Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Impunidad por todos lados
2015-02-12 | 09:37:59
La verdad es que el Creador le iba a
poner a Eva solamente una teta: la mujer
no necesitaba más para alimentar a su cría.
Pero entonces el Creador recordó que Adán
tenía dos manos...
Simpliciano, joven sin ciencia de la vida,
casó con Pirulina, muchacha sabidora. Al
llegar a la suite nupcial él pronunció la consabida
frase: “¡Al fin solos!”. Le dijo Pirulina
con disgusto: “Bueno: ¿venimos a platicar o
a follar?”...
Frases poco célebres: “El hombre descubrió
el vidrio e hizo la botella. La mujer descubrió
el vidrio y fabricó el espejo. El hombre
descubrió la baraja e hizo el juego. La mujer
descubrió la baraja y creó la brujería. El hombre
descubrió el amor e hizo el sexo. La mujer
descubrió el amor e inventó el matrimonio”...
Pregunta y respuesta: “¿Qué es un hombre
que se viste de mujer?”. “Es un hombre
tratando de superarse”...
Todavía en febrero hay quienes se lamentan
en Las Vegas de no haber podido poner
un nacimiento navideño. Magos sobraban,
pero fue imposible encontrar una virgen...
Aquel profesor bizco halló trabajo en un
colegio para señoritas. A los dos días, sin
embargo, lo despidieron. Le dijo la directora:
“No tiene usted control sobre sus pupilas”...
El abuelito le propuso a su nieto de 7 años:
“Hagamos un trato, hijo: yo te enseñaré lo de
las abejitas y los pajaritos, y tú me enseñarás
a chatear”...
(Envío aquí un aplauso a la Academia de la
Lengua. En la vigésima segunda edición de su
diccionario el verbo “chatear” tenía una sola
definición: “Beber chatos” (de vino). En su
edición nueva viene ya otra acepción: “Mantener
una conversación mediante chats”. Se
ve que la docta corporación, siquiera sea a
veces con pachorra, reconoce las voces que
impone su majestad el uso.
A los señores académicos les invitaré un
pisto cuando admitan y registren en su debida
forma el mexicanismo “pisto”. En España
el pisto es un sabroso guiso. Gustaba de él
Santa Teresa de Jesús. Una de sus monjas
la tachó de golosa por el deleite con que un
día lo estaba comiendo. Replicó la doctora
de la iglesia sin dejar de comer: “Hermana:
cuando Cristo, Cristo, y cuando pisto, pisto”.
En México “pisto” significa principalmente
bebida alcohólica. El día que los señores académicos
registren esa acepción los invitaré
a pistear).
Para tener mano firme es necesario tener
ética firme. La autoridad moral se pierde
cuando no hay moral. Entonces también la
autoridad se pierde, y en su lugar surgen
la simulación, las apuradas negociaciones
hechas por abajo de la mesa, el miedo de aplicar
la ley a quien la viola, el temor de cada día
al pensar: “Y ahora ¿qué sucederá?”.
Es penoso dar constancia una vez más de
que organizaciones violentas como la CNTE y
la CETEG tienen más fuerza que el gobierno
de la República. Es vergonzoso advertir cómo
la jefatura del Distrito Federal se amilana y
esconde ante los centenares de hombres y
mujeres que atentan contra los derechos de
cientos de miles de personas.
Se pretende explicar esa complacencia y
tolerancia por la necesidad de evitar un conflicto
mayor. Al hacer eso se está creando el
mayor de los conflictos: el desprecio por la ley
y el creciente uso de la violencia como medio
para extorsionar a las autoridades y obtener
de ellas impunidad y beneficios ilegales.
Por esa triste vía caminamos: queremos
vivir en una sociedad tranquila, y estamos
viviendo en una intranquila suciedad. ¡Sandio
escribidor! Estás muy equivocado si
supones que tu frase final merece ser inscrita
en bronce eterno o mármol duradero, o al
menos en plastilina verde.
Pretendes orientar a la República, cuando
lo cierto es que tus farragosas prédicas son
cháchara o monserga cuyas voces se pierden
en el aire, como las del Bautista. Mejor harías
en cumplir tu oficio de narrador de historias
lenes. Con eso al menos pones una tímida
chispa de amable humor en la tenebregura
por la que ahora, extraviado el rumbo, va
el país.
Ea, narra un chascarrillo final y luego sal
del escenario con la gracia con que lo hacía
Dudley Moore, aquel prodigio de la actuación
y de la música que dijo alguna vez: “Entre
tantas cosas irrazonables, gozar la vida ha
sido la razón de mi vida”.
Aquella noche el pastor Doriles no podía
conciliar el sueño. Se puso entonces a contar
ovejas: “Una. Dos. Tres. Hola, querida. Cinco.
Seis.”. (No le entendí). FIN.

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018