Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
Deslinde real
2014-01-06 | 08:20:10
Hasta hace poco, algunos miembros de la clase política veracruzana todavía dudaban del sano distanciamiento marcado por el gobernador Javier Duarte de Ochoa hacia su antecesor Fidel Herrera Beltrán –primero en su discurso, a finales de octubre pasado, en la comida organizada en la Casa Veracruz ante los 36 diputados locales y 111 alcaldes recién electos del PRI, PVEM, PANAL y AVE, y posteriormente a mediados de noviembre en su mensaje dirigido con motivo de su tercer informe de gobierno en la ceremonia realizada en la histórica fortaleza de San Juan de Ulúa ante alrededor de dos mil invitados especiales–; sin embargo, este fin de año, aprovechando el cambio de administraciones municipales, el mandatario veracruzano acaba de enviar otras señales que parecen confirmar que su pintada de raya con el ex gobernante de origen cuenqueño va realmente en serio.
Y es que al menos en el municipio del puerto de Veracruz, el más importante de la entidad por su densidad poblacional y razones históricas, políticas y económicas, Duarte de Ochoa habría vetado uno de los nombramientos más relevantes que desde hace un par de meses ya tenía decidido el alcalde porteño Ramón Poo Gil; tanto, que su presunto candidato para ocupar la Secretaría del Ayuntamiento, Rafael Alejandro Castillo Zugasti, compadre y amigo desde la infancia del flamante munícipe porteño, optó por renunciar en octubre pasado a la Delegación del Registro Agrario Nacional (RAN), cargo federal que le había sido asignado en enero de 2013 por la presunta recomendación del ex gobernador Herrera, con quien aún seguía muy vinculado.
A ello se atribuye que sorpresivamente, de última hora, Poo Gil tuviera que proponer al Cabildo como secretario a Daniel Galindo Moreno, un abogado que en la anterior administración municipal ocupó la Regiduría séptima y que en el proceso electoral local de 2013 se encartó como un aspirante más del PRI para la diputación local, sin reales posibilidades de arrebatarle la candidatura a Anilú Ingram o a Tonatiuh Pola, quienes finalmente salieron airosos en los comicios pese a la supuesta malquerencia de la alcaldesa saliente Carolina Gudiño.
Al parecer, este “pago de factura” partidista habría sido el pretexto para desplazar a Castillo Zugasti, quien inclusive, por sugerencia de Ramón Poo, acababa hasta de mover nuevamente al puerto de Veracruz a su familia, que radicaba en Xalapa.
Sin embargo, hay quienes recuerdan que precisamente en aquella comida del domingo 27 de octubre en la Casa Veracruz, el gobernador Duarte ya les había advertido al centenar de nuevo alcaldes aliados que analizaran “muy bien cómo van a integrar sus equipos de trabajo” porque “no tenemos oportunidad de error”; remarcándoles que “tenemos que incorporar a las mejores mujeres, a los mejores hombres en cada uno de nuestros equipos de trabajo”, ya que les advirtió que seguramente iban “a recibir llamadas de veinte, de cincuenta o mil personas”, pero puntualizándoles a la vez que “ustedes no tienen compromiso con nadie, si acaso conmigo, nada más”.
Además les reiteró: “No se confundan y no los vayan a confundir. Porque yo sé que muchos están recibiendo llamadas de allá, de acullá, del pasado, del presente y del futuro. Tienen que ser muy claros y muy puntuales, porque el éxito de Veracruz y el éxito de sus municipios dependen de todos los que estamos hoy aquí. De manera particular, en cada uno de los municipios son ustedes los responsables, y del estado, soy yo”.
Y es que Duarte de Ochoa les recordó que “todos los aquí presentes estamos arriba de un mismo barco, y si les va bien a ustedes, me va bien a mí, y le va bien a Veracruz”.
Dos semanas después, el 15 de noviembre, en su mensaje con motivo de su tercer informe de gobierno, el mandatario veracruzano les refirió que “hace tres años ofrecí un nuevo liderazgo político, capaz de aprovechar logros, pero también de romper inercias (…) que frenaban las posibilidades de éxito de nuestra gente”, ya que, les expuso, “la disyuntiva era dejar las cosas como estaban”, pero, aclaró, “esa no es la razón por la que me eligieron”.
“Los veracruzanos no querían quedar atrapados en el pasado. Querían mejorar, tener certeza de su presente, pero sobre todo de su futuro; los veracruzanos querían encontrar una oportunidad y alcanzar una mejor calidad de vida.
“Decidimos por un gobierno que ve de frente, que actúa y que se gana día a día, la confianza de los veracruzanos. Ante la adversidad, salimos adelante, siempre fortalecidos. Lo hemos logrado, haciendo bien las cosas. Por eso Veracruz es distinto al de hace tres años. Hoy es mejor. Hay un ánimo de transformación, un ánimo que inspira fortaleza para dar el siguiente paso. Veracruz se ha consolidado”.
Y tras exponer que “estoy consciente que el auténtico liderazgo se construye con la gente”, Duarte de Ochoa les remarcó que el suyo “es un gobierno que ve hacia delante, ¡un gobierno que no está cercado por el pasado! Un gobierno que rechaza el populismo y la demagogia. Un gobierno que actúa; que sabe que ni la improvisación construye, ni la inmovilidad beneficia. Un gobierno que cumple con sus metas, pero que sabe atender lo imprevisto”.
Más claro, ni el agua.

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