problemas hasta para leer desde el propio secretario de Educación que fue corregido por una niña de nueve años, “no se dice ler, se dice leer”.
Con el paso de los meses a la Cuarta Transformación de AMLO se le complican los escenarios políticos y bajo la lupa de propios y extraños, están todas las acciones y decisiones de su gobierno, que cuando menos a diferencia de los tiempos pasados se esmera en ahorrar y no en derrochar los recursos públicos.
Pero, hay quienes expertos en la administración pública acostumbrados a la abundancia y a vivir como verdaderos jeques árabes, se han opuesto a muchas medidas que pretenden dar equilibrio a las finanzas públicas.
Ya se cumplen los primeros ocho meses del nuevo gobierno federal en funciones, y la resaca se ha sentido sobre todo desde los recursos humanos utilizados y que no dejan de tener por lógica el corazón en el pasado y las manos también, a lo que el político tabasqueño ha instaurado una república con un modelo de administración de alto control en el uso presupuestal y con una ley de austeridad republicana, se está“con un ojo al gato y otro al garabato”, lo que ha propiciado las deserciones de funcionarios del primer nivel del gabinete y también algunos ceses necesarios.
Ahora se entra ya, en la recta final de un año difícil y se va para el verdadero balance de los aciertos y desaciertos, aunque todo supone que las resistencias seguirán haciendo mella al gobierno de la Cuarta Transformación, porque ha faltado el manejo de verdaderos políticos experimentados, que poco hacen para apoyar la tarea del presidente.
El esquema en general, ha sido de una autentica polarización, las puertas se cierran a unos y otros porque hay quienes, desde el priismo, PRD y diversos partidos se han querido meter a Morena y el presidente, les responde a los mensajes de quienes piden alinearse; “ya no”.
Otro de los esquemas de error, ha sido con la prensa en general, a la que se le cierran puertas y se les estigmatiza de enemigos, porque se mantuvieron sesgados en la lucha electoral de muchos años de López Obrador, y por eso son llamados los que estuvieron atentos a la lucha, pero también es cierto, se dejaron fuera a muchos que por años se rasgaron las vestiduras con los del poder del pasado y ahora no son invitados “a la mesa del señor”, y son muchos a los que les dejaron bailando solos.
El futuro de Morena, se está construyendo en el día a día, se trata que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, con alguna justificada razón rompió con el “librito” y está haciendo nuevos, sí los suyos, unos manuales que ayuden a ver hacia los pobres, a los que les habla con la verdad en sus reuniones, “para que por sí regresan les cueste trabajo quitar los avances de la Cuarta Transformación”.
También, es cierto en Morena se ha desatado una lucha infernal por la dirigencia nacional y hasta la sucesión presidencial y en entidades federativas de forma anticipada,y se muestran movimientos de grupos y ausencia de acuerdos para darle viabilidad al proyecto político de AMLO, que en la realidad no está sólido y las presiones como dicen de la derecha, se están acrecentando con la reagrupación clásica como lo decía Sun Tzu en el clásico “El Arte de la Guerra”.
La reflexión de los expertos es que AMLO está trabajando con intensidad, todos los días, pero no está dispuesto a llegar a los acuerdos con enemigos y detractores, esto como un principio de su filosofía personal de vida, como lo dijo, cuándo se fue a “La Chingada” su finca en Palenque, Chiapas, en diciembre pasado, al reconocer que es “tozudo”.
Los ideales de su mandato son buenos, aunque en la práctica los expertos y detractores lo ven como “la utopía”. Y es cierto AMLO se está tratando de desligar de los dueños del dinero, sí de los rectores de la humanidad, que han sido para muchos países el infierno, al condenarlos a vivir en la pobreza, explotación y opresión, por lo que, deben de emigrar como única salida de salvación a su sobrevivencia. Así las cosas.
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