Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
El operador electoral de AMLO
2019-01-21 | 08:01:01

De todos los exfuncionarios que en las últimas tres décadas han despachado como titulares de la Secretaría de Gobierno, quizá el más paranoico ha sido Miguel Ángel Yunes Linares.


Cosa de recordar, por ejemplo, que cuando al inicio de la administración del gobernador Patricio Chirinos, en diciembre de 1992, el entonces militante del PRI se hizo cargo de la Segob, todas las manifestaciones de protesta que se realizaban en la Plaza Lerdo de Xalapa y en el resto de la entidad se las quiso atribuir al patrocinio del grupo del exmandatario Dante Delgado Rannauro, lo que habría propiciado una fuerte discusión de Yunes con su compadre José Luis Lobato Campos, exsecretario de Educación de Veracruz y un dantista muy allegado y leal al exgobernante, quien durante ese sexenio optó por exiliarse del estado.


Por eso, el peor error que ahora podría cometer Eric Cisneros también como secretario de Gobierno de la administración que encabeza Cuitláhuac García sería incurrir en la misma actitud paranoica que hace 27 años enfermó políticamente a Yunes Linares, tanto, que terminó por descarrilar su proyecto político personal de suceder a Chirinos en la gubernatura luego de la desastrosa elección municipal de 1997 en la que como presidente del Comité Directivo Estatal del PRI todos los grupos del partido tricolor y de la oposición agraviados le cobraron las cuentas pendientes.


Y es que luego del reciente desaguisado que ocurrió en el municipio de Chinameca por el repudiado proyecto del relleno sanitario; del falso aviso publicado en un diario porteño con el que se pretendió involucrarlo en la contratación de activistas sociales, y ahora la denuncia de la dirigencia nacional del PRD que ha querido implicarlo en presuntas negociaciones corruptas con alcaldes del partido del Sol Azteca, lo más fácil para el número dos de Palacio de Gobierno sería endorsárselo al maquiavélico exmandatario estatal del PAN que no pudo heredarle el poder a su primogénito.


Porque motivos tiene para suponerlo, pues recuérdese que Yunes advirtió primero, ocho días después de la elección de gobernador, que “la historia no termina, la historia nunca concluye, la historia no se escribe en un día y en un solo acto; hay mucho por hacer, hay mucha historia que construir en Veracruz”, remachando con un “que quede claro: la lucha sigue”. Y luego, al final de su mandato, el 30 de noviembre del año pasado, el exgobernador de la alianza PAN-PRD se despidió con otro mensaje futurista: “Hoy dejamos el gobierno del estado, pero Veracruz requiere de hombres grandes y en 2024 lucharemos para que Veracruz tenga un gobernador a la altura de su grandeza”.


Ello explicaría que los misiles dirigidos contra Cisneros serían porque no sólo es el único funcionario estatal que está confrontando abiertamente al grupo yunista, sobre todo al fiscal Jorge Winckler, sino porque saben también que desde la Segob llevará la operación electoral, encomienda que recibió directamente de Andrés Manuel López Obrador y por la que retornó a Veracruz desde la elección federal de 2015.

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