Por Raúl López Gómez
Columna: Cosmovisión
Preludio al año viejo
2013-12-29 | 20:42:46
Ya a casi unas horas del final del año 2013, se empiezan a poner en orden la lista de los nuevos propósitos para el 2014. Como sucede cada año, los buenos deseos y las metas a superar añejos problemas. La celebración del fin de año acá en estos lares es toda una antigua tradición. Se festeja desde temprano el año que se va con mucha música, alegría y bebida.

Primero, la mayoría de la gente piensa en los nuevos propósitos de iniciar el año haciendo ejercicio para vencer el sobrepeso, otros a vencer tabaquismo y alcoholismo, como problemas comunes a una época en donde el combate publicitario propicia el consumo de cigarros y bebidas embriagantes.

Las dietas en contra de la obesidad y en otros, comer para vencer la bulimia y la anorexia, También se dan otro tipo de propósitos, como aquel de buscar trabajo y empezar el año con empleo.

Los propósitos espirituales no escapan a una larga lista de buenos deseos, como aquel de reiniciar estudios truncos y en otros concluir procesos de titulación de estudios profesionales.

Ya entrados en el tema de la fiesta de fin de año, se estila hacer el programa de la cena familiar y salir después a los abrazos con los amigos en los brindis obligados al ritmo de la música, el baile y las felicitaciones.

En el consumismo materialista, la tradición de la cena de fin de año en las casas pudientes con comida y bebida abundante, el pavo, el jamón, la pierna con todo tipo de botanas, refrescos y vinos de calidad.

En los hogares clase medieros, los espaguetis, los chiles fríos, el jamón, en algunos casos el pollo y las clásicas sidras con el ponche curado con alcohol.

Entre la gente de escasos recursos, abunda la música, los mismos sueños y anhelos de celebrar con una diferencia, las familias se reúnen en la colonia, barrio o de la misma cuadra, para compartir la cena en una sana convivencia, en donde los platillos son más sencillos, los tamales, las enchiladas, empanadas, totopos, frijoles en todos los estilos, refritos en caldo y sin faltar las clásicas cervezas “caguamas” y el tequilita para el frio y esperar dar pie al otro día, y esto en todos los hogares a curarse la cruda con el ya tradicional recalentado, para sanar las heridas por el elevado consumo de las bebidas “espirituosas”.

En los hogares de escasos recursos el recalentado se convierte en una fiesta más, para disfrutar del famoso “menudo” o mondongo picoso, que se prepara con vísceras de res y garbanzo, lo que se convierte en una comida de excelencia para restituir la energía perdida como consecuencia del abuso en el consumo de la cerveza y el licor.

Entre la población, sin excepción muchas familias acuden a la misa de gallo en la iglesia cercana en donde se da gracias a Dios por el año que concluye y se pide por la fortaleza de seguir adelante con salud en toda la familia y la comunidad.

Después de la misa, se acude a la cena en donde se espera que den las doce campanadas que marca el fin del año y del que comienza al que en estos lares, se acostumbra asistir a ver la salida del sol en lo que se considera algo importante sobre todo para los jóvenes que degustas de las bebidas y la música para lo que se reúnen a lo largo de los bulevares playeros. Ante en algunos lugares acostumbrar quemar al año viejo que concluye y en donde la gente disfruta de brincar para la emoción de los cohetes.

El 31 de diciembre en el puerto de Veracruz y zona conurbada, la población sin excepción de clase social se empieza a reunir en el centro del a ciudad en donde acuden desde temprano a cafés y restaurantes, para empezar a “calentar” para que en punto de las doce horas del día aventarle al estomago la primer copa o cerveza a fin de calentar motores, ya con los calzones rojos puestos para la buena suerte y recibir en la noche al año nuevo.

Entre el bullicio del preludio de lo que será la celebración nocturna, en los tradicionales portales del zócalo del puerto de Veracruz, acuden turistas y locales a reunirse y abarrotar los bares para empezar además las largas sesiones de abrazos y buenos deseos, a lo que ya desde hace algunos años se ha convertido en el escaparate de algunos políticos que acuden en busca de los reflectores y de hacer esta reunión en todo un preludio de carnaval por la música en donde una canción se ha convertido en todo un himno, que se canta todo el día en la radio, en las casas y en todos lados:

“Yo no olvido al año viejo porque me trajo cosas muy buenas, me dejo una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra”. Me dejo cosas buenas, cosas muy bonitas. Así las cosas.

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