Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Frases confusas
2018-03-28 | 08:24:25

Una joven atleta extranjera conoció a un muchacho mexicano, atleta también...El trato entre ellos hizo nacer una mutua simpatía que pronto se convirtió en amistad, luego en noviazgo y finalmente en matrimonio.


 


La noche de las bodas el galán se duchó, y tras acicalarse para la ocasión salió del baño al natural, esto es sin nada encima aparte del anillo de las bodas.


 


La muchacha fijó la mirada en la parte de mayor interés de su galán y observó que tenía tatuada en ella la palabra “Mico”.


 


Le extrañó sobremanera ver tal vocablo inscrito en un lugar tan estratégico, de modo que le preguntó a su flamante maridito: “¿Qué significa la palabra ‘mico’?”. “No es palabra -replicó él-. Dentro de poco verás que el tatuaje dice: ‘Mens sana in corpore sano’”. (No le entendí).


 


A propósito de latines, otra chica halló en un libro la frase “Non plus ultra”.


 


Le preguntó a su maestra el sentido de la locución. Le explicó la profesora: “Quiere decir ‘No más allá’”.


 


“¡Qué frase tan útil! -se alegró la chica-. ¡Me la pondré en las rodillas cuando salga con mi novio!”.


 


El maestro de Geometría declaró: “Las líneas paralelas no se juntan jamás, ni aunque se prolonguen en el infinito”. Uno de los alumnos preguntó: “¿Cómo se puede probar eso? Nadie ha estado en el infinito”.


 


Se oyó una voz majestuosa venida de lo alto: “Créanle a su maestro. Yo he estado ahí”. Eglogio, mancebo campesino sin ciencia de la vida, contrajo matrimonio.


 


Ninguna experiencia tenía en el amor, de modo que su desposada tuvo que instruirlo en el momento clave. “Dale hacia adelante. Ahora hacia atrás. Hacia adelante. Hacia atrás’”. Se molestó Eglogio: “Ya decídete, ¿no?”... Pepito fue llorando hacia su madre “¿Por qué lloras?” -le preguntó ella.


 


Contó el pequeño: “Mi papi estaba clavando un clavo, y se dio en un dedo con el martillo”. “No debes llorar por eso -le dijo la señora-.


 


“Antes bien debiste haberte reído”. “Fue lo que hice” -gimoteó Pepito sobándose la parte posterior.


 


Empédocles Etílez y Astatrasio Garrajara, ebrios consuetudinarios, se corrían una de sus parrandas habituales.


 


Salieron de la cantina y propuso Astatrasio: “Vamos a un congal”.


 


Empédocles, menos borracho que su amigo, simuló aceptar, pero como vio que su contlapache ya no podía sostenerse en pie no se dirigió a aquel lugar pecaminoso sino a la casa de Astatrasio.


 


Llegó, lo recargó en la puerta, tocó el timbre y se alejó apresuradamente para no exponerse a las iras de la señora de la casa. Abrió la puerta la mujer. Con ojos vidriosos la miró Astatrasio y luego prorrumpió en furiosas voces: “¡Mujer infame! ¡Vulpeja inverecunda! ¡Aleve meretriz! ¿Conque aquí vienes cuando no estoy en la casa?”.


 


Frase de un misógino: “La única vez que las mujeres no miran el espejo es cuando van manejando”.


 


“Entre las almas y entre las rosas hay semejanzas maravillosas”. Así dice la bella canción que oí hace días en voces y guitarras de viejos trovadores en el parque Santa Lucía de Mérida, ciudad de encanto y canto.


 


Pues bien: dígase lo que se diga es posible hallar al menos una semejanza entre Hugo Chávez y López Obrador. Aquél quiso emular a Bolívar; éste declara que será como Juárez, Madero y Lázaro Cárdenas.


 


AMLO puede ser como quiera -con tal de que no sea como AMLO, dirán sus malquerientes-, pero lo cierto es que en una declaración como ésa hay un asomo de megalomanía imposible de ocultar.


 


Palabras así son propias de un caudillo; en ellas se advierte un viso de delirio de grandeza. De alguien que aspira a ser como esas grandes figuras de la historia se puede esperar todo. Otra vez los dichos y actitudes de AMLO son motivo de inquietud para muchos. Me cuento entre ellos. FIN.


 


 


 


MIRADOR


Por Armando Fuente Aguirre


 


Estas palmas de mi desierto no son bellas. Carecen de la hermosura de las palmeras árabes, cuyo tronco es esbelto como cintura de odalisca, y ni siquiera tienen el romanticismo de las palmeras borrachas  de sol a las que cantó Lara.


 


Estas palmas de mi desierto se erizan con afiladas púas. Su tronco es grueso, pues les sirve para guardar el agua que alcanzan a beber los raros días de lluvia. Es deforme su cuerpo, con brazos que se levantan o se inclinan, negadores de toda simetría.


 


Pero en los días cercanos a la Semana Santa estas palmas, cuya belleza sólo pueden ver quienes aman el desierto, dejan salir unas preciosas flores blancas, penachos de luz en las opacidades de la arena.


 


Voy por la carretera y miro esas palmas, cada una con su flor, es decir cada una con su sonrisa. Me lleno los ojos con el esplendor de su blancura, y guardo en la memoria, para los días tristes, la sonrisa de esa flor en que florecen los desiertos.


 


¡Hasta mañana!...


 


MANGANITAS


 


Por AFA


 


 


“China se enfrenta a Trump.”


 


Ilusión esperanzada


 


a que ese dato me inclina:


 


¡ojalá que la gran China


 


mande a Trump a la chinada!

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