Algo pasa en la cabeza de Andrés Manuel López Obrador que durante la conferencia de prensa matutina fue más que insistente en un tema, aunque no lo dijo por su nombre, todos los periodistas y asistentes a la interacción entre medios de comunicación y autoridad, sabían que se refirió al ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
Para algunos incluso, fue excesivo culpar al pasado. Lo mismo que durante dos años hizo el panista con la administración de Javier Duarte. Aunque mucha responsabilidad de lo que ocurre en Veracruz tiene, pero esta se extiende a dos administraciones más, la de Javier Duarte y Fidel Herrera.
Pero el ganón en la gira de 2 días del mandatario nacional, oriundo de Tabasco, fue el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, a quien se respira una total admiración, respeto y cariño hacia su persona por parte del Presidente. Elogios que debieron ser frenados por él mismo al señalar que “ya ahí le paramos porque no me gusta ser lambiscón”.
Pero ya lo comentamos ayer en este mismo espacio, al tiempo del reconocimiento hacia García Jiménez también va de la mano el compromiso que le imprime a su labor como mandatario. No es lo mismo ahora que como era con los gobiernos corruptos que lo antecedieron diría una y otra vez Andrés Manuel ante los representantes de los medios de comunicación, pero le sumó otra ventaja más, que se trata de un hombre honesto que no es mala entraña.
Vaya que si recibió elogios el mandatario pero también fue instado a informar constantemente para evitar las especulaciones, atajar las diatribas y las desinformaciones por parte de la “maleantada” que lo tienen bajo presión, y que quisieran ver su fracaso, dijo palabras más o menos de López Obrador.
Cuando refirió al pasado, a los que están buscando afectar el trabajo de la actual administración, y que dejaba bien en claro su apoyo para el gobernador, éste no pudo ocultar un esbozo de sonrisa, tratando de ser humilde ante los enaltecimientos y el inevitable espaldarazo.
Imaginen que hubieran ganado las elecciones los del pasado, “toco madera” al tiempo que emitía con los nudos de sus dedos el sonido al golpear el púlpito de madera. No estuviéramos aquí cómodos, no estuviéramos contentos.
En tanto, desesperados, y como la canción de Yuri, “periodistas al borde de un ataque..” se encontraban los compañeros reporteros cuando el mismo Presidente puso el desorden en la conferencia llamada “mañanera”. Y es que había decidido que los turnos para preguntar serían uno para los de prensa nacional y uno para los veracruzanos.
Muy pronto se rompió el orden, fueron 3 turnos continuos para los capitalinos Reforma, Radio centro, Milenio y apenas enseguida para uno de la prensa local.
Luego se fue por la Equidad de Género y cedió el turno a tres mujeres, de sopetón, no sin antes echar un grito para acallar protestas de los reporteros que se quejaban de los múltiples y repetitivos temas en la nueva pregunta de algún compañero. “Déjenlo que hable”! como el papá que pide a sus hijos no molestar al hermano menor.
Una vez que cumplieron con su turno las tres periodistas dijo una pregunta más: Y fue para un reportero del mismo medio de una de las colegas. Lo que encolerizó y casi hacía perder la compostura de más de uno de los profesionales de la comunicación.
Al final la ñapa, con el gobernador a su lado y los secretarios de Gobernación y Seguridad Pública, que nunca intervinieron, pero que estaban atentos, además de militares, el Presidente hizo su remate. Al de Seguridad por ejemplo, no gustó que una compañera periodista dijera que no se intervino de inmediato en el caso de la masacre de Minatitlán, expresado con ademanes y movimientos negando con su cabeza, lo que fue explicado por el tabasqueño. Pero hasta allí su presencia.
En tanto, la mayor parte de compañeros, luego de dos horas de la conferencia, se fueron con la pregunta en la punta de la lengua que jamás pudieron externar, claro, la agenda de Andrés Manuel debía continuar.
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