Por Raúl López Gómez
Columna: Cosmovisión
Despertar juvenil
2012-05-27 | 21:18:45
El recrudecimiento de los escenarios electorales, el calentamiento de la política y de las campañas electorales, las imágenes de irritación de algunos jóvenes que increpan, atacan y exponen molestia hacia el candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, pone de manifiesto que el proceso electoral federal se encuentra en la parte más álgida de las agresiones, descalificaciones y de guerra sucia, en donde nadie pudo llegar a pensar el despertar juvenil que demuestra, iniciarse en el mundo de la barbarie, la intolerancia y la desinformación, producto de los bajos niveles educativos que imperan en los sistemas público y privado.

Ahora el rumbo de la elección federal en estos momentos no se puede definir ni en base de las encuestas que siguen favoreciendo a Enrique Peña Nieto. Se trata que el movimiento juvenil iniciado en la Ibero y que demuestra un cansancio extremo del pasado, que no conocieron, pero que se han dejado llevar por las expresiones de odio y rencor de quienes llevan agua a su molino.

La ideología fluye, los medios de comunicación se sobresaltan y no sé recuperan de la sorpresa de las manifestaciones de los indignados jóvenes “yo soy 132” que hacen un llamado a la libertad de expresión y al derecho a la información, pero ante todo la apertura de los medios prensa, radio y televisión, a que eviten los sesgos, la manipulación y el control excesivo.

Las elecciones se ganan con votos y por lo mismo, el resultado del proceso electoral del primero de julio es incierto y ante todo debe existir cordura, tolerancia y civilidad.

Construcción de la sociedad desde la iglesia
Interesante conferencia en la Parroquia de San Pedro y San Pablo de Boca del Río, ofreció el padre Mario Ángel Flores Ramos, miembro de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano y director de la Comisión de Cultura de la Arquidiócesis de Veracruz: La participación ciudadana y el compromiso cristiano en la Construcción de la sociedad desde la Iglesia.
Habló del extraordinario documento que en 1993 suscribieron los obispos cubanos, dando una lección al mundo y encendieron una luz de esperanza para su propio pueblo. Titularon el documento con una frase del famoso himno a la caridad del apóstol san Pablo “el amor todo lo espera” (1Cor 13,7). En medio de una situación de grave injusticia social propusieron a todos un clima diálogo, privilegiando la verdad y la caridad. Algunos años después pudo llegar Juan Pablo II, y también el Papa Benedicto XVI, mientras tanto la Iglesia se ha convertido, en medio de un ambiente explosivo y difícil, en la institución de confianza que va permitiendo cambiar sin violencia y sin odios la realidad cubana.
La realidad que vivimos
Cómo quisiera describir lo que estamos viviendo en nuestro país de una manera muy positiva, tanto en lo que se refiere a la vida nacional en su conjunto, como a la experiencia de cada uno en particular.
“Me gustaría mucho señalar que estamos en un momento de progreso social con grandes beneficios para la mayoría de los mexicanos, porque ya hemos pasado a formar parte de la sociedad de bienestar. Las familias cuentan con todos los elementos necesarios como son una vivienda digna, un trabajo suficiente, una alimentación sana y abundante. Los ciudadanos gozan de un sistema de seguridad social y de salud que está al alcance de todos, de una educación pública de calidad que prepara a los niños y jóvenes para su desarrollo pleno en la vida, que además les da acceso al deporte y a las actividades culturales y recreativas que les ayudan a crecer con optimismo, con alegría y con una personalidad muy integrada y seguros de sí mismos. Y, por si algo faltara, todo esto en un ambiente de mucha seguridad y de concordia social, donde la violencia no tiene lugar, donde se respira un espíritu de colaboración y de participación sin igual”. Expresó.
Quisiera hablarles de nuestra sociedad mexicana diciendo que no hay espacios para la corrupción, que no solo ha sido erradicada para siempre de los ambientes políticos y sociales, sino que vivimos en un medio de un clima de legalidad, de honestidad y de respeto sin igual. Muy lejos han quedado los tiempos de la desigualdad social donde se discriminaba a unos por su origen y a otros por su clase social o por su aspecto. No hay regiones donde el progreso no llegue, no hay contrastes entre riqueza y pobreza. Todos los sectores de la población están incluidos en el desarrollo, comenzando por los pueblos indígenas. Estamos ya en una sociedad en la que nadie se siente superior a otros por sus recursos materiales, ni hay nadie que trate a los demás con despotismo o prepotencia, abusando de la pobreza o de la necesidad de otros.
Pero no he venido a hablar aquí de “sueños y fantasías”. Decía un famoso predicador protestante y político norteamericano, Martin Luther King, en uno de sus discursos más célebres: “tuve un sueño…”, y soñaba que un día la discriminación contra la raza negra había desaparecido en los Estados unidos, ese país tan contradictorio que en pleno siglo XX seguía lleno de espacios donde se podía leer, “prohibida la entrada a los negros y a los perros”. En realidad Luther King no hablaba de un sueño sino de un ideal, hablaba de aquello por lo que estaba luchando cada día, empeñando su talento y arriesgando su vida, junto con muchos otros, tanto que un día, esa lucha efectivamente le costaría la misma vida. Él y muchos, estaban convencidos desde sus principios religiosos que este mundo puede ser distinto si nos proponemos cambiarlo.
De esto quiero hablar. No tanto de la descripción de nuestra realidad, que la conocemos porque la experimentamos cada día, sino de las causas que ha provocado lo que vivimos, y de las posibilidades de cambiar esta realidad, apoyados en nuestras convicciones y en nuestras esperanzas. Los sueños, sueños son, decía el poeta, en cambio los ideales son motores potentes para desarrollar a las personas y a las sociedades, los ideales exigen talento y compromiso. El más grande ideal para la vida humana es el Evangelio, el más grande modelo para nuestra realización es Cristo. Aquí radica toda la riqueza de nuestra respuesta y de nuestro compromiso con la realidad que vivimos.
Debemos ser protagonistas frente a nuestra realidad
Una reflexión hecha por nuestros obispos mexicanos recientemente, en la que describen la realidad de violencia en la que estamos envueltos, concluye con mucha firmeza, sin más preámbulos: “Perdemos el tiempo cuando buscamos culpables o esperamos pasivamente que sea solo el gobierno quien dé solución a los problemas que son de todos.
Debemos actuar ya, cada quien en su propio ámbito de competencia. Las autoridades con los recursos propios que le proporciona el Estado de Derecho para el ejercicio de su actuación; la sociedad civil, asumiendo responsablemente la tarea de una ciudadanía activa, que sea sujeto de la vida social; los creyentes, actuando en fidelidad a nuestra conciencia, en la que escuchamos la voz de Dios, que espera que respondamos al don de su amor, con nuestro compromiso en la construcción de la paz, para la vida digna del pueblo de México”.
Frente a una realidad compleja las soluciones son muy complejas. Debemos comenzar por identificar las causas para proponer los remedios.
Urge en este año electoral una manifestación decidida, expresada en el voto por el México que queremos.
“El desencanto no puede ser la nota distintiva de nuestro tiempo”, por eso dice que la iglesia exhorta a los laicos a ejercer un voto razonado con fines de cambio por una mejor sociedad”. Así las cosas

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018