Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
¿Únicos o divididos?
2016-01-08 | 09:01:46
Don Chinguetas se inquietó sobremanera cuando su esposa, doña Macalota, no llegó a su casa aquella noche. Su inquietud se convirtió en alarma cuando tampoco la siguiente noche apareció. Acudió entonces al cuartel de policía del barrio y le informó al oficial de guardia: “Mi esposa ha desaparecido”. El gendarme, que conocía a la señora, pregunto: “¿Y viene usted a que lo felicitemos?”. Grande fue su sorpresa cuando el marido respondió: “No. Vengo a pedirles que la busquen”. “Allá usted -se encogió de hombros el jenízaro-. Yo en su lugar iría a la iglesia a dar gracias a Dios por ese gran milagro, y luego me tomaría un mes de vacaciones en alguna playa para celebrar el acontecimiento. Pero en fin, haremos lo posible por encontrar a su mujer. Solo quiero advertirle: si la hallamos no admitiremos después reclamaciones por parte de usted”. Regresó don Chinguetas a su domicilio, y cuál no sería su sorpresa -frase inédita- cuando al entrar vio a doña Macalota en la cocina, dando buena cuenta de un gran plato de albóndigas en salsa de chipotle (del náhuatl “chilli”, chile, y “poctli”, humo; chile secado al humo). “¿Dónde andabas? -le preguntó, vehemente-. ¿Por qué faltaste de la casa dos noches seguidas?”. Contestó ella sin dejar de comer: “Fui secuestrada por una banda de siete forzudos hombres de muy bajos instintos. Me dijeron que los siete abusarían de mí repetidas veces, por riguroso turno, a lo largo de una semana”. Opuso don Chinguetas: “Pero han pasado solamente dos días. ¿Lograste escapar de esos bestiales individuos?”. “No -replicó doña Macalota-. Nada más vine a comer algo”. (Para agarrar fuerzas, supongo, y poder hacer frente al compromiso). En tratándose de la policía yo estoy a favor del mando único. Los mandos divididos no solo generan dispersión de fuerzas y mezquinas pugnas: también propician la corrupción. Por eso los hombres del mal -la expresión es de los Halcones Negros, héroes de mi niñez ávida de comics- prefieren que haya mandos múltiples, pues particularmente los de nivel municipal son fácilmente sobornables, y más susceptibles a las amenazas y al temor. Si hay que hacer cambios legislativos, aun de fondo, para implantar el mando único, háganse enhorabuena: las leyes deben responder a la realidad, y no ésta acomodarse a aquellas. Lo dijo Macrobio, jurisconsulto supereminente: “Leges bonae ex malis moribus procreantur”. De las malas costumbres surgen buenas leyes. Principio básico de guerra es que todo aquello que daña a mi enemigo me favorece a mí. Estamos en guerra con los hombres del mal -¡ah, los Halcones Negros!-, y ellos temen al mando único. Por ende. Un viajero llegó a cierto remoto pueblo en la montaña. Iba por la calle en busca de un hotel cuando vio algo que le llamó mucho la atención: todos los hombres corrían apresuradamente, como huyendo de un peligro grande, en tanto que las mujeres seguían tranquilamente su camino. Le preguntó a uno: “¿Qué sucede?”. Respondió el otro sin dejar de correr:
“¡Ahí viene el loco John! ¡Cuando lo posee la locura se arma con un filosísimo belduque, y a los hombres que tienen tres testículos se los corta sin ninguna compasión!”. El viajero, desconcertado, dijo: “Entonces puedo estar tranquilo. Yo tengo dos”. “De cualquier manera corra -le aconsejó el lugareño apresurando el paso-. John primero corta y luego cuenta”. Narró doña Madana: “Para perder peso me sometí a una dieta de ajos y frijoles. Lo único que perdí fue amigas”. Jactancio, sujeto elato, presumido, se topó con su amigo Timoracio, y lo vio inquieto y preocupado. “¿Qué te pasa?” -le preguntó. Respondió el otro: “Mañana me harán la circuncisión, y estoy nervioso”. “No te apures -lo tranquilizó Jactancio-. La circuncisión es cosa de cirugía menor. Lo único que hacen es quitarte el pellejito de la punta, y eso es todo. A mí ya me hicieron la operación, y no solo no me dolió nada, sino que además aproveché el pellejito que me quitaron”. “¿Ah sí?” -se interesó el amigo-. ¿Qué podré hacer yo con el pellejito que me quiten?”. “No sé en tu caso -respondió Jactancio-. Yo me hice una cartera, un cinturón, un portafolios, un par de botas, un chaleco y una gorra con orejeras”. FIN.

MIRADOR ›armando fuentes aguirre
Armando Fuentes Aguirre Un suceso doloroso enlutó al periodismo de Coahuila. En trágico accidente carretero murió con su esposa y sus pequeños hijos Lorenzo Cárdenas, corresponsal en Saltillo del Grupo Reforma. Fue él un periodista honesto y valeroso. A su talento añadió pasión por la búsqueda de la verdad. Libró el buen combate, para decirlo en frase bíblica que él conocía bien. En ocasiones los entrevistadores me preguntan cómo veo al periodismo de hoy comparado con el que conocí en mis tiempos. Respondo siempre que el ejercicio periodístico de ahora es mejor que el de antes: más libre, más apegado a la ética de la profesión. A ese periodismo fincado en principios y valores perteneció Lorenzo Cárdenas. A sus familiares y amigos expreso mi sentimiento por su pérdida. ¡Hasta mañana!... MANGANITAS ›por afa
“Una señora lloró en el avión porque un pasajero le dijo que su niño era la criatura más fea que había visto en su vida”. El sobrecargo, expedito, tranquilizó a la mujer. Dijo: “Le voy a traer cacahuates al changuito”.

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018