Esta columna informa a los respetables lectores de la misma, que en acatamiento del último boletín judicial que ordena a todos los mexicanos no ofender ni denostar, ni con el pétalo de algún mal pensamiento, al señor Javier “N”, conocido en sus ayeres como “Javidu”, quién para mayores señas y reconocimiento de sus obras mayores y menores fuera reputado como miembro principalísimo de la nueva generación de gobernadores por el mismísimo señor presidente de esta República, señor Peña “N”, se abstendrá de nombrar por su verdadero nombre y apelativo a dicho personaje.
Se recomienda a los aludidos y apreciables lectores no confundir al tal señor “N” con el legendario exgobernador de San Luis Potosí, Gonzalo “N” Santos, habilidísimo forjador de metáforas de gran inspiración para la encumbrada nomenclatura política mexicana, como aquella de que: “la Moral es un árbol que da moras”.
También pedimos a nuestros queridos lectores no hacer una indebida vinculación del señor “N” que nos ocupa con el señor “N” Durazo, aguerrido introductor de la arquitectura griega en nuestras tierras tropicales, a cuya férrea defensa de los valores antiguos debemos la magna obra de El Partenón, entre otras de menor importancia. Todo esto en tiempos del señor José “LP”, cuyas divisas eran el orgulloso nepotismo y el amiguismo a flor de piel.
La vinculación a proceso penal, como se dice en términos técnicos, es decir, haber podido establecer que hay fundamentos para creer, todavía no probar, que el señor “N” cometió los delitos de delincuencia organizada y operación con recursos de procedencia ilícita, lograda el viernes pasado por la PGR, es apenas el primer paso en el largo proceso que se vivirá antes de que los veracruzanos barrunten algo de justicia contra quien gobernó esta entidad con entera impunidad.
Si existiera normalidad democrática en el país, si hubiera un sistema confiable de justicia, si operaran con eficiencia los contrapesos de poder, el señor “N” hubiera sido detenido con mucha anticipación, desde los primeros años en que la Auditoría Superior de la Federación encontrara anomalías en cada ejercicio anual de su gobierno.
Pero sucedió lo mismo que con “N” Durazo o “N” Santos, Javier “N” hizo y deshizo porque así lo permitió el sistema, al frente del cual opera el señor Peña “N”.
Los 3 mil 148 millones de pesos que la PGR logró acreditar como posibles desvíos del erario veracruzano, son apenas la punta del iceberg del enorme boquete financiero que armó el “N” señor. Y el financiero es sólo una parte de la mala administración que ejerció el susodicho en Veracruz.
Centenas de desaparecidos durante este mandato, de los cuales los órganos de justicia a sus órdenes nunca esclarecieron nada; decenas de fosas ahora descubiertas por la acción civil, pero que durante mucho tiempo estuvieron ahí ante la pasividad, ignorancia o contubernio del gobierno veracruzano; periodistas perseguidos y/o asesinados; crímenes contra la salud de niños y familias enteras; atentados contra la educación y el bienestar en las comunidades por la retención o desvíos de las partidas federales destinadas a municipios o a la UV; el crecimiento de la actividad delincuencial, alentada por la pasividad gubernamental o por su criminal contubernio; el futuro endeudado, la esperanza quebrada, la angustia social multiplicada, nada de eso está en los argumentos de los fiscales de la PGR en el proceso que se le sigue a Javier “N”.
¿Seguirá siendo cierto aquello de que la Moral es un árbol que da moras? ¿O se abrirá en el país una nueva acepción para moral pública y ética republicana?
Lo dicho, necesitamos con urgencia un cambio verdadero.
marco.a.medinaperez@gmail.com