Por Maquiavelo
Columna: Se dice
Solo hubo un culpable
2018-07-06 | 09:32:16

Por más especulaciones que se hagan sobre lo que ocurrió el pasado domingo donde arrasó Morena en la gubernatura, senadurías, diputaciones federales y locales en el estado de Veracruz, la conclusión es solo una, muy clara y definitiva, el pueblo marginado y la sociedad veracruzana votó en contra del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.


 


Un funcionario estatal que en lugar de gobernar se peleó con todos, ya se tratara de políticos duartistas, fidelistas, priistas o morenistas, dejó de pagar los compromisos del gobierno estatal, contratistas que cumplieron con sus obras, proveedores que proporcionaron servicios y hasta con sus viejos amigos y conocidos los trató mal. Miguel Yunes Linares pensó equivocadamente que con meter a la cárcel al exgobernador Javier Duarte de Ochoa y los miembros corruptos de su gabinete cumplía cabalmente con la compleja tarea que le fue otorgada al ganar la elección.


Su peor error fue pelearse con los periodistas de la gran mayoría de los medios, establecer claras diferencias de beneficiar a unos cuantos y perjudicar a otros que son la mayoría, los que poseen el mayor poder informativo.


La facultad que más lo caracteriza es la facilidad innata de hacer enemigos.


Lo peor fue arrastrar a su propia familia y embarcarlos en una aventura política que de antemano sería un fracaso por el repudiado nepotismo. Pocos hombres son llamados a gobernar, pero sobre todo, debe gobernar sabia y prudentemente a su familia y su casa.


Si se consideraba una persona inteligente y conocedora del quehacer político, en esta elección mostró su gran ignorancia por la enormidad de sus errores.


Saber gobernar es saber elegir.


No supo pasar de la ética, de los principios a la ética de las responsabilidades. Lo que le hizo mucha falta fue la razón, buen sentido, cordura y juicio.


Además del grave daño moral y físico causado a sus familiares directos arrastró a miembros de su gabinete, alcaldes y legisladores que se la jugaron y arriesgaron todo su patrimonio político, y sobre todo, aquellos panistas de abolengo que no estuvieron de acuerdo con la monarquía, pero por amor y convicción partidista sufrieron la humillación de la peor derrota electoral. La ingratitud en este caso es hermana de la traición, así lo sienten los que hasta el final lo apoyaron.


Estaba seguro Yunes Linares que si llegaba su hijo no tendría que pasar por la peor aduana del combate a la corrupción, la de tener que dar cuentas exactas sobre los recursos públicos gastados y lo que tanto presumió de haber recuperado con respecto a los bienes materiales y del dinero en efectivo de los funcionarios que están en prisión, como los que obligadamente pagaron la costosa impunidad de la anterior administración estatal.


Un gobierno que encarcele a alguien injustamente, el sitio adecuado para dicha persona que lo hizo, es precisamente la cárcel.


En esta última parte de su administración estatal debe tener de manera clara y objetiva que  debe gobernarse a sí mismo antes que gobernar a otros.


Perdió el político veracruzano Miguel Ángel Yunes Linares su gran oportunidad de llegar a trascender como un buen gobernador.

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