Por Catón
Columna: De política y cosas peores
La mayor sabiduría
2015-07-09 | 09:18:52
llegó directamente al Cielo. La hizo pasar San
Pedro y le preguntó solícito: “¿Hay algo que
pueda hacer por ti?”. Respondió ella: “Tengo
hambre. Quisiera comer algo”. “Desde luego”
-respondió el apóstol de las llaves. Fue y volvió
con una lata de atún cuyo contenido vació en
un plato desechable que puso ante la recién
llegada. “¿Esto es todo? -se desconcertó la
Madre-.
Yo esperaba encontrar aquí los manjares
más exquisitos y sabrosos, especialmente
aquellos de que gozan los venturosos habitantes
de Saltillo: el famoso arroz huérfano de
La Canasta; los insignes lonches de ternera del
tradicional y entrañable Café Viena; los tacos
de cachete de Los Pioneros; el chicharrón de
aldilla, único e inigualable, que elaboran los
señores Alanís; el magnífico pan de pulque de
los hermanos Mena; un pastel de Lolita, gala
y gula de las mejores fiestas; los estupendos
tamales de Rosy, heredera directa del arte y la
sabiduría de doña Coy; los riquísimos birotes
de la antigua y prestigiosa panadería El Radio,
o unos esplendorosos chilaquiles del Güero de
La Herradura, que en parte alguna del país
los pueden superar.
Venía yo con la ilusión de disfrutar tales
delicias en el Cielo, pues todas esas suculencias
saltilleras son verdaderamente celestiales. Y
sin embargo me ofreces solamente una escueta
lata de atún. ¿A qué se debe eso?”.
Suspiró San Pedro, pesaroso: “Anda, Teresita.
Para los dos que estamos aquí no vale la
pena mandar traer comida o cocinar”.
En las tiras cómicas de antaño la expresión
“gulp” servía para manifestar temor, azoro o
inquietud. Pues bien: Andrés Manuel López
Obrador debe haber hecho “gulp” al conocer
el triunfo de Jaime Rodríguez, El Bronco, en
la elección de gobernador en Nuevo León.
Esa victoria puso automáticamente al
popular nuevoleonés -popular ya en todo
México y más allá de sus fronteras- en la lista
de posibles candidatos a la Presidencia de la
República, con muchas ventajas de imagen
y personalidad sobre AMLO. Al parecer, sin
embargo, otros hicieron “gulp” a más del Peje:
los partidos políticos.
En amañada connivencia están urdiendo
trabas para evitar el surgimiento de candidatos
independientes que pongan en peligro
el indebido monopolio que han detentado los
partidos sobre la vida política de la Nación.
Disposiciones de las llamadas “antibronco”
han sido ya emitidas en Tamaulipas, Chihuahua,
Sinaloa y Nuevo León, y no es de dudarse
que algunos otros Estados imiten también esa
antidemocrática conducta.
Tengo ya preparadas algunas trompetillas
wagnerianas, retumbantes y estentóreas, para
fustigar con ellas a quienes con esa inmoral
conducta pongan a los partidos por encima
de los ciudadanos. ¿En qué se parecen los
hombres y los comerciales de la televisión?
No se les puede creer, y ninguno dura más de
30 segundos.
Un vecino le preguntó a Ovonio Grandbolier,
el hombre más perezoso del condado:
“¿Puedo usar tu cortadora de césped?”. Gritó
Ovonio: “¡Vieja, aquí te buscan!”.
Don Languidio Pitocáido acudió a la consulta
del joven médico A.V. Roes. “Doctor -le
dijo con afligido acento-, no tengo erecciones”.
“Como Corea del Norte” -apuntó el facultativo.
“Erecciones dije -precisó el paciente-,
no elecciones. Le ruego poner atención a su
trabajo, pues mi problema no es de chúpate
ésta, dicho sea sin intención segunda”. Inquirió
el facultativo: “¿Desde cuándo sufre usted esa
minusvalía?”. Respondió don Languidio: “Más
bien la que la sufre es mi señora. Ella fue la que
me sacó la cita”. Dijo el doctor: “Veré si puedo
hacer algo por usted. Desnúdese”.
El señor Pitocáido procedió a despojarse
de su ropa. Grandes fueron su asombro y
nerviosismo cuando vio que el joven médico
se desvestía también.
“¿Qué hace usted?” -le preguntó lleno de
sobresalto al tiempo que pegaba la espalda
a la pared. “No se inquiete -lo tranquilizó el
galeno-. Esto es parte del tratamiento. Ponga
usted su mano izquierda en mi testículo
derecho, y la derecha en el izquierdo. Yo haré
lo mismo con usted. Bien. Ahora
cuente hasta 10”.
Pese a su explicable alarma
don Languidio hizo lo que le
indicó el doctor. No se operó en
él, sin embargo, ningún cambio.
“Es inútil, señor -le dijo el médico-.
Su motor ya no funciona
ni pasándole corriente”. FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Nada sé acerca de Dios y de los
hombres.
Lo ignoro todo acerca del universo:
la hormiga y la estrella me son desconocidas.
Jamás he subido al cielo; al mar
nunca he bajado, y me pierdo en los
laberintos de la tierra.
Si me hacen una pregunta sobre
números no la sabré contestar. Callaré
si me interrogan acerca de las letras.
Las palabras me ocultan su sentido,
y la música se vuelve para mí silencio.
Soy el mayor ignorante del mundo.
El que no sepa nada sabe más que yo.
Una cosa sí sé.
Te amo.
Ésa es para mí la mayor sabiduría.
No necesito otra.
Por ella vivo. Con ella moriré.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“. Recuerdan las novelas de ‘La onda’.”.
Eso merece festejo.
En verdad lo merecían, pues ya sólo
se veían en las librerías de viejo.

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