Decíamos en otra colaboración: “La rebelión en la granja ocurrida en el país vecino (… ) marca un hito para el desenvolvimiento económico mundial y la manera como se resuelvan los problemas geopolíticos en el mundo”.
Hoy que ya ha asumido Trump el poder en los Estados Unidos y que ha tomado decisiones fulminantes, como la salida del acuerdo transpacífico, la abolición del sistema de protección a la salud y el inicio del proceso de revisión del tratado de libre comercio con México y Canadá, se hacen realidad las previsiones sobre una sacudida severa al sistema económico y al escenario internacional.
Trump se lanza contra el mundo, lo mismo contra la OTAN, la Unión Europea, China o contra el terrorismo islámico. Todo ello pone en peligro la paz mundial. En realidad, lo que está en juego es la repartición del costo de la crisis actual y la falta de salidas al declive económico mundial.
Cada quien quiere protegerse del derrumbe que se aproxima. Cerrar las fronteras es la respuesta más simple, pero por lo mismo la más fácil de entender por los electores de Trump. Y por los que apoyaron el Brexit en Inglaterra.
No obstante, en el fondo está el iceberg que no se alcanza a ver. El problema de la falta de crecimiento y desempleo no es privativo de los Estados Unidos. Es el sistema económico el que ha llegado a sus límites de reproducción.
Y el neoliberalismo como modelo económico depredador cumplió su misión. El libre comercio y la desregulación a ultranza fue la condición necesaria para la expansión del sistema capitalista en el mundo.
Ello permitió que el sistema penetrara a las regiones más apartadas de América Latina, África y Asia, así como que se elevaran a un primer plano las llamadas economías emergentes como China, India y Brasil.
Un efecto colateral fue la disminución de la importancia económica de los Estados Unidos y que se entronizara aún más el capital financiero, con la consiguiente concentración de la riqueza a niveles demenciales. Ello no implica que no habrá más depredación ni comercio injusto. Pero el modelo y las reglas cambiarán.
El desarrollo tecnológico disminuyó a niveles nunca vistos en la historia humana el papel del trabajo, que es la base de la valorización del capital y, por lo mismo, de la tasa de ganancia.
Las políticas proteccionistas no intentan sino proteger esa tasa de ganancia, como si fuera un problema exterior al propio sistema. Sin embargo, el mal no está afuera sino adentro de casa. Lo único que harán las políticas proteccionistas es prolongar la crisis, aunque llevándola a otro nivel.
Mientras tanto Trump librará su batalla contra el mundo y ello acarreará sufrimiento y zozobra planetaria. Contra México, en primer lugar.
Peña Nieto, después de los gasolinazos y la desangelada propuesta del Acuerdo para el Fortalecimiento Económico, llegó al punto más bajo de aprobación ciudadana y está imposibilitado para encabezar una respuesta eficaz y digna frente a los designios imperiales.
La designación de Videgaray al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores no significa sino la ratificación de la estrategia de sometimiento y de alineación a los dictados de Trump, emprendida meses atrás.
Se plantea una política colaboracionista semejante a la que aplicó el mariscal Petain frente a los alemanes, en la Francia derrotada de 1940: solicitar la clemencia del vencedor y su comprensión, en vez de enarbolar una política digna y patriótica.
Por ello resulta importante el abanderamiento de la defensa nacional que ha hecho Andrés Manuel López Obrador al proponer 10 acciones de aplicación emergente, como convertir los consulados mexicanos en defensores de los derechos de los inmigrantes, apoyar a la producción nacional, reactivar la industria de la construcción, construir refinerías, rescatar al campo, acudir a las instancias internacionales para evitar aranceles exorbitantes, entre otras.
Y por ello también es de resaltar el llamado a suscribir un Acuerdo Político de Unidad por la Prosperidad del Pueblo y el Renacimiento de México, al que convoca no sólo a los simpatizantes de MORENA, sino a toda aquella persona que, aunque haya pertenecido a cualquier otro partido, e incluso sin abandonar su actual afiliación, esté dispuesto a participar en un acuerdo desde abajo, desde la base popular, para iniciar la transformación del país y el cambio de régimen. Sólo así se podrá enfrentar con dignidad a Trump.
La firma de tal acuerdo se llevará a cabo en las capitales de las 32 entidades federativas. En Veracruz se suscribirá en su capital, Xalapa, el 5 de febrero en la Plaza Lerdo, a partir de las 4 de la tarde.
Es una iniciativa de largo alcance y de una bien pensada estrategia, a la que nos tiene acostumbrados el líder nacional de MORENA.
marco.a.medinaperez@gmail.com