Están registradas declaraciones textuales de Andrés Manuel López Obrador hechas hace siete años y de manera coincidente desde aquel entonces, prometió lo mismo de lo que está haciendo hoy en día como presidente de México.
De que es terco y testarudo no hay la menor duda. Es como si tuviera una memoria fuera de serie de volver a usar el mismo vocabulario y por ende las mismas ideas.
Desde aquel entonces marcó el rumbo y es el mismo plan de gobierno para reactivar la economía en cuanto asumiera la Presidencia de la República.
Lo que manifestó en aquella ocasión fue un 20 de febrero del 2012 y no ha cambiado una sola coma.
Lo que ha continuación de este escrito debiera de ir entrecomillado, pero por ser idéntico a lo que ahora realiza no se estimó conveniente:
Rebajar el 50 por ciento a los funcionarios que tengan un salario que supere los 200 mil pesos.
Eliminar los privilegios de la alta burocracia (renta de aviones y helicópteros), viajes de primera clase, viáticos para hoteles y restaurantes de lujo, gastos médicos en el extranjero, bonos de todo tipo, vales de gasolina, etc. Con estas medidas espera el tabasqueño obtener 600 mil millones de pesos anuales para destinar a la creación de siete millones de empleos durante su mandato.
Combatir la corrupción en todos los órdenes de la administración pública.
Los pequeños y medianos empresarios que generan el 75 por ciento de los empleos de la economía formal, se beneficiarían, al igual que al conjunto de la población, con la reducción de las tarifas de gasolina, gas, diesel y energía eléctrica. Al final del sexenio México tendrá cinco nuevas refinerías gracias a las cuales dejará de importar combustibles. Es el único cambio ya que solo hará una, la de Dos Bocas y se entiende por la nueva tecnología automotriz de los vehículos híbridos y eléctricos.
Tampoco se crearán nuevos impuestos.
El gobierno volverá dar apoyo al campo y a los campesinos para que el país produzca los alimentos que consume, se reactive la economía rural y se rescaten regiones que por el abandono en que cayeron en los gobiernos del PRI y del PAN hoy están a merced del narcotráfico.
El combate a la inseguridad pública ya no será asunto de policías y soldados, sino de expertos en educación, alimentación, salud, empleo y actividades recreativas y culturales.
Se adoptará un método radicalmente distinto al que se aplica en la actualidad para profesionalizar a la policía y comenzar el retorno del ejército a los cuarteles a partir de la mitad de su sexenio.
Se ampliará el sistema de instituciones educativas públicas, para que ningún joven se quede sin posibilidad de cursar estudios superiores. La ética, lógica y filosofía, volverán a formar parte de los programas de estudio en las escuelas de enseñanza media superior.
En la medida que la economía se reactive, se multipliquen los empleos, se construyan más escuelas y se promueva el bienestar social, de la cuna hasta la tumba, surgirá un nuevo país.
Los fundamentos de la república amorosa, que en todo momento guiarán la acción del gobierno para buscar la felicidad del pueblo, disminuirán drásticamente los crímenes de odio, discriminación, exclusión y los privilegios de unos cuantos en detrimento de los derechos esenciales de más de cien millones de mexicanos.
Esto lo dijo hace siete años y no ha cambiado su forma de pensar de cómo se debe gobernar en un contacto directo con el pueblo.
Que se logre todo lo que él ha propuesto…eso ya no depende de él…. Depende de nosotros.
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