Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Mejor gallina, que águila
2017-01-03 | 10:16:15
No sé si escribí o no. Sí sé que lo que escribí,
o lo que no escribí, lo puse dentro de una
botella que eché -”lancé” se oye mejor- al
mar. Sé también que olvidé ponerle tapón a
la botella, y ésta se hundió riendo de mí con
un sarcástico glu glu.
Pienso entonces que nadie leerá lo que
escribí, o lo que no escribí. Sucede que con
los periódicos no se sabe nunca. Unos cierran
cuando el año se abre, de modo que no aparecen
el 2 de enero, y menos si cae en lunes,
día que aunque sea laboral es poco laborable.
Otros, en cambio, dan asueto a su personal
el 31 de diciembre, pues sus empleadas dicen
que necesitan el día para preparar la cena
de fin de año, y entonces esos periódicos no
salen el día 1 de enero, pero sí el 2.
En fin, estos días inaugurales son para mí
un desmadre; un cachondeo, para decirlo al
modo del andaluz que se aburría en el Cielo, y
en el infierno en cambio estaba contentísimo
entre los diablos que lo punzaban con sus
trinches y le echaban en la cabeza plomo
derretido. “¡Esto es lo que me gusta! -exclamaba
felicísimo-. ¡El cachondeo!”.
Lo que escribió mi menda -o sea yo, en
lengua de germanía agitanada- caerá seguramente
en el vacío, igual que todo lo que de
mi pluma salen. Debería poner aquí, por ser
principio de año, un mensaje positivo al modo
de los que vienen en los libros de superación
personal, y exhortar a mis cuatro lectores a
ser águilas en vez de ser gallinas.
Pero sucede que tengo en más estima a
las gallinas que a las águilas. De la humilde
gallina, en efecto, recibimos mucho, empezando
por sus huevos y pollos y acabando con
su carne, sabrosa en mole o caldo.
El águila, en cambio, ave soberbia y arrogante,
sirve sólo para posar en escudos y
banderas y desde ahí inspirar ideas belicistas.
Si el mundo es todavía mundo es más
por obra de las gallinas que de las águilas,
aunque el águila sea más épica y la gallina
más prosaica.
Habría más paz en la tierra, y menos bullying
en la Escuela Primaria Enriqueta Patané,
SEP-SNTE 786345122689 -HF9680,
llamada por sus alumnos “la Queta” -”Estoy
en la Queta”-, si a los niños se les dijera: “No
seas águila”, en vez de repetirles una y otra
vez: “No seas gallina”.
Digo todo esto porque sé que las águilas
no lo leerán, y no me indispondré con ellas.
Tampoco lo leerán las gallinas, y eso me
libra del temor de que piensen que las estoy
adulando.
De hecho sé que nadie, o muy pocos, leerán
esto. Por lo mismo no pondré aquí un mensaje
de superación personal. Sólo diré al volver a
la realidad que la sencillez consigue más que
la soberbia, y que dar algo de sí a los demás
es mejor que hacer alarde de grandeza ante
ellos. Esto no es prédica moral. Es. No sé
qué es.
Doña Macalota le dijo con tono agrio a su
esposo don Chinguetas: “Supe que anoche
estuviste en una casa de mala nota, y que te
gastaste 10 mil pesos bebiendo marrascapaches
con tus amigotes y bailando y haciendo
otras cosas menos verticales con las pirujas
que ahí prestan sus servicios”. “¿Me gasté ahí
esos 10 mil pesos? -exultó don Chinguetas-.
¡Alabado sea el Señor! ¡Yo pensé que se me
había perdido!”...
Los directivos del hipódromo rieron a
carcajadas cuando un pobre campesino llegó
a inscribir a un caballo de 11 años para correr
en el Derby de Año Nuevo. “¿Por qué traes
aquí a ese matalote? -le dijeron, burlones-. Es
muy viejo: tiene 11 años”. Explicó el ranchero:
“Es que tardamos 10 en alcanzarlo”...
Doña Panoplia de Altopedo, dama de
buena sociedad, iba por la calle cuando la
abordó un pordiosero. Le dijo el astroso
sujeto: ¿Me permite un segundo?”. “¡Cómo
se atreve usted, majadero
sinvergüenza!
-se indignó doña Panoplia-.
¡Ni siquiera
le he permit ido
nunca un primero!”.
FIN

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Me habría gustado conocer a Domenico
Montagnana, italiano del siglo
dieciséis.
Su padre era zapatero, y desde niño
le enseñó el oficio. Pero cuando Domenico
creció no hizo zapatos: fabricó
cellos y violines. Su fama llegó a igualar
a la de Stradivarius; los más celebrados
músicos pagaban precio de oro por sus
instrumentos.
Algunos de sus cellos han tenido
nombres peregrinos: Petunia -su dueño
es Yo-Yo Ma-; El Caballero; el Poderoso
Veneciano; el Bella Durmiente.
En su madurez Montagnara conoció
a una hermosa mujer llamada Caterina,
y la hizo su esposa. Ella le dio seis hijas.
El nacimiento de la última le causó a la
madre, aún joven, una extraña forma
de parálisis que la llevó a la tumba.
Domenico entristeció en tal modo
que ya no salió de la casa donde había
vivido con su amada. Murió dos años
después. Los médicos dijeron que de
hipocondría; sus amigos dijeron que
de tristeza.
Me habría gustado conocer a Domenico
Montagnana. No era músico, pero
de sus manos salieron maravillosos
instrumentos que cantan por él todavía
en nuestro tiempo.
Amó a su esposa en tal manera que
cuando ella murió él no quiso ya seguir
viviendo. Amor a la música. Amor a
una mujer. Con amores así se puede ir
a la muerte sin temerla.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“Empieza el 2017”.
Eso es bueno digo yo,
y mi alegría se explica,
pues tal cosa significa
que el 16 ya acabó.

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