Por Catón
Columna: De politica y cosas peores
De politica y cosas peores
2014-09-04 | 10:03:48
Dulcilí, joven soltera, le dijo a su mamá:
“Estoy embarazada, y tú tienes la culpa”.
“¿Yo? -se azoró la señora-. ¿Cómo puedes
decir eso? Muchas veces te hablé del acto
de la procreación; te lo describí detalladamente;
te hablé de sus posibles consecuencias
y de la manera de evitarlas. Incluso te
compré libros que tratan de ese acto”. “Sí
-reconoció Dulcilí-. Pero no me enseñaste
otras habilidades para sustituirlo”...
Avaricio Cenaoscuras, hombre cicatero,
estaba leyendo el periódico (todos los días
se lo pedía al vecino). Le dijo a su mujer:
“¿Sabías que en los países subdesarrollados
la alimentación diaria de un niño cuesta
un dólar?”. “Increíble” -comentó la señora.
Preguntó Avaricio: “¿Qué te parece si
mandamos a los niños a algún país subdesarrollado?”...
Doña Macalota, esposa de don Chinguetas,
sufrió una grave intervención quirúrgica,
y durante varios días tuvo que ser
alimentada por vía rectal. Cierta mañana
su marido fue a visitarla, y se sorprendió
al verla moverse en la cama con singulares
ondulaciones de cadera, cual si estuviera
bailando zumba, mambo, salsa, lambada,
hip-hop, soca, merengue, samba o chachachá.
Le preguntó asombrado: “¿Qué haces,
mujer, moviéndote en tal forma?”. Respondió
ella sin dejar de menear el caderamen:
“Estoy mascando chicle”...
Lo que en imagen pudo haber ganado
Peña Nieto con su mensaje a la Nación lo
perdió por el indebido uso que se hizo del
Zócalo como estacionamiento. Es increíble
la forma en que la torpeza de algún empleado
de ínfima categoría puede dañar al más
elevado superior.
El Zócalo es el corazón de la República.
Es sitio profundamente mexicano, entrañablemente
popular. No es propiedad de
los políticos ni de sus chalanes: pertenece
al pueblo. Sirve lo mismo para el Grito que
para el grito; en él se oye tanto la mentada
de madre como el Himno Nacional, igual
la palabra de iracundia que la armonía del
canto.
Haber usado ese lugar de historia como
estacionamiento para coches fue degradarlo,
necia acción que demuestra al mismo
tiempo la escasa mentalidad de quien
la ordenó y su prepotencia.
Triste, muy triste fue, e indignante,
haber visto coches estacionados al pie del
asta de la bandera nacional. El gobierno de
la República actuó bien al haber asumido la
responsabilidad por ese hecho a todas luces
reprobable, y al disculparse y prometer que
lo sucedido no se repetirá.
El daño, sin embargo, está causado ya, y
es irreparable. Los malquerientes de Peña
Nieto le enrostrarán una y otra vez el yerro,
como si él fuera responsable directo del
desaguisado, y el acontecimiento se presentará
como una metáfora del régimen
según la cual los detentadores del poder
hacen uso a su capricho de un bien valioso
que pertenece a todos los mexicanos y lo
emplean, casta privilegiada e inconsciente,
para su comodidad.
Los actuales capitostes ya no podrán reprocharle
a López Obrador haber tomado
el Paseo de la Reforma: ellos tomaron el
Zócalo. Qué pena.
Augurio Malsinado es un perdedor nato.
Hizo en su casa una alberca al aire libre,
y se le quemó. Afrodisio Pitongo, hombre
proclive a la concupiscencia de la carne,
describió la forma en que había cortejado a
Susiflor, linda muchacha. Dijo: “Fue igual
que la operación Rápido y Furioso. Yo actué
rápido, y ella se puso furiosa”...
Hamponito, el hijo del narco de la esquina,
le propuso a un amigo, adolescente
como él, que se dedicaran a robar autos.
Objetó el amigo: “No tenemos licencia de
manejar”. “No importa -replicó Hamponito-.
Los robamos con chofer”...
La encargada de la taquilla del cine
recibió una llamada telefónica. Era una
señora que quería saber el costo del boleto.
“30 pesos” -le informó. Preguntó la mujer:
“Y el boleto de niños ¿cuánto cuesta?”. “Lo
mismo -le dijo-. 30 pesos”. Opuso la que
llamaba: “En el avión los niños pagan la
mitad”. Sugirió la taquillera: “Venga usted
al cine, y a los niños póngalos en el avión”...
Se casó Flordelisia, muchacha que sabía
muy poco acerca de la vida, pues toda se
la había pasado manejando los artilugios
electrónicos de moda. Gozó cumplidamente
los deliquios de himeneo, que encontró
asaz deleitosos y placenteros. Acabado
el primer trance de amor apasionado le
preguntó inmediatamente a su exhausto
maridito al tiempo que le hurgaba la entrepierna:
“¿Dónde está el botón de repetir?”.
FIN.


MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Variación opus 33 sobre el tema de
Don Juan.
El aprendiz de seductor le preguntó
a Don Juan.
-¿Cuántas mujeres fueron tuyas?
Respondió él:
-No lo sé. Lo que sí sé es que yo fui de
todas ellas.
-Está bien -insistió el mozalbete-.
Pero ¿cuál fue su número?
-No sé de números -contestó Don
Juan-. Y si supiera esa cifra no la diría.
-¿Por qué? -quiso saber el aprendiz
de amante.
Dijo Don Juan:
-No sé si por humildad o por vergüenza.
El muchacho volvió a preguntar:
-¿Fueron muchas?
-Ahora me parecen pocas -meditó
Don Juan-. Pienso en ellas y acabo
por creer que fue una sola.
Entonces supo el muchacho que en la
vida de un hombre todas las mujeres
son pocas, y que esas pocas acaban
por ser solamente una.
¡Hasta mañana!..

MANGANITAS
››por afa
“...El Zócalo se usó como estacionamiento...”.
Eso ha de estar prohibido,
y más, considero yo,
porque mil veces se oyó:
“¿Se lo cuido, se lo cuido?”.

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