Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Aquí no ha pasado nada
2017-11-23 | 09:36:11
“Una noche estuve con una hermosa chica -narró un tipo-. Había yo bebido tanto que la besé desde la frente hasta el ombligo”. Manifestó otro: “Entonces yo he bebido más”...

Todos los días Babalucas compraba un camello. Explicó su esposa: “Es que ve en la tele los anuncios de los cigarros Camel, y no los entiende bien”...

El oficio de profeta es muy riesgoso. Si sus profecías no se cumplen le va mal. Y si se cumplen le va peor. Es muy raro el arúspice o zahorí a quien la suerte le sonríe...

Cierto individuo puso en la ventana de su casa un letrero que decía: “Se dan clases de adivinar el porvenir”. Una bella muchacha llamó a la puerta. El tipo la hizo pasar y le ordenó: “Desvístase; tiéndase de espaldas en aquel diván; flexione sus piernas y sepárelas”.

“Oiga -receló la hermosa joven-. Usted me va a follar”. “¡Qué inteligencia! -exclamó el sujeto con tono admirativo-. ¡Ni siquiera le he dado la primera clase y ya está adivinando!”...

No sé qué sea más inquietante: saber lo que el futuro va a traer o no saberlo. Por mi parte prefiero la feliz ignorancia del hombre común. Aun así de vez en cuando me atrevo a hacer un vaticinio. Auguré, por ejemplo, que la pataleta de Ricardo Monreal y su soflama de que renunciaría a Morena acabarían en agua de borrajas, es decir en nada, y así fue: el zacatecano volvió al redil de López Obrador, y aquí no ha pasado nada.

Quién sabe qué arreglo habría entre ellos; eso no lo puedo adivinar ni acostándome en el diván del cuento. Pero ambos son políticos, y se rigen por el principio contractual romano del “do ut des”: te doy para que me des.

Algo debe haberle ofrecido AMLO al efímero disidente para que regresara, y algo ha de haber pedido él a cambio de hacer el papel de hijo pródigo. Eso de que Monreal se va a su casa a leer (qué bueno), a escribir (gulp) y a dormir mucho (se agradece) es humo de pajas.

No obstante eso considero que su decisión es acertada. No queda a la intemperie política, como Margarita Zavala, y vuelve a subir al carro que en opinión de los partidarios de López Obrador lleva uncida a la Victoria. Tampoco esa victoria la puedo predecir, pero por ningún motivo me subiré al diván.

Don Corneto abrigaba sospechas de que su esposa lo engañaba. Las abrigaba por dos razones: la baja temperatura reinante y el hecho de que su mujer salía de la casa temprano en la mañana y no volvía sino hasta tarde por la noche.

Contrató, pues, a un investigador privado y le pidió que siguiera a la señora y anotara en detalle sus actividades. Al día siguiente el detective la presentó el reporte. Decía así: “8 am.- La señora se encuentra con un hombre en un romántico café.

Ahí conversan animadamente mientras toman un desayuno ligero. 9 am.- Se dirigen a un centro comercial y hacen diversas compras. 11 am.- Van a una galería de arte y contemplan las obras ahí expuestas. 1 pm.- Salen al campo y disfrutan un pícnic con sabrosas viandas y vino del mejor en un ameno sitio a la orilla de un riachuelo-.

3 pm. Regresan a la ciudad y ven una buena película en un cine VIP. 5 pm. Meriendan en una discreta y elegante sala de té. 7 pm.- Asisten a un concierto vespertino de la sinfónica. 9 pm. Van a tomar una copa, a cenar y a bailar en un antro de lujo. 11 pm.- Toman una habitación en el hotel más caro de la ciudad y ahí hacen el amor. 1 am.- Se despiden con besos y caricias, y la señora regresa a su casa”.

Al oír eso don Corneto exclamó: “¡No lo puedo creer!”. Preguntó el detective: “¿No puede creer que su esposa lo engañe?”. “No -replicó el marido-. No puedo creer que pueda uno pasársela tan bien con ella”. FIN.







mirador

armando fuentes aguirre


¿Qué flor es ésta que florece cuando se va el otoño y el invierno llega? Las mujeres del Potrero le dan un nombre de mujer: la llaman lilia. En latín esa palabra significa “lirios”.

La flor es blanca, pero en sus pétalos se esfuma un tenue color rojo, como si su belleza la ruborizara. Su aroma no se siente: se presiente, igual que un beso que todavía no se ha dado.

Se abre a la caída de la tarde, y cuando al día siguiente brilla el sol se cierra. Tal se diría que se esconde para que nadie la vea.

Todo me gusta de esta flor: su nombre, su blancura, su perfume que casi no es perfume. Y más amo a la lilia porque sólo de noche ofrece su belleza. Algo tiene de virgen, y algo de mujer nocturna. Se vería bien en un altar, y muy bien se vería en un lecho de amor. En el altar sería santidad; en el lecho sería tentación.

Las dos voces de la flor me llaman: la del cielo y la de la tierra. Será que tiene nombre de mujer.

¡Hasta mañana!...


manganitas

por afa


“...Lana virgen...”.

Personas muy sabidoras

dicen en manera llana

que la mencionada lana

es de ovejas corredoras.

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