Si acaso fueran ciertos los números que se registraron este domingo con una militancia electoralmente inapetente, entonces quiere decir que sólo uno de cada cuatro priistas se manifestaron en las urnas, y que de los 160 mil simpatizantes registrados con “derecho a votar” -ahora resulta- solo un 22 a 23 por ciento decidieron sobre su nuevo dirigente estatal.
Muy escasa respuesta ante un dinosaurio prácticamente convertido en un “bulto” político. Por el que nada hay que hacer, y que quienes se interesaron en dirigir sus riendas saben que a lo que más aspiran es a la venta de candidaturas ya sean regidurías, alcaldías o diputaciones para poder obtener las prerrogativas y los 3 millones que por el mismo concepto le entran mensualmente a ese partido en Veracruz. De lo contrario, tendrán que demostrarlo.
En resumen los votantes acudieron a emitir su decisión en un número no mayor a 40 mil electores en toda la entidad, claro está que sería la cuarta parte o menos los que fueron a las urnas, y de los que, comentamos arriba, tienen voz y voto, pero de un millón de los adeptos que habían votado por sus candidatos a gobernador o al senado o de los 700 mil en la última elección el año pasado, esta cantidad es irrisoria.
Y esto si es que fuera una realidad que serían 30 o 40 mil los que participaron en la jornada electoral del tricolor porque sabiendo como se las gasta el Revolucionario Institucional difícilmente se podría creer en esa asistencia. En el distrito de Orizaba por ejemplo, se contabilizaron para Marlon 818 sufragios, mientras que Carlos Aceves 41 y su primo, Adolfo Arana Ramírez 206. Es decir, en toda esa demarcación apenas se registraron mil 65 votos.
En tanto, Cosamaloapan reportaron los siguientes resultados con 28 votos para Marlon, 2 Adolfo Ramírez Arana y 1 a Damara Gómez. Mismo comportamiento con mayoría para el ex colaborador duartista, pasó en Coatzacoalcos.
Y es que el exregidor porteño se alzó finalmente con la victoria, a pesar de las acusaciones en su contra de ser financiado y manejado por el ex gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares, algo que pregonaron a los cuatro vientos y en guerra sucia sus detractores. En corto y no tan en corto, el también exsecretario de Gobierno ha dejado ver que estas aseveraciones provienen desde el excandidato a la gubernatura y actual diputado federal, Héctor Yunes Landa.
Caso contrario hablaría del también ex candidato al gobierno de Veracruz, José Francisco Yunes Zorrilla.
Marlon logró la mayoría de votos. Incluso no fue una contienda cerrada, sino una distancia muy notoria. Lo que demuestra el desinterés ciudadano o una falta de certidumbre en la competencia.
Damara hizo la vergüenza junto con Carlos Aceves mientras que Adolfo Arana no le llegó ni a los tobillos.
En tanto en Veracruz, enemigos de Anilú Ingram y por tanto de Marlon, se reunían por la mañana. Un grupo de priistas encabezados por el ex dirigente municipal de ese partido, Raúl Díaz, junto con Raúl Zarrabal y las excandidatas Fabiola Balmori y Belem Palmeros.
En el puro grito y ya traicionando los ideales de ese instituto político se quedaron en la barrera, viendo los toros, el líder de la CNC estatal, Juan Carlos Molina Palacios que no ha sido sancionado ni se ha pedido su expulsión al encabezar un sector de ese partido.
Y es que Molina se declaró fuera de la banca del tricolor en el Congreso y de facto se ha vinculado a los legisladores azules que armaron un frente liderado por la bancada panista y blindar la permanencia del fiscal yunista, Jorge Winckler Ortiz.
También el otrora mencionado líder de los electricistas en el estado y de la CTM, Víctor Trujeque quiso enviar su mensaje tenebroso que no pasó de eso.
Y así el cuento se acabó. Tiene Marlon Ramírez la oportunidad de acabar con toda presunción en su contra, con los chismes, y demostrar que solo fueron diatribas y denostaciones, como tal, sin sustento en su contra. Pero lo más importante, levantar de las cenizas al tricolor, y buscar recuperar los espacios perdidos.
Tendrá que empezar por la operación cicatriz, con una Damara Gómez, de la Red de Jóvenes dentro del PRI estatal que ayer mismo descalificó y lamentó los resultados.
Si la soberbia lo invade e ignora a las voces críticas entonces Marlon Ramírez no será un buen dirigente.
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