Por Catón
Columna: De politica y cosas peores
El dictador
2014-08-28 | 09:34:04
El marido encontró a su mujer en la cama
con un disc jockey. Explicó la señora: “Tú
me dijiste que podía tener un tocadiscos”...
Un compañero de oficina le contó, desolado,
a Bablucas: “Mi novia no se quiere
casar conmigo”. Le aconsejó el badulaque:
“Dile que estás embarazado”...
Un retraso de don Sinople fue causa de
que él y su esposa, doña Panoplia, llegaran
tarde al concierto de la sinfónica. “¿Qué
están tocando?” -quiso saber ella. Contestó
él: “La Quinta Sinfonía de Beethoven”. “¿Lo
ves? -le reprochó con acritud doña Panoplia-.
Por tu culpa nos perdimos las otras
cuatro”...
Dos amigos fueron de cacería. Preguntó
uno: “¿Para qué traes esa navaja?”. Respondió
el otro: “Si me muerde una serpiente
de cascabel me haré una incisión en cruz y
chuparé la sangre para extraer el veneno”.
Inquirió el primero, burlón: “¿Y si la víbora
te muerde en la pudenda parte?”. Contestó
el otro: “Entonces sabré si verdaderamente
eres mi amigo”...
Hilarión Ulises Heureux Level, llamado
Lilís, por el Ulises, fue dictador de la República
Dominicana a fines del siglo diecinueve.
Desde joven mostró dos características
que cuando van juntas son muy peligrosas:
era muy malo y era muy inteligente. Cierto
día apareció en su casa un individuo muerto
de un balazo en la sien izquierda.
El sujeto, sin embargo, no era zurdo.
Cuando el juez de instrucción hizo notar
esa circunstancia Lilís le dijo: “Cada quien
se da muerte con la mano que le da la gana”.
Insistió el juez en sus dudas, tendientes a
detener a Lilís y procesarlo. Entonces él le
ofreció un fajo de billetes.
Los tomó el funcionario con la mano
derecha, se los embolsó y se dispuso a retirarse.
“¿Lo ve usted, señor letrado? -le dijo
Lilís en tono de sorna-. Cada quien se da
muerte con la mano que le da la gana”. Por
azares de guerra llegó a ser general, y por
cosas de la política llegó a ser presidente.
Estableció una dictadura policíaca que
mantuvo con mano firme durante años. A
sus opositores les decía: “No me muevan el
altar, porque se les caen sus santos”. Tenía
un raro ingenio. En guerra civil con sus
contrarios uno de sus generales le dijo,
temeroso al ver el tamaño y fuerza de las
tropas enemigas: “Ese ejército es de pinga
pará”. “Entonces -replicó Lilís- con una paja
tiene”.
Y ordenó disparar al mismo tiempo
todos sus cañones, con lo que dispersó a
sus adversarios y los venció. Hay en ese
relato un juego de palabras. “Pinga pará”
es miembro viril en erección, y “paja” es al
mismo tiempo masturbación y mecha con
que se encendía la pólvora de los cañones.
Era de raza negra este hombre. Solía decir:
“El negro llora de noche”. Y escribió: “El
hombre ha de saber tres cosas en la vida:
saber ser pobre, saber ser solo y saber ser
viejo”. A un sirviente suyo, negro como él,
se le murió un hijo de dos meses de nacido.
El hombre le pidió a Lilís una ayuda económica.
“Para enterrar al angelito” -dijo.
Preguntó Lilís: “¿De qué color era tu hijo?”.
“Negro, claro” -respondió desconcertado el
hombre. “Entonces no es angelito, hermano
-le dijo con tristeza Lilís-. Es solamente
muertito”. Quizás en en esa anécdota está la
raíz del poema, luego hecho canción, en que
Andrés Eloy Blanco habló de los angelitos
negros.
Lilís hacía levas para engrosar sus filas.
Les ponía un recado a sus generales: “Ahí
les mando 150 voluntarios. Devuélvanme
las sogas”. Porque los “voluntarios” iban
amarrados. Lilís murió asesinado. Lo balearon
unos muchachos de buena sociedad
enemigos de su dictadura.
Cosido a balazos caminó hacia sus atacantes,
y éstos retrocedieron espantados
mientras seguían disparando sus pistolas.
Lilís, sonriente, hacía como que apartaba
las balas con su sombrero panamá. Muerto,
conservó aquella irónica sonrisa. Quizá se
reía de sí mismo.
A lo que voy es a contar que un cierto
amigo suyo a quien había dado un cargo
solía expoliar al pueblo. Eso fue causa de
agitación y de protestas. Lilís destituyó al
funcionario. Le dijo: “Hay que saber desplumar
a la gallina sin que grite”.
Me pregunto si los contribuyentes mexicanos,
que mantenemos a partidos quirópteros
voraces, a diputados y senadores
que no pasan por las urnas, a una profusa e
insaciable casta política que crece cada día,
no somos esa gallina a la que se despluma
sin que grite. FIN.

mirador
››armando
fuentes aguirre
Aquel niño tenía extrañas ocurrencias.
Decía que el mar eran las lágrimas
del mundo.
Decía que las estrellas eran agujeritos
a través de los cuales se veía el cielo.
Decía que las flores eran mariposas
quietas, y que las mariposas eran flores
que se habían ido volando por el viento.
El padre del pequeño se inquietaba.
Dijo un día:
-No sé qué va a ser de este niño.
La mamá respondió:
-Yo sí sé. Va a ser poeta.
Se quedaron pensando los dos, y luego
dijeron al mismo tiempo, pesarosos:
-¡Pobrecito!
¡Hasta mañana!...
manganitas
››por afa
“...López Obrador no quiere nada
con el PRD...”.
Andrés Manuel ha pensado
que en el perredismo hay dolo,
y que vale más ir solo
que tan mal acompañado.

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