Por Catón
Columna: De política y cosas peores
El huevo
2012-08-22 | 22:01:28
La gallina es la madre más abnegada que hay: cada hijo le cuesta un huevo. Es también la más romántica: para ser madre necesita que le lleven gallo. Invoco hoy a Bárbara de Hueva, personaje no inventado por mí, sino real. Fue una pintora española, nacida en Madrid en 1733, cuyo talento la hizo ser admitida -caso insólito en aquel tiempo tratándose de una mujer- en la prestigiosa Academia de San Fernando. La hueva (ahora con minúscula) es el conjunto de los huevecillos de ciertos peces. A los de liza se atribuyen virtudes potenciadoras de la libido en el varón.
Tuvimos en Coahuila un gobernante de sonoroso nombre: el militar revolucionario Paz Faz Riza. Algún anónimo versista hizo alusión a su madura edad en una pícara cuarteta que todavía se recuerda: “Ni con la hierba damiana, / ni con la hueva de liza, / puede echar una mangana / el general Paz Faz Riza”. Haré hoy una sesuda reflexión política, y la haré ab ovo. Esa expresión significa “desde el huevo”. La usaban los latinos para significar que iban a relatar algo desde sus comienzos.
La guerra de Troya, por ejemplo, la contaban a partir del nacimiento de Helena, causante del conflicto entre griegos y troyanos. Su madre, Leda, provocó los rijos eróticos de Zeus, quien se convirtió en cisne para sorprender a la bella muchacha y poseerla. En vez de torcerle el cuello al cisne de engañoso plumaje Leda dejó la entrada libre al pájaro, y como consecuencia puso dos huevos.
De uno nació Helena; del otro salieron sus hermanos, los gemelos Cástor y Pólux, que todavía andan dando vueltas por el cielo en la constelación de Géminis. Pero vuelvo a mi cuento.
Cierto individuo viajaba en uno de esos trenes cuyos vagones de tercera clase tenían asientos de rejilla. Al lado del sujeto iba una dama que se molestó porque su vecino se removía continuamente en su lugar. Le preguntó, impaciente: “Oiga: ¿acaso está usted tratando de poner un huevo?”. “No, señora –respondió con gemebundo acento el hombre-. Estoy tratando de sacarlo”. Los mexicanos usamos la expresión “a huevo” para decir “a fuerza” o “desde luego”.
En Sonora se emplea una palabra equivalente: “áñil”, que significa lo mismo. Cierta señora de Hermosillo marcó el teléfono de una estación de radio y se quejó de la falta de agua en su colonia. Dijo que sólo había agua por la noche, de modo que debía dejar la cama en horas nocturnales para cogerla en baldes, ollas y cualquier otro recipiente. Le preguntó el locutor: “¿Y anoche cogió, señora?”. Tras una pausa de ponderación respondió ella, orgullosa: “¡Áñil!”.
En otra ocasión una maestra les relató a los niños el famoso episodio del huevo de Colón, cuando el gran navegante, puesto en el trance de equilibrar sobre la mesa un huevo, lo plantó en ella quebrándole la parte inferior para que se mantuviera derecho. Notó la profesora que en el curso de la narración Papito había estado distraído, y le pidió: “Pepito: háblanos del huevo de Colón”. “¿De cuál de los dos, maestra?” –preguntó el chiquillo.
En otro orden de cosas, el económico, se habla de la diferencia que hay entre inflación y deflación: inflación es cuando un huevo cuesta un peso; deflación, cuando un peso cuesta un huevo. Más de un peso cuesta ahora un huevo. Por estos días se ha encarecido mucho el “producto de gallina”, cautelosa expresión que mis tías solteras utilizaban para no decir “huevos” o “blanquillos”. Conozco las dificultades que afrontan los avicultores.
Dice un refrán: “Ave de pico a nadie hace rico”. Constantemente aumenta el precio de los insumos que los productores de huevo requieren para su actividad. El huevo, sin embargo, es parte fundamental de la alimentación del pueblo, y es necesario hacer que esté a su alcance. De ahí el pronunciamiento oficial en el sentido de permitir la importación del huevo para conseguir su abaratamiento.
Creo que eso se podrá evitar si los avicultores nacionales hacen un esfuerzo –otras veces han demostrado sobradamente su eficiencia y su sentido de responsabilidad- y aumentan la producción, de modo de evitar que el huevo deba ser traído del extranjero. El momento que vive la Nación es delicado. Algún demagogo podría agarrarse de los huevos para causar problemas. Y me detengo aquí: después de ese execrable juego de palabras lo mejor que puedo hacer es escribir esta otra: FIN.

MIRADOR
Armando FUENTES AGUIRRE
Me habría gustado conocer a don Teodoro Alegría, peruano él, de Cajabamba.
Hombre de vida muy vivida, fue padre de 13 hijos legítimos y de más de 50 no tan legítimos. A todos los varones les ponía su nombre, de modo que andaban por ahí varias decenas de Teodoros Alegría.
Era bastante duro don Teodoro (para engendrar 60 hijos se necesita esa dureza), pero por su sentido del bien y por su generosidad se le quería mucho. Cuando alguna autoridad venida del centro cometía algún desafuero la gente de Cajabamba lo buscaba y le pedía justicia. Entonces don Teodoro, hombre de elevada estatura, musculoso, subía en un burro al abusivo funcionario, y entre las burlas de los vecinos lo sacaba del pueblo con advertencia de no volver jamás.
¡Cómo hace falta en muchos lugares mexicanos un don Teodoro Alegría! ¡Cómo hace falta su burro!

¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
AFA
“… López Obrador exhibió varios animales como argumento para pedir que se invalide la elección…”.
Algo me parece lógico,
al menos por el momento:
si AMLO fracasa en su intento
puede poner un zoológico.

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