Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
Muy mala comparación
2016-11-24 | 09:25:21
“¿Está caliente?”. Eso le preguntó don Algón a su nueva secretaria cuando la curvilínea chica le llevó el café. “No, señor -respondió la muchacha-. Pero puedo calentarme rápidamente”... Don Martiriano le contó entre risas a doña Jodoncia, su mujer: “Tuvimos en la oficina una junta muy divertida. Se trataba de ver quién va a llevar el pastel para la reunión de Navidad, y alguien propuso que lo llevara el más pendejo”. “¿Y tú por qué?” -saltó de inmediato doña Jodoncia... Nasardo, joven organista, sostenía una ilícita relación de carácter fornicario con su vecina, señora que gustaba del repertorio organístico, especialmente de la obra de Bach. Una tarde, cuando la irregular pareja estaba apenas en el foreplay o prolegómenos de la coición, se oyó llegar un coche. “¡Mi marido! -exclamó llena de sobresalto la mujer-. ¡Rápido! ¡Suspende la tocata y emprende la fuga!”... La maestra les preguntó a los niños: “¿Quién dijo: ‘El respeto al derecho ajeno es la paz’?”. Pepito levantó la mano para responder, pero la profesora le dio la palabra a Juanilito. Contestó el niño: “Lo dijo don Benito Juárez”. “Muy bien -admitió la maestra-. ¿Y quién dijo: ‘Va mi espada en prenda, voy por ella’?”. Otra vez Pepito quiso contestar, pero la profesora le dio la oportunidad a Rosilita. Respondió la niña: “Lo dijo Guadalupe Victoria”. “Perfectamente -la felicitó la profesora-. Con esto damos por terminadas las preguntas sobre frases célebres”. Pepito, irritado, masculló con enojo desde el fondo del salón: “¡Vieja mamona!”. La maestra alcanzó a oír aquello y preguntó furiosa: “¿Quién dijo eso?”. Respondió Pepito: “¿Ya se le olvidó, maestra? Lo dijo Bill Clinton cuando Mónica Lewinsky contó lo que le hacía en la Casa Blanca”... Las comparaciones son ¡oh! diosas. A Groucho Marx -el Marx bueno- le preguntaban: “¿Cómo está su esposa?”. Él solía responder con otra pregunta: “¿Comparada con la de quién?”. Cuando a dos se les compara uno de los dos repara. Seguramente López Obrador pondrá reparos a la comparación que algunos pretenden hacer entre él y Donald Trump. Y tendrá razón en objetar esa supuesta analogía. No creo que se pueda asimilar a ambos personajes. Se habla del carácter mesiánico de López Obrador, parecido al de Trump, y se afirma que los dos ofrecen soluciones simples a problemas complejos. Sin embargo advierto en AMLO un elemento de carácter ético totalmente en el magnate a quien un encadenamiento de inusuales circunstancias llevó a la presidencia de su país. ¿Que el triunfo de Trump favorece la aspiración de López Obrador? Habría que analizar con detenimiento esa aseveración, y ahora no tengo tiempo para hacer ese análisis, pues mi mujer me va a llevar al cine. A primera vista no creo que la victoria del republicano influya ni para bien ni para mal en las posibilidades del tabasqueño. Un rato largo falta aún para el
2018, y la tormenta provocada por la sorprendente victoria de Trump se habrá disipado para entonces. Vuelvo a invocar a Perogrullo: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Lo cierto es que independientemente de lo que suceda en el país vecino lo que está sucediendo en el nuestro -la rampante corrupción; la impunidad reinante; los continuos yerros de quienes ejercen el poder- allana cada día más el camino de López Obrador y lo confirma en el primer lugar de las encuestas. Juzgue cada quien, según sus simpatías y diferencias, si eso es para bien o para mal. Yo declararía en este momento mis diferencias y simpatías, pero mi mujer me está diciendo que se nos va a hacer tarde para el cine. Con permiso. FIN.


MIRADOR ›armando fuentes aguirre Dicen los que eso dicen que la barca es el fantasma de una barca. En las noches de niebla se acerca al muelle, casi invisible en la niebla y en la noche. Está ahí unos minutos, los suficientes para poner temor en el ánimo de quienes la ven. Luego se aleja y desaparece entre la bruma. Se le mira una sola vez al año, en la fecha en que perdió la vida la hija del capitán Ahab. Nadie sabe de qué murió la joven. Iba feliz y alegre, pues se había avistado el barco del hombre con el que se iba a casar, y un instante después estaba muerta en un charco de sangre. Fue como si un arpón le hubiera traspasado el pecho. El capitán no supo que la joven había muerto. Él mismo murió en el mar, buscando una misteriosa ballena blanca a la que lanzó un arpón momentos antes de morir. ¿Quién llega al puerto en aquella barca fantasmal? ¿Es el novio de la muchacha? ¿Es su padre? ¿Es la muchacha misma convertida en barca? Nadie lo sabe. Preguntas son ésas que se lleva el mar. ¡Hasta mañana!...
MANGANITAS ›por afa “Llegó un frente frío”. Enojado por demás exclamó un tipo corriente: “¿Porqué se le llama ‘frente’? ¡Yo el frío lo siento atrás!”.

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