De los doce estados en donde se efectuaron elecciones antier domingo es el de Veracruz, el más endeudado con 45 mil 880 millones de pesos y el menos es Tlaxcala, con solo 33 millones de pesos. Esa es la tabla de la gran diferencia en que se encuentran los gobernadores, Javier Duarte de Ochoa y Mariano González.

El de Puebla, Rafael Moreno Valle, va a dejar una deuda de 9 mil 104 millones pero con una gran obra material, que transformó sustancialmente al vecino estado.

El grave problema que tiene la entidad veracruzana es que tiene comprometido el 85 por ciento de las participaciones federales. Las obligaciones económicas son sustanciales bastante serias para el próximo gobernante.

Se puede considerar que el gobierno del estado de Veracruz está totalmente en quiebra. Con estos números rojos no se explica, el por qué, del gran interés de la clase política local en ganar las elecciones. Si se tratara de una empresa seguramente a nadie le interesaría comprar un negocio que se encuentra en estas condiciones.

La entidad veracruzana al igual que otros estados del país depende de las partidas federales que significan casi el 90 por ciento de sus ingresos.

El próximo gobernador tendrá que hacer milagros para solventar la situación financiera, sobre todo en el primer mes que tiene que pagar aguinaldos y facturas atrasadas de un elevado número de acreedores y prestadores de servicios, especialmente la deuda que tiene con la iniciativa privada.

El final de la alianza

Después del experimento de una alianza en Veracruz para la gubernatura no creo que les queden ganas de repetir el PAN y el PRD, volver a unir el agua con el aceite. Lo más conveniente para Acción Nacional es ir de solitario antes de pensar en ligarse con el Sol Azteca, un partido que va en franco desplome.

Los azules han mostrado más fuerza en estados donde no va aliado con el PRD como en Tamaulipas, Aguascalientes, Tlaxcala y Chihuahua. Los que habían pensado que podrían ir juntos para la elección presidencial en el 2018, el problema es que no cuenta ninguno de los partidos con un buen candidato.

Estamos frente a la última alianza entre la derecha con la disminuida izquierda de los “chuchos”.

La realidad es que sin esta coalición, si hubieran ido solos no hubiera ganado el candidato panista Miguel Ángel Yunes Linares.

El PRD rojo de Fidel Herrera y Javier Duarte transformado en el PRD azul de Ricardo Anaya y Yunes Linares, es solo un negocio político.
Lo grave es que tanto el PRI como el PAN, sin alianza, no son competitivos en ningún estado del país.

Morena demostró que es el único partido que no requiere de ningún otro instituto político para hacer un buen papel en cualquier elección.