Por Catón
Columna: De política y cosas peores
No es un abismo a secas
2015-02-13 | 09:45:33
Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia
de la carne, le dijo a una chica llamada
Florimela: “Me gustaría que me regalaras
tu virginidad”. Ella, sonriendo, contestó: “Para
eso llegaste demasiado tarde”. “Está bien -se
resignó Afrodisio-. Entonces regálame por lo
menos el estuchito en que venía”...
El acróbata entró en su casa rodante y sorprendió
ahí a su esposa en coición adulterina
con uno de los enano del circo. “¡Inverecunda
fémina! -le gritó en paroxismo de furor-. ¡Infame
zorra, vulpeja sin pudor, etcétera! ¡Antier
te hallé yogando con el Gigante Matacuás;
ayer te pesqué en la cama con el trapecista, y
hoy te encuentro con el enano!”. Respondió la
pecatriz: “Como ves, le voy bajando”...
Un señor pasó a mejor vida. Su viuda le
guardó luto un tiempo razonable -cuatro
días- y luego se aplicó a la concienzuda tarea
de darle vuelo a la hilacha. Pocos años después
ella también se despidió del mundo. En el
cementerio una de sus amigas exclamó con voz
emocionada: “¡Al fin se juntaron!”. Preguntó
alguien, conmovido: “¿Ella y su esposo?”. “No
-aclaró la amiga-. Sus piernas”...
A aquella muchacha le decían “El semáforo”.
Después de las 12 de la noche ya nadie
la respetaba...
Cuando la economía norteamericana cae
en un bache, la de México se precipita en un
insondable abismo. Si fuera abismo a secas ya
nos la arreglaríamos, pero cuando se trata de
un abismo insondable la cosa cambia.
Cometimos un grave error, entre otros
muchos (1.987,554 hasta la hora de cerrar
esta edición): petrolizamos nuestra economía;
vale decir que la hicimos depender casi
totalmente del petróleo. Y ya se sabe que ese
bien está sujeto a tantas eventualidades que
con frecuencia se convierte en mal.
Ahora, con el precio del barril de petróleo
por los suelos, la economía del país anda por
los subsuelos. (Y para colmo hay que retornar
el barril). Se impone la austeridad en el gasto,
aunque eso no lo entiendan quienes viven
y medran a la sombra del erario, como los
partidos políticos, los llamados representantes
populares y la profusa burocracia electoral.
No esperemos a que la situación se agrave
aún más. Tomemos medidas inmediatas
para hacer frente al temporal. Por mi parte
he renunciado al refresco (sabor de ponche
tropical) que acostumbraba en la comida, y
en adelante compraré solamente música de
cámara -tríos y cuartetos-, no ya de sinfónica
completa. Así contribuyo a la ímproba tarea
de salvar a la nación.
Un joven leñador se enamoró de la hija de
un minero que buscaba oro en las Montañas
Rocallosas. El genitor le dijo que sólo le daría
la mano de su hija si superaba tres pruebas:
debería beberse en una hora un galón de
whiskey de centeno; debería dar caza al puma
que merodeaba por el bosque, y finalmente
debería hacerle el amor a una osa salvaje que
tenía cautiva en una jaula de barrotes férreos.
El enamorado muchacho se aplicó de inmediato
a cumplir el tremendo desafío. Por
principio de cuentas se bebió de repetidos
tragos todo un galón de infame whiskey. Dijo
al final: “Supe que no tendría problema para
hacer esto: hoy en la mañana, antes de venir
aquí ensayé para calarme, y me bebí otros
cuatro litros. No tuve ningún problema”.
Luego el fornido leñador dio muerte al
puma. Lo hizo en forma por demás ingeniosa.
Le puso un montoncito de pinole. Cuando
el felino fue a oliscarlo para saber qué era,
el valeroso joven le introdujo en salva sea la
parte el palo de un escoba. Al sentir aquello
el puma hizo: “¡Hiiiii!”, y aspiró en manera
tal que se tragó el pinole y pereció asfixiado.
La tercera prueba, la que consistía en
hacerle el amor a la osa enjaulada, fue la más
difícil, pues al parecer la osa era señorita de
las de antes, muy decente, y opuso una resistencia
tenaz para no ver mancillada su virtud.
Aun así el muchacho triunfó en la arriesgada
empresa, y le hizo el amor cumplidamente a
la feroz plantígrada, si bien salió de la jaula
todo rasguñado, con la ropa hecha jirones y
los cabellos en desorden.
El minero quedó asombrado al ver el arrojo
y determinación del mozo. Le dijo lleno de
admiración: “Has cumplido las pruebas que
te puse. Ahora puedes casarte con mi hija”.
“¡Olvídese de su hija! -contestó respirando
agitadamente el joven leñador-. ¿Cuánto
quiere por la osa?”. FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Cuando caminas por la playa el
mar se acerca a verte.
Tiembla por el deseo de tu cuerpo.
El ruido de sus olas es rabia y
es lamento porque no te das a él.
Luego yo veo el mar en tus pupilas,
y hay en ellas una mirada de
reproche.
Por la noche me convierto en
mar y mi oleaje te acaricia. Tú te
entregas con el abandono de una
mujer que se suicida. Te tomo suavemente,
igual que el piélago toma
a los que mueren en su seno, y eres
en mí la muerte, y eres en mí la vida.
Ahora es la mañana. Otra vez
vas por la playa. Te mira el mar, y yo
me acerco para verte. El océano me
amenaza con sus olas, y yo acudo a
su desafío. Por ti soy capaz de luchar
con él.
Y ahí estamos los dos rivales
frente a frente, el mar y yo, mientras
tú vas por la playa alzando en alto
tu belleza para que la contemple
el mundo.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...Viene otra onda fría...”.
Un sujeto de mal ver
leyó la anterior noticia
y comentó con sevicia:
“¿Honda y fría? Es mi mujer”.

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