Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
2012-08-19 | 09:15:13
Empezó la noche de bodas. Solemne, él le preguntó a ella: “Dime: ¿soy yo el primer hombre con el que te acuestas?”. “Seguramente no –respondió ella-. Te habría reconocido”…
La abuelita de Pirulina le dijo con la mayor franqueza: “Hija: tu novio Picio es bastante feo’’. “Abue, -se justificó ella-, más vale pájaro en mano que ciento volando’’. “¡Pirulina! -se escandalizó la viejita-. ¡No andes agarrando esas cosas!’’...
Avaricio Cenaoscuras, hombre cicatero, iba de viaje con su esposa por la carretera. De pronto el automóvil se descompuso. Decidieron volver a la ciudad pidiendo aventón (autoestop, para mis lectores en España), si bien con pocas esperanzas de lograrlo, pues aquella era una carretera muy poco transitada, y además se había hecho ya de noche. Se alegraron mucho cuando a lo lejos vieron las luces de un automóvil que venía. Se detuvo el conductor. “Señor -le pidió Avaricio-, ¿podría darnos un aventón a la ciudad?’’. “Sí -respondió el hombre-, pero le va a costar mil pesos’’. “No tengo ese dinero’’ –dijo Cenaoscuras. “Entonces caminen’’ -replicó el automovilista. Y se fue dejándolos en aquella soledad. Avaricio y su mujer echaron tristemente a caminar. Más de 30 kilómetros los separaban de la ciudad. A poco andar los atacó un coyote. Luego una serpiente de cascabel les dio un terrible susto. A manotazos debían apartar de sí a lechuzas y murciélagos que se lanzaban sobre ellos. Se soltó una furiosa tempestad que los caló hasta los huesos, con un gélido viento que casi los heló. Por fin llegaron a su casa, ya bien avanzado el día, molidos, quebrantados y muertos de cansancio. Avaricio se tiró a la cama, y aventó los zapatos por un lado. En el interior de uno de ellos la señora vio algo. Sacó aquello: era un billete de mil pesos. “¡Avaricio! -le gritó furiosa-. ¡Le dijiste al del automóvil que no tenías dinero, y aquí traes mil pesos!’’. “Sí –contestó Cenaoscuras-. Pero los llevo para alguna emergencia’’…
Babalucas y su novia Boborronga fueron al cine. Se impacientaron porque no comenzaba la función. Pasó media hora; pasó una hora, y nada. Babalucas se puso a silbar, a aplaudir, a gritarle cosas al cácaro, pero ni así empezó la proyección. Sugirió tímidamente Boborronga: “Ya vámonos’’. “¡Ah no! –se opuso Babalucas con energía-. Quiero ver esta película. Tiene un título muy sugestivo’’. “¿Cómo se llama?’’ -se interesó ella. Contesta el badulaque: “Cerrado por remodelación’’’...
Dos amigos fueron a pescar. Uno de ellos entabló conversación con una lugareña de atractivas formas que también pescaba en el muelle. La conversación llevó a otras cosas, y bien pronto el afortunado tipo ya iba con la muchacha hacia un hotel cercano. Al pasar junto a su amigo éste le preguntó: “¿Pescaste algo?’’. Contesta el otro: “Espero que no’’... “Me voy a Texas –le dijo el furioso marido a su mujer después de sostener con ella la enésima pelea-. Ahí los hombres son hombres y las mujeres son mujeres’’. “Está bien -replica ella-. A ver en cuál de los dos grupos te acomodan’’... Termina esta columnejilla con dos variaciones sobre el mismo tema…
Don Poseidón, granjero acomodado, se sintió mal, y fue al hospital de la ciudad. Ahí lo internaron de inmediato. Era la hora de comer, y una enfermera le ofreció un caldito de pollo. Don Poseidón, fatigado por el viaje a la ciudad, lo rechazó y se echó a dormir. Sucedió que el médico, después de considerar los exámenes que le había hecho a su rural paciente, determinó que lo único que tenía era un recargo de estómago, y prescribió un enema o lavativa. Don Poseidón, adormilado, recibió el tratamiento sin darse cuenta bien a bien de lo que le hacían. Esa misma tarde fue dado de alta, ya aliviado, y regresó a su casa. “¿Cómo te fue?” –le preguntó su esposa. “Bien –respondió el labriego-. Pero una cosa he de decirte: si llegas a ir al hospital, y te ofrecen un caldo de pollo, acéptalo inmediatamente”. “¿Por qué?” –se extrañó la señora. Dice don Poseidón: “Porque si no te lo comes te lo dejan ir por allá donde te platiqué”…
Conversaban varias amigas sobre el apuro más grande que habían pasado en su vida. “Yo -dice una-, sufrí un gran apuro cuando presenté mi examen profesional en la universidad’’. “Yo -dice otra-, cuando tuve aquel accidente de automóvil’’. “Pues yo -dice la tercera-, el mayor apuro que he pasado en mi vida fue la vez que mi hermana la bizquita me puso una lavativa’’. (No le entendí)... FIN.


MIRADOR
Armando FUENTES AGUIRRE
HISTORIAS DE LA CREACIÓN DEL MUNDO
En realidad las cosas sucedieron de otro modo.
Eva convenció al Señor de que le ordenara a la serpiente que le ofreciera la manzana a fin de que ella pudiera ofrecérsela a Adán y luego culparan a la serpiente de lo que había sucedido.
Después de que pasó lo que pasó todos quedaron llenos de confusión: el Señor, Adán y la serpiente.
Todos, menos Eva.
Eva sonreía...
Sigue la confusión.
Y sobre la confusión sigue la sonrisa de Eva, eterna como ella, por encima de Adán, de la serpiente y del Señor.
¡Hasta mañana!...

MANGANITAS
AFA
“… Harán una película sobre Los Tres Chiflados…”.
Dijo un crítico falaz:
“Filmen esa cinta, sí,
Pero si la hacen aquí
van a encontrar muchos más”.



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