Por Raúl López Gómez
Columna: Cosmovisión
El primer año de EPN
2013-12-01 | 21:57:43
En el primer año del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, posiblemente la visión de las grandes mayorías de este país, sin diferencia de pobres y ricos, pareciera que se registra una sola frase por el momento: nada que festejar.

Para la objetividad del ojo agudo de la gente, el mal inicio del mandato de EPN, simplemente quedó en las grandes expectativas y en lo ya se está acostumbrado en estos lares, por poco y le atinamos, nos equivocamos en el voto, hay que esperar a las próximas elecciones, los políticos no tienen memoria y otras reflexiones que aun van más lejos.

La falta de visión de un gobierno, que creó las grandes expectativas que en unos cuantos meses se diluyeron en la más horrible de las catastrofistas situaciones de todos los tiempos en este país, a causa del inicio de las grandes reformas legislativas aplicadas sin consenso y con una escasez de praxis política.

El gran inicio de un gobierno que perdió el rumbo en el limbo de la partidocracia, que con un pacto, pretende secuestrar a la nación, que se debate entre el dilema de los problemas económicos, el desempleo y la inseguridad, sin dar nada a cambio de una desmedida ambición de cuotas de poder.

Peña Nieto, a veces ausente, otras consciente, otras festivo, pero sólo en discursos huecos que ya a nadie convencen a pesar de la estereotipada imagen del gran líder que no ha podido ser, ante la falta de carácter ante quienes dominan desde los poderes cupulares que por años se han resistido al cambio.

También, se da el silencio ante lo que se registra por quienes como en algunas entidades rebasadas por la delincuencia como Guerrero y Michoacán, en donde salen hombres y mujeres a buscar meter orden y paz en comunidades y hasta en algunas ciudades, ante quienes ni siquiera se inmutan por un esfuerzo vano que requiere de la fortaleza del Estado.

Se cumple un año de protestas magisteriales que se provocaron como si se alborotara a un avispero, mismo que no se ha podido controlar por descabezar al poderoso SNTE, sin ninguna previsión y dimensión de los efectos.

En el primer año, sin los grandes resultados aun, los que deben celebrar son los que van a cobrar los grandes aguinaldos que van desde los 200 mil hasta los 400 mil pesos, para llenar de luz a unos cuantos hogares, mientras millones se debaten en la pobreza y en la desesperación por la ausencia de recursos para lo indispensable luz, agua y comida, sin contar los gastos de transporte y otros gastos elementales de salud, por sólo citar un rubro de vital necesidad.

Los políticos y los ricos de este país que son una minoría, no pueden estar molestos con la situación y tienen que festejar, porque de lo contrario, sería increíble que a pesar de sus elevadas condiciones de bienestar, comparativamente con la gente que vive en el día a día y con las peripecias de una vida desigual, pretendan no estar a gusto.

Aun, hay una luz al final del túnel, y los analistas políticos que miden el pulso del país, siguen soñando en la espera a que Peña Nieto reaccione, para cambiar a más de la mitad de su gabinete, porque simplemente al igual que algunos de los elementos de la selección nacional de futbol y metafóricamente hablando, algunos funcionarios simplemente, no dieron el ancho en la cancha y no lograron despuntar en lo que se pensó, por lo menos por parte del titular del ejecutivo federal.

Destacable que en una de las acciones inimaginables cuando hay cosas más importantes, el aparato de comunicación del estado, salió a desmentir que el presidente, no dio ningún saludo al famoso cantante Justin Bieber que vino a México dar un concierto. Inmediatamente la pregunta ¿entonces a quién saludó? y en las siguientes semanas, la necesaria creación de un vocero oficial para desmentir con mayor propiedad.

Pero como la esperanza está viva ojala y el próximo año, se den las bases para poder celebrar el segundo año del mandato peñista.

Ya sin amarguras, y con el ideal de que llega diciembre el mes más esperado del año, para algunos que viven en el materialismo y consumismo, pero para otros en que la navidad se convierte en una recarga espiritual que ayuda para seguir los otros onces meses del año.

Para quienes ven en la navidad el renacimiento de Jesús de Nazaret en sus corazones, este mes sin asistir a las grandes tiendas departamentales y sin pensar en el pavo, el bacalao o el inmenso jamón, además de las grandes compras de ropa y del cambio de auto, sólo con una mesa de frijoles, tamales, enchiladas, chiles rellenos y aunque sea un refresco o agua de horchata, realmente son felices y millones de mexicanos pueden dar testimonio y ejemplo de reunirse de forma natural y sin protocolo con sus vecinos, a los que conocen por su nombre y con los que pueden festejar y cantar villancicos, además de en primer término ir a misa para dar gracias al creador.

La gente que no pierde la tradición de la navidad como renovación espiritual y la ocasión también para el perdón en el reencuentro con los seres queridos y los amigos, en una ocasión única que se vive con más intensidad ante el mal trabajo de los políticos o de los excesos del patrón que se niega a dar el aguinaldo como un temor a no convertirse a la pobreza y con la simulación de quienes no intentan un poco equilibrar la balanza a favor de los que menos tienen. Así las cosas.

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