Por Catón
Columna: De politica y cosas peores
Con oficio político
2014-09-03 | 09:03:27
Temprano en la mañana don Cornulio recibió la visita de un amigo a quien hacía mucho tiempo no veía. Le dijo: “Debo ir a trabajar, pero regresaré en la tarde. Espérame aquí, y siéntete como en tu casa”.

Cuando volvió don Cornulio halló a su mujer yogando con el visitante en el lecho conyugal. “¡Malnacido! -le dijo al hombre en paroxismo fúrico-. ¿Así pagas, ingrato, la generosa hospitalidad que te brindé?”.

Intervino la señora: “Pero, Cornulio, tú mismo le dijiste que se sintiera como en su casa”. (Nota: además el bribón se había comido unos tamales que don Cornulio guardaba para la cena. Eso fue lo que más le dolió al pobre)...

La maestra preguntó: “Si hay cinco moscas en la mesa, y con un matamoscas mato una, ¿cuántas moscas quedan?”. Contestó Juanito: “Cuatro”. Contestó Rosilita: “Queda una: la muerta. Las otras cuatro vuelan”. (Eso se llama lógica femenina, fincada más en la realidad que en la abstracción)...

En la estación del tren un letrero advertía: “Prohibido entrar al andén con perros”. Un sujeto entró llevando consigo un feroz león. Cuando los guardias le ordenaron salir el tipo alegó: “El letrero se refiere sólo a perros”. (Eso se llama lógica masculina, fincada más en la abstracción que en la realidad)...

Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, asistió a una conferencia con su esposa y su suegra. El disertante dijo: “Para que haya belleza tiene que haber fealdad”. Le comentó Capronio a su mamá política: “¡Mire, suegra! ¡Después de todo el mundo la necesita!”...

Augurio Malsinado es un perdedor nato. Fue a una casa de mala nota y todas las mujeres le dijeron: “Hoy no. Me duele la cabeza”...

Sobrio fue el acto en que el Presidente Peña Nieto dio su mensaje a la Nación con motivo de su segundo informe de Gobierno. Lo dijo en un ambiente protegido en el que nada ingrato podía suceder. Lo dijo con prestancia, seguro de sí mismo y de lo que ha hecho.

Evitó, sin embargo, proyectar una imagen triunfalista, tentación en la que bien pudo haber caído después de su buen éxito con las reformas. Se mostró agradecido con quienes lo ayudaron a sacar adelante tales cambios. Lo mostró con aplausos que en ocasiones él mismo iniciaba y que el público seguía.

Nadie podrá negar que el Presidente tiene oficio político. El primer aplauso -éste no promovido por él- se lo llevó tan pronto empezó a hablar, cuando aludió hábilmente al hecho de que dos representantes de la izquierda estén al frente de la Cámara Baja y el Senado.

Fue aplaudido luego cuando se comprometió a no promover nuevos impuestos en el curso de su administración, ni a retirar estímulos fiscales. Eso contribuirá a aliviar, siquiera sea en parte, las tensiones causadas por la reforma hacendaria.

El mayor aplauso, que pudo ser más largo si él mismo no lo hubiera interrumpido para continuar su exposición, fue al hablar de la reforma energética. Ese aplauso fue un voto de confianza a Peña Nieto, y una muestra de respaldo de los sectores ahí reunidos a su política en el tema del petróleo.

Otro aplauso grande recibió el Presidente al anunciar la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Lo que los anteriores presidentes no pudieron conseguir él lo logró sin sobresaltos y en muy poco tiempo. Peña Nieto salió airoso de la prueba que representaba la lectura de su mensaje. Se le vio tranquilo, relajado, con dominio absoluto de la escena.

Su índice de popularidad es ahora bajo, pero si de la rápida implementación de las reformas derivan beneficios a corto o mediano plazo para el pueblo, mejorará su imagen, y podrá hacer frente con fortuna a las elecciones intermedias. No cabe duda: tenemos presidente con mano firme, habilidad política y talento para conciliar.

Si logra hacer que las reformas redunden en bien para los mexicanos, sobre todo para los que viven en condiciones de pobreza, México tomará un rumbo al mismo tiempo nuevo y bueno. Hoganio, fanático jugador de golf, colgó una bolsita de terciopelo negro en el tablero de su automóvil, un coche deportivo de fabricación germánica.

En esa bolsa ponía las pelotitas con que jugaba su deporte. Cierto día una muchacha le preguntó: “¿Y esa bolsita, don Hoganio?”. Respondió él: “Es para poner mis pelotitas”. Comentó la muchacha con asombro: “¡Ah, esos alemanes! ¡Piensan en todo!”. FIN.






mirador

armando fuentes aguirre


Un hombre se propuso encontrar una aguja en un pajar.

Había oído decir que eso es cosa difícil, y a él le gustaban las empresas difíciles.

Difícil era aquélla, ciertamente.

La prueba es que jamás pudo encontrar una aguja en un pajar.

Entró en profunda depresión por eso. Ya nunca volvió a ser el que era antes.

Ahora voy a decir por qué ese hombre no encontró una aguja en un pajar.

No cuidó de encontrar primero un pajar.

Si lo hubiera encontrado, el resto habría sido cosa fácil.

Pero ¿cómo encontrar una aguja en un pajar si no tienes primero un pajar para buscar la aguja?

Las cosas se deben empezar por el principio.

Si por ahí se empieza, y se empieza bien, lo demás llega por sí solo.

¡Hasta mañana!...


manganitas

por afa


“...Hay asaltos todos los día...”.

Decimos siempre “¡Jesús!”

por causa del sobresalto.

Para mí el último asalto

fue el recibo de la luz.

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