Por Raúl López Gómez
Columna: Cosmovisión
IML: ejercicio ciudadano
2014-05-16 | 21:47:55
El licenciado Ignacio Morales Lechuga, asistió ayer a un encuentro que le realizaron sus paisanos veracruzanos en el DF, la noticia de inmediato corrió como reguero de pólvora, por la trascendencia, aunque sólo se trató del afecto de muchos de sus amigos que le festejaron por el reconocimiento que le entrega el gobierno de Francia, por decreto del presidente Françoise Hollande

Jaime Arturo Sastre y Eduardo Poblete Castillo, fueron quienes dirigieron elocuentes palabras de gran profundidad y de excelente retórica en torno a la distinción que le confiere el gobierno de Francia a Ignacio Morales Lechuga con la condecoración de la Legión de Honor en Grado de Oficial, el más alto reconocimiento que se concede a un extranjero por parte de ese país.

Presentes, el licenciado Jorge Reyes Peralta, Salvador Mikel Rivera, Miguel Sosa Acosta, entre otros amigos de Morales Lechuga.

Emocionado Nacho Morales, dijo que “Los últimos reconocimientos que he recibido son de lo más inmerecido y lo digo sin falsa modestia”.

Morales Lechuga, confesó: “Yo no me siento acreedor a ningún homenaje, reconocimiento o condecoración, a pesar del Decreto del Presidente de Francia Françoise Hollande, porque todos los que me han otorgado, han sido concedidos como consecuencia del cumplimiento del deber, por hacer lo debido, porque he realizado lo que a mí me gusta, aquello de lo que estoy convencido, sobre todo lo que va de acuerdo a mis principios, valores y convicciones y eso en sí mismo no es ningún mérito”.

Expresó, que cumplir con la encomienda, con la palabra, con la tarea o la función, es parte de lo que hacemos todos los días, así que todos debemos ser reconocidos.

Dijo el destacado jurisconsulto, “yo soy el que me siento agradecido con la vida y con Dios por haberme permitido transitar por los caminos que quise. Podría decirles que todos los actos que he realizado han sido producto de mi razón, convicción y emoción y que cuánta tarea asumí, me comprometí con ella y en muchas ocasiones la opinión pública ha estado en desacuerdo conmigo, ello no me ha importado, porque mi conciencia me ha dictado que ese es el camino que debo seguir”.

Recordó: “Por ello en mi travesía por el poder, tuve siempre como límite mi dignidad y mis principios, por eso atravesé la candidatura de 1998 contra todo pronóstico, para traspasar la aduana del sistema y ganar algo que todos aspiramos: el respeto y el afecto de mis amigos”.

“Nunca confundí la dignidad con el orgullo o la vanidad. Mi lealtad a las instituciones fue absoluta, a mis jefes sin abyección o mezquindad. Tuve muchas dificultades por hablarles con la verdad. En la relación con ellos y con todos la verdad y los principios fueron compatibles con mi ejercicio político.

Sigo pensando que la política es y debe ser dinámica, una respuesta a la problemática presente y futura y que solo se justifica la participación en ella, cuando se aportan esfuerzos, talento, compromiso en búsqueda del cambio, que represente la entrega de lo mejor de uno mismo.

La política es la expresión de la suma de decisiones para cambiar y adaptarse a los requerimientos hoy globales, antes de las generaciones, por ello hoy la velocidad con la que se desenvuelve el mundo en todos los campos, plantea retos que son difíciles pero al mismo tiempo son experiencias y oportunidades.

Ingresé al servicio público invitado por Agustín Acosta Lagunes, gran gobernador, cuya huella hoy, todavía sigue imborrable, sobrio, austero, ahorrativo, admirador de Adolfo Ruíz Cortines, y concluí mi carrera como servidor público con Carlos Salinas de Gortari, gran y talentoso Presidente reformista, después he sido invitado para participar en el servicio público, pero la falta de identidad con los proyectos pasados, y la resaca de la crisis del 95 me llevaron venturosamente a transitar por los espacios de la filantropía.

Ahí descubrí que podía servir socialmente, ayudar, atender las secuelas de la pobreza, de la marginación y de la vulnerabilidad. Me sirvió, maduré y crecí.

Hoy, cuando me preguntan qué actitud asumir frente a los acontecimientos y problemas actuales, yo solo tengo una respuesta: apoyemos a nuestros gobiernos legítimamente constituidos. En ellos está la responsabilidad de conducir el barco a mejor puerto, sin perder de vista la necesidad de reformar estructuralmente nuestro sistema.

Estoy convencido de que la orientación de las instituciones debe ser social. La pobreza, el desempleo, la educación, la vivienda y la infraestructura, son tareas prioritarias sin desatender las libertades, derechos humanos y democracia. Debemos ser promotores de la inversión, pues sólo se puede crecer cuando hay inversión, productividad, capacidad competitiva y ahorro. El camino contrario del populismo, paternalismo, a base del endeudamiento nos lleva al aislamiento y a los horizontes autodestructivos como lamentablemente ocurrió en Venezuela y Cuba.

Por ello pienso que hay mucho por hacer, no obstante lo ya avanzado. Nuestro Estado requiere una reconceptualización y diagnóstico de sectores tan importantes como el turismo, las industrias agropecuarias, las comunicaciones, los servicios y sobre todo aprovechar la posición estratégica de nuestra vecindad y pertenencia al Golfo y al Atlántico. El puerto de Veracruz, debe convertirse en la entrada del Tratado de Libre Comercio con Europa, la industria automotriz y un sin número de industrias que permitan mejorar el nivel y calidad de vida de nuestros paisanos y colocar nuevamente a Veracruz en la grandeza que la historia le ha asignado como lugar. Somos la entrada natural del Atlántico. Somos el puente natural con Europa. Aprovechémoslo. Tenemos todo por hacer y por conquistar para rescatar a Veracruz.

Requerimos talento, trabajo y compromiso y yo estoy dispuesto a trabajar en el campo de las ideas sobre estos proyectos y apostándole siempre a la educación, a la cultura y a la seguridad y la justicia como binomio indispensable para que se fortalezca la democracia.

Las autoridades y en especial nuestro Gobernador deben contar con el apoyo pleno de los veracruzanos, Apoyemos, construyamos, trabajemos por Veracruz.

En 1999 me retiré, como es bien sabido, del servicio público, pero nunca he renunciado al ejercicio ciudadano con el que he seguido comprometido.

Les agradezco la invitación a esta reunión, su afecto y les expreso a todos y a los que no hayan podido venir, mi afecto, mi amistad y mi respeto. Así las cosas.



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