Veracruz, de tragedia en tragedia. Los desaparecidos: una verdad soterrada. Las explosiones en Pajaritos es negligencia criminal. Con información puntillosa y puntual de Imagen de Veracruz, nos enteramos que el pasado viernes la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, al concluir una primera etapa de trabajos en nuestro estado, encontró en tan solo 15 días una misma cantidad de fosas clandestinas donde podrían encontrarse los restos de cientos de personas que tuvieron la mala fortuna de toparse con los malosos de las bandas de delincuentes que pululan por Veracruz o con las fuerzas de seguridad pública municipal, estatal o federal, que hacen las veces de comparsas de los malhechores o ellos mismos regentean o encabezan a los mafiosos delincuentes. La Brigada Nacional es una iniciativa de la sociedad civil, formada por ciudadanos provenientes de diversos estados que, en la desesperación por encontrar a sus seres queridos, se han organizado y han tomado en sus manos la búsqueda de sus familiares, habida cuenta que no han encontrado respuestas de parte de las autoridades locales o federales. Sólo bastaron unos cuantos días para que esta brigada punzara un poco la superficie de Veracruz y brotaran cementerios clandestinos por doquier. Una realidad que es vox populi pero que los gobiernos en turno desconocen o no quieren reconocer. Si una brigada civil puede obtener tantos resultados en tan poco tiempo, ¿qué no podría obtener la autoridad judicial, estatal o nacional, si hiciera una búsqueda científica, sistemática y pertinaz para esclarecer tantos casos de desaparecidos en el país y en Veracruz? Los integrantes de la Brigada ya no piden justicia, encontrar a los culpables, sino simplemente dar con los restos de sus familiares, para tener la certeza de un destino truncado o restos calcinados para darles la sepultura que corresponda con sus creencias. A tal situación se ha llegado en nuestro país, de la cual Veracruz no sólo no es ajeno, sino que ahora está en la mira nacional. Con
1,550 casos de desapariciones oficialmente reconocidas, que según los expertos no representan más que una décima parte de las realmente existentes, Veracruz se ha colocado entre los primeros lugares donde se atenta contra el primer derecho humano, el derecho a la vida. Periodistas asesinados o perseguidos, jóvenes desaparecidos o reprimidos, universitarios que son atacados por el simple hecho de serlo, migrantes que desaparecen mágica y absurdamente, en fin, familias enlutadas o en plena desesperación por no tener ningún dato sobre el destino de sus hijos, constituyen un escenario de tragedias que se ve por todo Veracruz. Y vamos de tragedia en tragedia. Al cierre de esta columna se contaban ya 28 obreros muertos y sumaban decenas de heridos, resultado de las explosiones en la planta de clorados del complejo Pajaritos, otrora empresa estatal, ahora convertida en Petroquímica Mexicana de Vinilo, parte del grupo Mexichem, del multimillonario Antonio del Valle. Nuevamente los muertos los pone la clase trabajadora. Nuevamente se promete ir a fondo en las investigaciones y castigar a los culpables, aunque de antemano sabemos, como en el caso de los 43 jóvenes de Ayotzinapa, que se hará todo lo posible por ocultar la verdad y vendernos una “verdad histórica” a modo. Nuevamente las familias sufren por recuperar los restos de sus seres queridos. La gran tragedia de Veracruz es el abandono criminal del Estado de sus responsabilidades primarias, dar prioridad a las ganancias por encima de las medidas de seguridad, dejar que los tentáculos de la delincuencia y la corrupción envuelvan las instituciones y los asuntos públicos, en fin, privatizar los fines básicos del Estado. Ahora que debemos definir un rumbo para Veracruz, rompamos el círculo vicioso, no podemos seguir viviendo de tragedia en tragedia. Los electores tienen la palabra.
marco.a.medinaperez@gmail.com