Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Que se acaben los partidos
2015-04-01 | 10:16:47
Los recién casados llegaron al hotel donde
iban a pasar su noche de bodas. El novio le
preguntó al recepcionista: “¿Cuánto cuesta
el cuarto?”. La noviecita se inclinó hacia él
y le dijo en voz baja: “Pregúntale también
cuánto cuestan los primeros tres”...
Himenia Camafría, madura señorita
soltera, fue a la presentación de los nuevos
modelos de una marca de automóvil.
Guapos chicos mostraban a los presentes
los vehículos.
Un vendedor le dijo a la señorita Himenia:
“¿Le gustaría llevarse a su casa nuestro nuevo
modelo?”. “¡Claro que sí! -respondió llena de
entusiasmo la señorita Himenia-. ¿Cuál de
los muchachos es el nuevo?”...
Un cafre del volante se pasó la señal de
alto. Venía una monjita conduciendo el cochecito
del convento, y tuvo que meter el
freno a fondo para evitar el choque con el
vehículo del atrabiliario sujeto.
Esforzándose por contener su justo enojo
la religiosa le dijo al individuo: “Los sagrados
hábitos que visto me impiden decirle lo que se
merece, señor, pero ojalá cuando vaya usted
a su casa lo muerda su mamá”...
En México tenemos demasiados pobres,
y tenemos también demasiados partidos
políticos. Éstos son diez, hasta el momento
en que escribo mi columna. Los partidos
son ricos, muy ricos, en tanto que los pobres
son paupérrimos.
Indignante paradoja es ésa de tener partidos
llenos de privilegios en un país cuyos
habitantes, en su gran mayoría, no disfrutan
de los bienes sociales que se necesitan para
vivir una existencia digna. Yo digo que debería
haber solamente tres partidos: uno
de derecha; otro de centro; de izquierda el
tercero.
En ellos cabrían todas las corrientes que
pueden darse en la política. Pero sucede
que aquí algunos de los llamados “partidos
políticos” son en verdad lucrativos negocios
que dejan suculentas ganancias a quienes
los manejan. El ejemplo más grosero es el
del Partido Verde, que echó mano de una
propaganda escandalosa e ilegal para poder
venderse al PRI a más alto precio.
Menos partidos y menos pobres necesita
México. Lo que en seguida voy a decir parecerá
utopía futurista, pero quizá los partidos
políticos llegarán a ser algo tan obsoleto
como son ahora la bigotera, las polainas, el
peinado de bandós o el corsé. En algunos
países la gente está tratando ya de prescindir
de los partidos.
Los ven como algo que no va ya con esta
época. La sociedad civil se organiza por
sí misma en cada elección, y trasciende el
estrecho marco de esas organizaciones que
se suponía eran imprescindibles. Llegará
un nuevo tiempo en que los ciudadanos no
estarán ya sujetos a las veleidades de los
partidos que, por ser políticos, se acomodan
a las circunstancias como los camaleones a
los colores del espectro.
De esa manera el individuo -el eterno,
glorioso, indivisible y único individuo- podrá
expresar su voluntad sin ser aplastado por
los partidos. Que así sea...
¡Rápido, Avicenio! -le ordenó el médico
a su ayudante-. ¡Dele respiración artificial
a esa joven que se accidentó! ¡Voy a la
ambulancia a traer el tanque de oxígeno!”.
Cuando el facultativo regresó al sitio del
accidente se fue de espaldas al ver que el tal
Avicenio y la muchacha estaban entregados
a eróticos deliquios de voluptuosa pasión
concupiscente.
“¡Avicenio! -clamó escandalizado el
médico-. ¡Le dije que le diera respiración
artificial a esa joven!”. Respondió el mocetón
entre agitados jadeos, resuellos sibilantes,
sofocos contenidos, ansiosos acezos, estentóreos
resoplidos, quejos ahogados, fatigosas
respiraciones y fuertes resoplidos: “¡Así
empezamos, doctor!”...
Aquel pobre individuo trabajaba en una
feria en el stand de “Tírenle al payaso”. Se
pintaba de colores la cara; la sacaba por un
agujero y la gente le tiraba con pelotas. Todas
las noches llegaba a su casa con el rostro
laceroado por los golpes, y lo primero que
hacía era sentarse a descansar en el sillón
de la sala.
Una noche llegó, y en vez de sentarse se
quedó de pie. “¿Qué te pasa? -le preguntó,
extrañada, su mujer-. ¿Por qué ahora no te
sientas?”. Explicó el desdichado: “Es que con
esto de la crisis ya no nos alcanza, y tomé
otro trabajito: mientras me tiran las pelotas
por delante, por atrás sacó las nachas en un
stand de tiro con dardos”. FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
La jacaranda abre sus flores. Empieza
a despertar la primavera igual
que señorita desvelada. Bosteza algunos
pétalos color de jacaranda, y
luego abre las cortinas del cielo para
que entre el sol.
El sol llega y se mete en la entraña
de la tierra. Ésta se pone húmeda con
la caricia, y se abre al milagro de la
fecundación. Sin ruido se rompen las
semillas en la oscuridad subterránea,
y las briznas de hierba se abren paso
por entre los laberintos de la piedra
para salir al resplandor del día.
Todas las criaturas terrenales tenemos
sed de auroras. También los hombres
germinamos. En nuestro pecho
late una semilla y lucha por pasar de
las tinieblas a la claridad.
Nuestro destino no es la noche,
sino el día. Como el árbol busca el sol
y tiende a él sus ramas, así nosotros
buscamos a tientas nuestro camino
hacia la luz.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“Vacaciones”.
Si lo supieras dirías
-yo lo estoy diciendo yaque
el descanso empezará
al terminar estos días.

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