Cada día queda más claro la abierta y declarada polarización que existe en México entre la derecha y la izquierda, dejaron pasar cien días para que se decidieran a salir los grupos conservadores que se oponen al gobierno de “Primero los pobres” de Andrés Manuel López Obrador.
No son solo los panistas yunistas como los senadores Julen Rementería e Indira de Jesús Rosales, sino también los diputados federales encabezados por Mariana Dunyaska García y Jesús Guzmán Avilés, quienes ya salen a dar la cara y acusan severamente a los gobiernos de Morena a nivel federal y al estatal del ingeniero Cuitláhuac García.
Su frase acusatoria favorita es que son gobiernos de ocurrencias. De que están molestos e irritados con los cambios ocurridos resulta más que obvio. Perdieron muchas prestaciones, moches y favoritismos que disfrutaron ampliamente en el reciente pasado.
También los priistas se han unido a estas protestas mostrando su enojo por los recortes y las inminentes denuncias que serán presentadas en los casos de Odebretch y la estafa maestra, donde figuran como piezas claves los expresidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, que de acuerdo al fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, no solo figuran los primeros 21 funcionarios acusados sino que se trata de una lista muy larga de personas y delitos de una delincuencia bien organizada, que era como funcionaban los gobiernos federales y estatales del PRI y del PAN.
No quiso el presidente López Obrador comenzar esta cacería de millonarios corruptos sino que fueron precisamente ellos los propios panistas y priistas, quienes desesperados los que iniciaron la guerra política que ya se pronosticaba.
Al igual que a nivel nacional la batalla en contra de Cuitláhuac García Jiménez se desató mucho antes, no hay medio sufragado por los opositores yunistas en la entidad que no lo acuse de inepto e inexperto en el complejo oficio de gobernar un estado de la gran dimensión de Veracruz. Hacer análisis económicos señalando las variantes negativas resulta fácil para los que escriben en medios impresos, la reducción de miles de plazas de burócratas es un tema socorrido calificándolo de un mayor desempleo, cuando todo mundo conoce la ineficiencia de ese personal y que siempre vieron al gobierno como la mejor empresa para obtener un buen salario sin hacer nada.
No les atrae que el gobierno federal distribuya dinero a los de la tercera edad y a los jóvenes sin empleo por la vía de las becas. Lo ven como un regalo improductivo sin considerar que son la causa principal de la violencia e inseguridad por carecer este último sector generacional de un ingreso seguro y evitar que se incorporen a las bandas del crimen organizado.
Se entiende que estén molestos porque dichos recursos públicos ya no se reparten entre los que hicieron del quehacer político en sus diversas esferas una actividad económica bien retribuida. Se inventaban puestos y funciones que no generaban ningún desarrollo fuera del interés particular. Perdieron un gran negocio que les duró 36 años.
Criticar es lo más fácil y comparar cuando no existen resultados que los avalen es una tarea de los que no aceptan que este gobierno federal y estatal sean muy diferentes.
Confunden la libertad de expresión con la manera de manifestar su personal rechazo a los cambios que se requieren.
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