Este miércoles hubo una reunión entre el o los organismos que tienen que ver con los festejos de la fundación de los 500 años, con autoridades municipales y los representantes del gobierno estatal electo que tomará posesión el 1 de diciembre.
Llama la atención esta vez que se haya hecho una reunión directa con el presidente municipal del puerto de Veracruz, de extracción panista, Fernando Yunes Márquez, sus colaboradores y funcionarios designados para esta comisión, pero que el encuentro, privado por cierto, no haya sido nada amigable.
O al menos en el cónclave para analizar las tareas que se emprenderán con motivo de la incursión de los españoles en tierra firme en abril de 1519 (se asienta en la historia el 22 de abril pero hay variadas fechas del asentamiento formal del ayuntamiento) no hubo armonía entre las autoridades municipales, futuras estatales y el comité de festejos, cuyo vicepresidente y apoderado es el abogado Jaime Baca Olamendi.
Y es que desde el pasado 31 de agosto cuando la Universidad Veracruzana y la Fundación 500 Años de la Vera Cruz, A.C. firmaron un convenio general de colaboración con una testigo de honor, la historiadora y escritora, Beatriz Gutiérrez Müller, la invitación no se hizo extensiva al alcalde porteño.
Claro, uno de los miembros del clan Yunes, con todo lo que arremetieron durante la campaña electoral y ofendieron al hoy presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, no podía estar en el mismo evento con la esposa de AMLO, cuando estaba muy fresca la encarnizada batalla electoral.
Esa misma guerra difícilmente se podrá evitar en medio de los preparativos y quedó de manifiesto en una fría y tensa reunión que tuvo lugar en el hotel Diligencias, la que se volvió más tirante cuando el alcalde Fernando Yunes prácticamente exigió obras a cambio de la participación del ayuntamiento como una especie de condicionamiento.
Esto por supuesto que no gustó al próximo secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, quien encabeza la parte del futuro gobierno estatal, y a quien tocará el siguiente año enfrentar el gasto y organización de este evento, el principal en ese sentido de la nueva administración estatal, pues tendrá lugar apenas a cinco meses de haber tomado posesión.
Incluso el munícipe ejemplificó que se debería hacer algo similar a los festejos del Bicentenario de la Independencia y al mismo tiempo centenario de la Revolución. Yunes Márquez no es nada tonto, por eso pidió obras para el municipio de Veracruz, pero que más que nada significaría una oportunidad de manejar más presupuesto.
Y es que en la Ciudad de México, el derroche fue millonario. El parque Bicentenario por ejemplo, costó 2 mil millones de pesos, la famosa y polémica Estela de Luz 640 millones de pesos, y fueron sólo parte de los más de 2 mil proyectos que en acciones y obras se realizaron en el marco de dicha celebración.
Pero en Morena y a pesar de que la cultura viene de la mano de la izquierda, no les mueve el invertir mucho dinero en los festejos, sino hacerlo más bien representativo y trasladar la historia a los tiempos modernos, más que dar obras y el despilfarro. Con eso de la austeridad pues no hay de otra.
Cisneros Burgos traía sin duda, el mazo preparado. Las versiones indican que en el ambiente frío en cuanto a las relaciones políticas, fracturadas como están, se veía una intención de “dejar hacer dejar pasar” es decir, el ayuntamiento podría hacer o pedir lo que quisiera siempre y cuando corriera por su cuenta.
Más bien el discurso fue encaminado a que “ustedes hagan lo que quieran, nosotros hacemos nuestras cosas”. Mensaje que no hizo más que enmudecer al otrora ensoberbecido alcalde panista al que no le quedó más que observar como se desvanecía su propuesta sin insistencia ante quien fuera el artífice de la estructura electoral de Morena en todo el estado.
Luego que son su escasa comitiva partió el futuro segundo personaje en importancia del gabinete de Cuitláhuac García, el alcalde porteño se quedó unos 15 minutos a escuchar las conjeturas de sus colaboradores como el director de Obras, Luis Campa, para exculparse nada satisfecho, que debía acompañar a su esposa para ir a atender a su bebé.
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