Por Catón
Columna: De política y cosas peores
2012-08-26 | 20:38:47
“Mi mujer posó desnuda” –le dijo con sombrío acento un tipo a otro. “Eso no debería molestarte –lo sosegó el amigo-. Mujeres muy ilustres han posado así para grandes pintores. Pita Amor, por ejemplo, excelsa poetisa, posó sin ropa para Diego Rivera. El entonces presidente Miguel Alemán vio el cuadro ya terminado, y manifestó extrañeza porque el pintor no le había puesto el vello púbico a la retratada. ‘Señor Presidente –replicó, molesta, Pita-. Diego no pintó mi cuerpo: pintó mi alma’. Y comentó don Miguel: ‘Pues qué alma tan lampiña’. No te perturbe, entonces, que tu esposa haya posado desnuda para un artista”. “No fue para un artista –masculló el otro mohíno y rencoroso-. Fue para su credencial de elector”… Doña Gordoloba, señora rolliza, atocinada y corpulenta, estaba en una banca de la iglesia. A su lado se hallaba un hombrecito enteco, flaco y escuchimizado. Vio doña Gordoloba que algunas mujeres debían estar de pie por falta de asiento –o de dónde ponerlo-, y se dirigió con acrimonia al delgaducho. Le dijo: “Si dejara usted su lugar podría sentarse en él una señora”. Contestó el flaquito: “Y si dejara usted el suyo podrían sentarse seis”… Silly Kohn, vedette de moda, le preguntó con intención equívoca a su amiga Bustolina Granderriére, vedette como ella: “¿Estás enferma, amiga? Vi salir de tu departamento a un médico”. Replicó la Granderriére: “Yo he visto salir del tuyo a un abogado, un contador, un agrónomo, un ingeniero en sistemas computacionales, un licenciado en administración de empresas, un banquero, un comerciante, un quiropráctico y un predicador ¿y acaso te he preguntado algo acerca de tu versatilidad profesional?”… El endémico López Obrador. Así habrá que llamarlo. Y no porque el tabasqueño sea, como dice la definición de endemia, una “enfermedad que reina habitualmente, o en épocas fijas, en un país o comarca”, sino por su presencia permanente y cotidiana en la escena nacional. Recomendaba Horacio con su usual euritmia: “Quid sit futurum cras fuge quaerere”. Vale decir: Huye de averiguar lo que al futuro pertenece. No es difícil pronosticar, empero, que AMLO seguirá actuando en la política. A la muy probable declaratoria de validez de la elección presidencial seguirán algunas rabietas suyas, seguramente de menor intensidad que las del 2006, y luego otra vez el tabasqueño volverá a la talacha. A su talacha. Por supuesto no cumplirá la promesa que hizo de irse a La Chingada, sonoro nombre de la finca rústica que tiene. Necesita ganarse la vida, igual que todos, y los animalitos que mostró como evidente prueba del fraude electoral: un borrego, dos patos, un puerquito como el de María Candelaria, una gallina golona y 10 guajolotes, pavos, totoles, cóconos o pípilos no son suficientes para empezar un negocio ganadero. Hay sin embargo en México otro negocio en que se gana más, y sin trabajos ni fatigas: los partidos políticos. Quienes son dueños de una de esas franquicias jugosísimas reciben millones de pesos en concepto de prerrogativas –nunca mejor usada esa palabra, que significa privilegio-, y son políticos inmensamente ricos en un país inmensamente pobre. Se puede entonces vaticinar con muchas posibilidades de acierto que López Obrador hará su propio partido. Si Anaya, la familia González, el señor Delgado y la Maestra tienen el suyo ¿por qué él no va a tenerlo? Dividirá a la izquierda, claro, una buena parte de la cual se le va alejando ya para acercarse discretamente a Ebrard o a Mancera; pero de algo tiene qué vivir, y además ahí viene ya el 2018. Lo dicho: el endémico López Obrador… Empédocles Etílez, beodo perseverante, sintió en la calle una urgencia natural inaplazable, y se puso a hacer aguas menores en plena vía pública. Acertó a cruzar por ahí doña Panoplia de Altopedo, señora de buena sociedad, y se escandalizó al ver aquella escena tan poco edificante. Increpó, iracunda, al temulento: “¡Qué monstruo! ¡Qué animal! ¡Qué bestia!”. “No pase usted cuidado, señora –le respondió el borracho-. La tengo bien agarrada, y no se va a soltar”… Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, vio a su esposa Martiriana salir de la ducha cubierta sólo por una leve bata. Cuando se la quitó para vestirse le dijo el tal Capronio: “Mi amor: cuando te veo así, desnuda, me dan ganas de hacerte cositas”. “¿Cómo cuáles?” –preguntó ella, halagada, empezando a emocionarse. Y respondió el maldito: “Como cirugía facial, liposucción, tratamiento para la celulitis y las estrías, levantamiento de bubis y de pompas…”… FIN.
MIRADOR.
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
Me habría gustado conocer a Dalia Íñiguez.
Era una hermosa mujer. Tenía bella figura, grandes ojos y expresiva voz. Actriz de cine y teatro, decía –que no declamaba- sus poemas y los ajenos con rara perfección. Me conmovió una vez la forma en que recitó el “Nocturno” de mi paisano saltillense Acuña. Lo dijo sin ningún ademán, sin movimiento, con expresión triste y cansada; la mirada fija en un solo punto, mirada de suicida que se despide ya…
En un baratillo hallé un libro de Dalia Íñiguez. Es en los baratillos donde he encontrado mis más caros libros, y a éste lo quiero mucho ya. En él la artista recogió definiciones de la palabra “Amor”, que pidió a sus amigos y compañeros de oficio. Rosina Navarro, cantante retirada, escribió esto: “Amar es morir en cada abrazo y resucitar en cada beso”.
Me habría gustado conocer a Dalia Íñiguez. Dedicó su vida al arte, y dedicó su arte a la vida.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS.
Por AFA.
“… Murió Neil Armstrong…”.
Declaro con emoción,
y con sentimiento cierto,
que es como si hubiera muerto
otro Cristóbal Colón.
 Entradas anteriores
 Lo Más Visto
 Lo Último

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018