Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2012-12-17 | 22:11:28
“No necesito una mujer” –declaró, terminante, aquel empedernido solterón. Y añadió: “Tengo mi satisfacción sexual muy a la mano”… Gomperio Hoffo, líder sindical, fue a una casa de asignación y le preguntó a la mariscala (así se llama en el argot del bajo mundo a la administradora de un burdel): “Dígame usted: si gasto aquí 600 pesos en una mujer ¿cuánto recibe ella?”.

Respondió la madama: “La casa se queda con 400 pesos, y a ella le damos 200”. “¡Eso es un abuso intolerable! –clamó Hoffo-. ¡Llevaré mi negocio a otra parte!”. “Me vale –respondió con desdén la perendeca-. Por lo que veo su negocio no ha de ser muy grande”. Fue a otro lupanar el líder sindical, y le hizo la misma pregunta a la señora que lo regenteaba: “Si gasto aquí 600 pesos en una mujer ¿cuánto recibe ella?”. Contestó la daifa: “Se lleva 400 pesos, y 200 son para la casa”. “Eso me gusta –dijo entonces el sindicalista-. Llame usted a aquella joven y linda muchacha que veo allá, de hermoso rostro, cabellera bruna, turgente busto, cintura de odalisca o hurí, grupa de potra arábiga y alabastrinas piernas bien torneadas”. (Nota. ¿Por qué mencionaría el rostro y la cabellera?). Le dice la madama: “Lo siento, caballero. Tendrá usted que ir con Uglicia, aquella mujer añosa y fea que está allá. A ella le corresponde el turno por derecho de escalafón”… El futuro del PAN se ve sombrío. Miradlo desde aquí. ¿No es verdad que se observa oscuro, negro, lóbrego, caliginoso, opaco y tenebroso, si bien no necesariamente en ese orden? Después de ocupar la Presidencia durante dos sexenios el PAN cayó al tercer lugar en la preferencia de los electores. Ese desplome se debió a las desastradas administraciones panistas, la de Fox y la de Calderón, cuyos sexenios serán recordados con profundo desencanto por quienes vimos entronizados en la máxima magistratura -que por ellos se volvió tan mínima- primero a la frivolidad y ligereza, después al empecinamiento y cortedad de miras. El PAN ha olvidado los principios de los fundadores, los ideales que dieron significado y prestigio a ese partido. La unidad que los panistas mantuvieron durante muchos años cedió el lugar a pugnas de campanario por el dinero o por las chambas. En aquellas tristemente célebres “concertacesiones”, vale decir en aquellas transacciones hechas por abajo de la mesa con el poder central, la dirigencia entregó la coherencia, y cambió la primogenitura de la ética política por un plato de lentejas. (Lentejas: del latín “lentícula”, diminutivo de “lens”, que significa lenteja. Su nombre científico se oye bastante mal: lens culinaris. Es una hierba anual de la familia de las papilionáceas, con estípulas lanceoladas, zarcillos arrollados y pedúnculo axilar. Espero  sinceramente que los productores y comercializadores de lentejas no les aumenten el precio después de saber por este medio que las lentejas pertenecen a la familia de las papilionáceas, y que tienen estípulas lanceoladas, zarcillos arrollados y pedúnculo axilar). Pero estaba hablando yo del PAN. Dije que hoy por hoy su futuro se ve sombrío. Más claro se verá si los panistas recobran la doctrina que alguna vez el PAN esgrimió con gallardía y que ha ido perdiendo en el zoco de la burocracia partidista y en los arreglos de politiquería hechos bajo capa con quienes ayer fueron sus adversarios y ahora frecuentemente son sus contlapaches. Ojalá Acción Nacional vuelva a ser lo que antes fue. México necesita ahora una oposición digna y consecuente… Don Geroncio casó con mujer joven, y no podía tener familia con ella. Dos especialistas se ocuparon de su caso, y acordaron que deberían ponerle testículos nuevos. En lo que difirieron fue en el material que usarían: uno sugería que se los pusieran de madera; el otro quería usar metal. Como no se pudieron poner de acuerdo determinaron ponerle uno de cada material. Pasaron varios años, y cierto día uno de los facultativos se topó con don Geroncio. “¿Cómo le fue –le preguntó- con el implante que le hicimos?”. “Funcionó extraordinariamente bien, doctor” –respondió, feliz, el añoso caballero. “¿Quiere eso decir –inquirió el médico-, que pudo usted embarazar a su mujer con esos testículos que le pusimos, el uno de madera, de metal el otro?”. “Así es, doctor –confirmó don Geroncio-. Tuvimos dos hijos. Pinocho está por terminar la primaria, y Robocop ya entró a la secundaria”… FIN.
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