Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Nuevo aliado
2015-02-10 | 09:43:29
Pepito fue con sus papás a visitar a los abuelos,
que vivían en una granja. Al pasar por
el corral el chiquillo vio algo que le llamó
mucho la atención. Le preguntó a su abuelo
qué era aquello. Contestó el señor: “El
toro está sirviendo a la vaca para que tenga
un becerrito”. En el prado Pepito vio otro
espectáculo igual. “Y eso ¿qué es?”. Dijo el
abuelo: “El caballo está sirviendo a la yegua
para que tenga un potrillito”. Esa noche, en
la cena, la abuela sirvió un platillo delicioso:
pato a la naranja. Le dijo al abuelo: “¿Quieres
servir el pato?”. Al oír eso Pepito exclamó
muy asustado: “¡Si lo sirve yo prefiero quedarme
sin cenar!”.
El PRI tiene un nuevo aliado que le ayudará
a ganar la próxima elección. Desde
luego cuenta ya con la valiosa colaboración
del PAN y el PRD, cuyas pugnas internas,
traducidas en división y desbandada, favorecerán
al partido en el poder. Ahora bien
-o ahora mal-: ¿quién es el nuevo aliado con
el que cuenta el PRI para obtener el triunfo
en la siguiente jornada electoral? Es el movimiento
que propone el abstencionismo y
la anulación del voto. Aparentemente contestatario
y progresista, ese movimiento es
en verdad reaccionario, y les hace el caldo
gordo a los priistas.
En efecto, al partido oficial le conviene
que la gente no vaya a las urnas, y que muchos
sufragios sean anulados. El PRI cuenta con
un voto duro, clientelar, que nunca le falla.
Dispone de una sólida estructura y de una
maquinaria electoral bien aceitada que funciona
a la perfección en tiempo de elecciones.
Mientras más elevado sea el abstencionismo,
y más numerosos los votos anulados, mayor
es la posibilidad de que los sufragios que
el PRI tiene seguros le den el triunfo en la
elección.
Así las cosas lo verdaderamente revolucionario
es ir a votar, y hacerlo por una
opción diferente a la gobiernista. Predicar
lo contrario es necedad política, por no decir
pendejez electoral.
El cliente le pidió a Babalucas: “Quiero un
televisor de color”. Preguntó el badulaque:
“¿De qué color?”.
Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la
Tercera Venida -no confundir con la Iglesia
de la Tercera Avenida, que permite el adulterio
a sus feligreses a condición de que no
lo cometan el día del Señor-, fue a Tahití a
convertir a los paganos a la verdadera fe. Se
topó con un problema: ya había en la isla
misioneros católicos, anglicanos, presbiterianos,
bautistas, anabaptistas, metodistas,
episcopalistas, calvinistas, adventistas,
luteranos, mormones, testigos de Jehová,
discípulos de Cristo, de la Ciencia Cristiana
y del Ejército de Salvación, todos entregados
a la misma tarea: convertir a los paganos a
su respectiva fe, la única verdadera.
Rocko Fages imaginó una argucia para
ganarse al cacique de las islas, pues ya se
sabe que la religión del rey es la de sus vasallos.
Le propuso darle clases de inglés. El
cacique deseaba vivamente aprender esa
lengua: el capitán de un barco ballenero le
había regalado un ejemplar de “Fanny Hill”,
novela erótica, y las ilustraciones del libro
lo excitaban en tal modo que ansiaba poder
leer el correspondiente texto. Así pues aceptó
las lecciones.
En un principio el misionero pensó usar
el método Ollendorf, que busca dar al educando
el vocabulario más amplio posible
por medio de preguntas y respuestas: “¿Ha
visto usted la gorra amarilla de mi tío?”.
“No: el paraguas azul de la señora lo tiene el
sacristán”. Optó mejor por un sistema más
directo: llevó al cacique al jardín y empezó
a decirle los nombres de los objetos que ahí
había, para que los repitiera. “Árbol”. Y el
cacique: “Árbol”. “Flor”. Y el hombre: “Flor”.
Al pasar por un sitio lleno de maleza se toparon
con una visión inesperada: al amparo
de los arbustos la mujer del cacique estaba
haciendo el amor desaforadamente con un
isleño joven. No sólo eso: ni siquiera lo estaban
haciendo en la posición del misionero.
El cacique le preguntó al pastor: “¿Cómo
llamarse eso?”. El predicador, desconcertado,
respondió lo primero que se le ocurrió:
“Se llama ‘montar en bicicleta’”.
El cacique entonces tomó su arco y disparó
una f lecha que se clavó en la nalga
derecha del isleño. Lanzó éste un ululato
de dolor y escapó a todo correr frotándose
la parte dolorida. Espantado, Rocko Fages
le preguntó al cacique: “¿Por qué hizo usted
eso?”. Respondió el hombre con enconoso
acento: “Bicicleta ser la mía”... FIN.


MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Me habría gustado conocer a Sheila
Johnson.
Tuvo a su cargo la escuela dominical
del templo en un pequeño pueblo del
sur americano. El ministro de la iglesia
hablaba siempre del infierno en sus
sermones. Nadie se iba a salvar de la
condenación: las mujeres por vanidosas;
los hombres por borrachos; los
niños y las niñas por no haber aprendido
de memoria tal o cual versículo
de la Biblia.
Cierto día un niñito le preguntó a
miss Sheila si el infierno existía. Había
oído decir a un tío suyo que el infierno
era un invento de los predicadores para
asustar a la gente y sacarle dinero a
cambio de la salvación.
En el fondo miss Sheila tampoco
creía en el infierno. Pero no podía
decirle eso al niño. Tal cosa la habría
excluido de la iglesia; le habría atraído
la ira del pastor y el repudio de la comunidad.
Le dijo entonces al pequeño:
-El infierno existe, pero no hay nadie
en él. La bondad y misericordia del
Señor, su perdón y su amor, hacen que
esté vacío.
Me habría gustado conocer a Sheila
Johnson. Sabía las verdades de Dios, y
sabía también las mentiras del diablo.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...Demandará China a México...”.
La demanda, bien fincada,
parece prosperará.
Dicen que la cosa ya
se puso de la chinada.

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