Si alguien se ha caracterizado por ser un prudente político es Julen Rementería. La habilidad para ir jugando las fichas del ajedrez y su serpentineo, hasta cierto punto con astucia en la política, le ha proferido, hasta el momento, una exitosa carrera en ese ámbito nada fácil.
Eso le ha valido a Rementería del Puerto, empresario en sus inicios en el puerto de Veracruz, ex miembro de la Canaco desde donde inició su trayectoria para llegar primero como regidor, y luego como alcalde, de la ciudad más importante del Golfo de México.
En puestos de elección popular ha sido casi de todos, menos agente municipal, y precisamente ganó sus mayores simpatías ciudadanas en esos cargos, como fueron los de presidente municipal, diputado local, legislador federal, y ahora Senador.
Pero la descomposición del proyecto pactado con los Yunes, en una incierta apuesta a que se quedarían anclados por 20 años con el poder en Veracruz, y que al final se convirtieron sólo en dos, como gobernantes de la entidad veracruzana, parece que lo ha ubicado como uno de los más damnificados de la debacle del PAN y del clan que incluso tenía en sus manos hasta el partido.
Además de esas representaciones ha sido también coordinador de Puertos y director de Centros de la secretaría de Comunicaciones y Transportes, SCT, en el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, lo que lo consolidó entre el panismo veracruzano.
Pero su jugada ha ido de mal en peor, y si no le imprime esa prudencia y astucia que lo ha caracterizado, estaría perdiendo su proyecto dentro de la política, que incluye el plan de ungir a su hijo Bingen como candidato a la alcaldía de Veracruz, pero además la ansiada gubernatura para su persona, por donde se dejó convencer de unirse a los Yunes, situación que lo empieza a sacar de sus casillas, empeorando su nerviosismo y haciéndole caer en severas pifias.
La más grande, la reciente patada en falso lanzada contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, y que vía redes sociales, y en la imagen entre el colectivo, se le revirtió a todo lo que da. El famoso “longanizagate” fue altamente dañino para el porteño, quien lo único que puede presumir quizá es el honor de que el máximo jefe de las instituciones se ocupó de su persona con una revirada contundente. “Yo no como chorizo azul “, le diría.
Ahora, se suma y aparece al frente de los reflectores, con el objetivo claro de acapararlos en busca de hacer más ruido para Veracruz, -incluso bajo el hashtag Operación Veracruz- pero en lo que parece otra barrida fallida en home, en alusión al argot beisbolero.
Encabezar a los senadores y en primera plana en un medio local de esta semana pidiendo la desaparición de poderes en Veracruz. Al frente de una llamada Operación Veracruz para arremeter contra el gobernador Cuitláhuac García. Otro error de cálculo.
Rementería se fue con la empinada que sufrió Yunes Linares en el 2018, al imponerse la soberbia y el exceso de confianza, y perder la gubernatura para los próximos seis años, primera parte del pacto Yunes-Julen. Los siguientes seis a ganar en las elecciones del 2024 serían para Julen, y antes, la alcaldía porteña sería para su hijo Bingen en el 2021, después del periodo de Fernando Yunes Márquez. La tercera parte del plan era cederle a su vez al mismo Fernando la gubernatura en el 2030, otro sexenio más en un imperialismo neto de estas dos familias que les permitiría enquistarse por un periodo del 2016-2030.
Pero el cuento de hadas azul se cayó desde el año pasado cuando no se pudo revalidar la gubernatura de dos años. Y con ello se derrumbó o al menos se complicó más el futuro de Rementería del Puerto.
A esto, y en medio de su desesperación, se le suman los pasos en falso que empieza a dar. La ansiedad parece ganarle.
Si Julen Rementería sigue manifestando esos desaciertos, no tardarán en darle un apretón desde la Cuarta Transformación, que ya se vio que pacífica pacífica no es. Que inofensiva y todo amor y paz como pregona su máximo dirigente tampoco. Y si a Yunes y a Winckler ya se le está cocinando aparte, pueda pasar lo mismo con Rementería.
La tregua la marcó Rocío Nahle, luego de que se le fue con todo a la yugular y lo acusó de millonario desvío cometido en el 2017, año que estuvo Julen al frente de la Siop. Tras los golpes contundentes en campaña dados por la morenista Nahle, hoy secretaria de Energía, se gestó un cónclave con el diputado federal, Rodriguez Exsome como puente, para la reconciliación.
Se acordó una tregua, por lo que la solicitud en la Cámara de Diputados de que interviniera la ASF para revisar al Senador panista cuando fue funcionario, se quedó ahí archivada, solo con el sello de pendiente. Y esta se la pueden revivir en cualquier momento.
Por eso Julen debe mostrar esa serenidad, capacidad política y habilidad que lo caracteriza, o estará empeñando y poniendo en juego su futuro, el de su hijo, y el de su tribu al interior del panismo estatal, que al menos demostró haberla jugado bien con el candidato adversario a la corriente yunista, el de Joaquín Guzmán Avilés, ya colocado en el pódium del CDE de Acción Nacional.
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