Por Raúl López Gómez
Columna: Cosmovisión
Sucesión presidencial y gobernabilidad
2016-10-02 | 20:21:52
En el debate público la reaparición del ex presidente Carlos Salinas, enciende las alertas sísmicas y deja en claro que se mueve siempre en los cambios sexenales.

Salinas, al parecer busca dejar la mesa puesta y luchar a toda costa para que se mantenga el PRI o el PAN en la presidencia.

La postura es que de ningún modo dejar llegar a la presidencia del país a Andrés Manuel López Obrador, junto con su MORENA, quien pretende vencer todo tipo de resistencias y de esa forma cumplir con un sueño anhelado, ya casi perdido por el paso de los años.

Pero, las circunstancias en el momento actual son las que decidirán el futuro político del país, en donde existe una molestia generalizada en contra del PRI de Enrique Peña Nieto, por los excesos en el ejercicio público en el imperio de la corrupción y la impunidad que poco se ha podido hacer a pesar de los discursos y mensajes constantes que además no ayudan a cambiar la percepción de las grandes mayorías de este país.

Precisamente, en el punto de mayor preocupación de la gran población nacional en donde, lamentablemente ricos y pobres, y como siempre en el centro de los más serios efectos de los problemas los “clasemedieros”, que no ven el porvenir y la idea tortuosa de que los beneficios del crecimiento de la economía nacional, no se ven reflejados en los bolsillos y la canasta básica ante la carestía de la vida y de servicios públicos.

La postura del presidente Enrique Peña Nieto no ha podido ser convincente en sus postulados de triunfalismo y de éxito en los beneficios otorgados de su administración a las grandes mayorías, porque hay un clamor generalizado que exige justicia y la marcha atrás a las reformas estructurales en materia de energía y educación, porque se trata de un avance legislativo y no sólo de decisiones del partido en el poder.

Cuando aparecen en el escenario publico de nuevo los ex presidentes del PRI, Carlos Salinas y del PAN, Felipe Calderón, es del cuidado y la preocupación de la gente que se prende de nuevo, pero para dirigir las baterías en contra de estos dos personajes nefastos y crueles en el ejercicio del poder político, porque dejaron a su paso por el poder presidencial desgracias, pobreza y un país polarizado.

Por eso, es que lo mejor sería por el momento, que Peña Nieto, busque los formatos para enderezar la ruta y de esa forma que por la vía natural se pueda ver una sucesión equilibrada entre las tres fuerzas políticas del país que encabezan el PRI, el PAN y MORENA.

Porque, en este momento los tres partidos fuertes no están exentos de poder aspirar a ocupar la presidencia en el 2018, aunque las plataformas políticas de estos partidos junto con sus aliados, deben hacer propuestas reales, concretas y dirigidas a vencer obstáculos que han detenido por décadas el desarrollo del país.

La simple idea de que Felipe Calderón imponga a su esposa Margarita Zavala como candidata del PAN, suena descabellado por los daños colaterales que dejó en su mandato, y hasta el expresidente panista Vicente Fox, dice que vomita por esa decisión.

México, puede y debe seguir en una ruta del progreso, los políticos hacer bien su trabajo con honestidad y transparencia y los empresarios a seguir dando fortaleza a la creación de empleos.

A los niños y jóvenes darles un futuro cierto y seguro, así como a los maestros darles la oportunidad de trabajar libres de sus explotadores sindicatos.

Se trata de un esfuerzo conjunto en donde el imperio de la desigualdad permea a todos los órdenes del gobierno y algunas áreas del sector privado, pero de ninguna forma se puede decir y concebir que el país esté sumido en la corrupción.

El imperio de la ley, la aplicación del derecho y la justicia sin miramientos, puede ser la salida a una nueva época en donde esta todo tan desorganizado que la sola palabra legalidad pone a temblar a todas las instancias nacionales, porque hay una mala creencia de que la ley no se puede aplicar cuando se han dejado crecer los problemas.

Es tan grande el desafío de los grupos de poder en el país al propio gobierno federal, que se requieren respuestas urgentes y rápidas a los problemas que se presentan, porque con sólo emitir “tuits” en las redes sociales los políticos no gobiernan y menos pueden encontrar soluciones desde la comunidad de un teléfono inteligente.

Es tan delicada la problemática que los funcionarios públicos ya no contestan llamadas telefónicas y a veces atienden “sólo whatsApp”, pero únicamente entre sus cercanos e incondicionales para no perder el confort.

El cuento de que la democracia es el gobierno del pueblo ya nadie lo cree y menos cuando se dice que la soberanía radica en el pueblo y los que la ejercen son diputados muy bien maiceados con sus famosas dietas. Así las cosas.

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