El licenciado Ignacio Morales Lechuga, recibió ayer en la sede de la residencia de la embajada de Francia en México, la Condecoración de la Legión de Honor en Grado de Oficial, que le otorga el gobierno francés por acuerdo del presidente Françoise Hollande.

Dijo, que “Hoy es un día muy especial en mi vida; el honor que Francia me concede por su digno conducto es el mayor reconocimiento que me honra y me compromete.

Mi profundo agradecimiento para su gobierno y para usted; hace algunos meses, tuve la oportunidad de agradecer esta distinción personalmente al presidente Francois Hollande y al ministro Laurent Fabius. Es una gran alegría porque no sólo recibo este galardón de un gran país. Para mí también, Francia es parte importante de mi vida, por varias razones.

Mis estudios profesionales estuvieron inspirados en la cultura jurídica Napoleónica; mi familia es binacional y en lo personal, haber representado a mi país ante Francia, me marcó y me cambió.

Mi admiración a Francia es muy grande y, cada día se acrecenta aún más; es un país generoso, asilante, libre, plural, integrador, respetuoso de los Derechos Humanos y en búsqueda de la igualdad social. La calidad de vida que disfrutan los franceses, el ejercicio de sus libertades políticas y los servicios que el Estado les brinda, son testimonios de ello.

Cuando regresé de mi desempeño como embajador, venía envuelto en reflexiones personales sobre los contrastes sociales y económicos que en México existen y que, Francia, ha logrado superar; por ello volví convencido de la necesidad del cambio y la transición. Transición con transacción. Transición pacífica, pero sostenida.

Francia es un país bello y armonioso. Su armonía es producto de su policromía política, cuna de intelectuales, filósofos e historiadores. Podríamos decir que Francia se ha recreado como la Atenas de los países latinos, sus pensadores han marcado diversos rumbos de la humanidad. Octavio Paz decía que hablar con un francés era siempre la oportunidad de aprender algo nuevo.

Eso es Francia, una sociedad en constante evolución, discusión y análisis pero que a la vez, no busca el futuro anteponiendo el pasado, sino siempre construyendo, lo cual es patente en su arquitectura política, como bien lo marca el fenómeno de la cohabitación.

Cómo no admirar a un país que 50 años después de haber peleado en contra de la ocupación, el presidente Mitterrand tomado de la mano del Canciller alemán Helmut Kohl, fueron capaces de articular la Unión. En ese año 1994, las botas alemanas pisaban nuevamente Campos Elíseos, pero en esta ocasión sus tacones traían las semillas de la Unión y del perdón. Francia había superado los agravios de las Guerras Mundiales con la ilusión y esperanza de construir la Unión Europea.

Sabían que no podían enfrentar solos los retos que el mundo traería consigo en el siglo XXI, Europa necesitaba la Unión y con el impulso de Francia hoy es una realidad; el sueño de Víctor Hugo se materializa.

Francia ha logrado resolver o está en vías de hacerlo, sus retos de identidad, de arraigo, de educación, salud y otros como la migración, adicciones, narcotráfico o conflictos étnico-religiosos. No ha dejado de ser un país asilante y en búsqueda de la integración pese a algunas voces en contra.

Los franceses piensan y discuten todos los temas sociales o políticos. Recordando a Octavio Paz, parece ser que salen del Liceo con un programa de políticas públicas bajo el brazo. Los medios diariamente consignan debates. En todos ellos colocan siempre al ser humano en el centro de sus preocupaciones.

Jean François Revel, hombre de izquierda, siempre se opuso a aquellos admiradores de Stalin, para proclamar que se necesitaban sistemas políticos y de gobierno que atendieran lo social en forma prioritaria, pero al mismo tiempo liberales, y que garantizaran la inversión productiva a todo el mundo.

Francia ha sido capaz como lo fue Atenas en su momento de acoger e impulsar las bellas artes. Bajo su cobijo, surge el movimiento pictórico más importante del siglo XX: El impresionismo. Después, el cubismo. Nuestros grandes artistas tales como Rivera, Tamayo, Kahlo, Toledo y muchos otros más, se han formado bajo la calidez y dirección de los maestros franceses.

Grandes arquitectos mexicanos se han formado también en Francia inspirados en la belleza urbanística y arquitectónica. Le Corbuisier ha sido uno de los grandes maestros, el cual ha contribuido en esta formación.

Las escuelas de derecho, herederas de Roma y de Napoleón, han formado grandes maestros civilistas y constitucionalistas mexicanos. Sería interminable la descripción de todos los beneficios que la relación franco mexicana ha producido.

No puedo terminar esta intervención, sin hacer alusión a la generosa respuesta de 1984, cuando el presidente Mitterrand por conducto del ministro del interior Pierre Joxe, dió a nuestro país un apoyo sin paralelo, asesorando en la profesionalización, moralización y modernización de las corporaciones policiales mexicanas. México estaba inmerso en profundos cambios y el ejemplo de Francia y su cooperación ayudó a mejorar el estado de nuestras instituciones de seguridad hasta ese entonces abandonadas y rezagadas.


En 1985, cuando vivimos la tragedia del sismo del 19 de septiembre, en menos de cuarenta y ocho horas, Francia organizó brigadas de bomberos de Marsella, equipos de rescate apoyados por perros de búsqueda y médicos sin fronteras, que llegaron a salvar y a rescatar cientos o miles de vidas de personas atrapadas bajo los escombros de los muchos edificios en ruinas.

Jamás hemos olvidado los mexicanos ese gesto generoso de ayuda y solidaridad en momentos que el dolor y la tragedia hacia que reinase la confusión. No sabíamos qué hacer, no había protección civil.

Hoy asumo el compromiso de ayudar y apoyar a todo ciudadano francés que lo necesite y lo requiera en nuestro país. De esta forma creo que responderé al alto honor que se me ha conferido.

Como la mayoría de los franceses, lo que he podido construir en mi vida ha sido fruto del esfuerzo diario y la disciplina, apegado siempre a los valores que me inculcaron mis padres y al apoyo permanente de mi esposa e hijos.

Ignacio Morales lechuga, significo en ese acto: “Francia es un país amigo que está junto a México y nos acompaña, que ha abierto sus puertas a nuestros estudiantes, al comercio y a la actividad económica.

Por eso mi cariño por ese país es tan grande y me cuesta trabajo expresarlo porque va más allá de mi agradecimiento.

Pero me siento más honrado de recibir el reconocimiento de una diplomática brillante, inteligente y dedicada como usted señora Embajadora. Su ejemplo me ha contagiado, tomó usted la relación bilateral en el que probablemente ha sido el nivel más bajo y delicado en los últimos cincuenta años, y bajo su mano se encuentra hoy en un nivel óptimo.

Los presidentes Enrique Peña Nieto y Francois Hollande rememorando a sus pares Charles de Gaulle y Adolfo López Mateos, reconocieron que Francia y México deben caminar de la mano, como otrora lo hicieran Kohl y Mitterrand.

Embajadora, el día que usted parta, tenga por seguro que no olvidaremos que su presencia y su trabajo en nuestro país hizo la diferencia entre las relaciones franco-mexicanas y por lo mismo siempre la llevaremos en el corazón muchos de los mexicanos que la queremos y apreciamos. Gracias”.

La embajadora de Francia en México, Elisabeth Beton Delegue, destacó la gran trayectoria del licenciado Morales Lechuga como un excelente impulsor de las relaciones entre ambas naciones que hoy se estrechan más entre los gobiernos del presidente Hollande y el presidente de México, Enrique Peña Nieto, con importante programas y proyectos que fortalecen a la economía, la industria, el empleo y la cultura con auténticos intercambios tecnológicos y de servicios que contribuyen a una mayor contribución entre estos países.

Presentes, además de funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, el ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, Jorge Castañeda y Eduardo Osorio Chong, entre otros distinguidos invitados del licenciado Ignacio Morales Lechuga. Así las cosas.