Era evidente que había un acuerdo político entre el saliente alcalde de Veracruz, Ramón Poo Gil y el sucesor, Fernando Yunes Márquez. Se afirma que en las elecciones para la alcaldía, incluso, el primero en calidad de priista no metió ni las manos por abonarle a su partido para buscar el triunfo.
Por lo anterior, el enojo del diputado federal Fidel Kuri Grajales, a tal grado que prefirió cancelarle los proyectos gestionados para ese municipio, pues en un acuerdo tácito por su apoyo a cambio de bajarle recursos de la Federación habría destinado ya 45 millones de pesos, más otros 45 que vendrían después, los que ya nunca aterrizaron.
Y es que fue a los pocos meses de iniciado el gobierno de Miguel Angel Yunes Linares cuando el coqueteo del priista Poo fue más que claro con el mandatario veracruzano, tanto que la jeda de información del grupo radiofónico XEU, Beatriz Olivia Pérez cuestionó, entre otras preguntas, si ya era una reconciliación con el de Soledad de Doblado tras recordarle que fue precisamente en el sexenio de Patricio Chirinos siendo éste secretario de Gobierno cuando su papá don Gerardo Poo fue recluido en un penal junto con Dante Delgado.
El entonces munícipe, según las versiones, se molestó tanto que pidió la cabeza de la periodista a los directivos de su empresa radiofónica.
Pues bien, todo esto sirvió de nada, y posiblemente algo más le espere al propio Poo porque en política se sabe que los Yunes no perdonan engaños ni que los traten de burlar. Bajo esos buenos acuerdos políticos acordaron recibirle la administración municipal pero el cochinero salió peor de lo que pensaban.
Desde semanas antes hubo hasta acuerdos de mantener al presidente del Comité de Carnaval, Luis Antonio Pérez Fraga, y al director de Turismo Juan Bosco. También de no rascarle hacia atrás. Y de enmendar todos los chanchullos y componendas administrativas que existían en Palacio.
Pero poco a poco se fueron descubriendo en las distintas áreas la enredadera que la pésima administración de Poo dejó por doquier. Y así poco a poco se fue enfureciendo el más chico de los tres políticos de la familia Yunes.
Fernando Yunes Márquez asistió a una comida en la última semana del 2017 bajo la convocatoria de su hermano Miguel Angel como parte de los amarres políticos para las elecciones del 2018 en busca de la gubernatura. Esta fue para los alcaldes electos.
El tema de la sucesión y los desmanes que los alcaldes aún electos en esa fecha encontraron fue inevitable. Y en una de las mesas de la nutrida concurrencia en el exclusivo restaurante de mariscos Villa Rica el senador con licencia explotó al acusar a quien le entregaba que “tenía un desmadre” con la administración.
Y es que principalmente se encontró con decenas de proyectos irregulares, obra pública inconclusa, y con observaciones desde los primeros dos años de la administración. Esto orilló a llamar a decenas de constructores a regularizar lo que hicieron o no hicieron. La suma son cientos de millones de pesos que engloban esos expedientes con todo tipo de anomalías.
Y al estallar dijo entonces a su hermano Miguel Angel todo lo que estaba pasando. Quien ante algunos invitados le dijo te lo advertí. Tenemos que ver que hacemos con éste.
Lo mínimo es que se sabe que tras esa comida en un momento de enojo dio la orden que no quería que Poo Gil se parara en su toma de protesta. No lo quiero ver, dijo. Por eso, la ausencia de éste en el opulento acto del castillo de San Juan de Ulúa, aún con todo y las buenas migas que ya se venían dando entre ambos.
De esta forma, si el priista Poo pensaba coronar su administración como invitado especial y entregar el poder en la fastuosa ceremonia hasta allí llegó. Lo más delicado es que de acuerdo a la línea que están marcando contra algunos alcaldes del estado al ex alcalde porteño se le puede revertir la buena relación de la que presume.
Como este caso, varios circundan por allí. Si los Yunes en el gobierno estatal y el proyecto del saliente alcalde boqueño, Yunes Márquez pretenden consolidar su imagen de transparencia entonces es más que seguro que priistas o incluso de su propio partido, algunos munícipes tendrán que ir a la cárcel.
Por lo menos les habrán de exhibir la corrupción que en distintos ayuntamientos se registraron y a manos llenas. Bajo el pretexto de que en el último año del gobierno de Javier Duarte o sea el tercero de su gestión no obtuvieron recursos, se dieron a la tarea de engrosar los créditos y a culpar por ello toda su desgracia financiera. Pero bien se sabe que a río revuelto ganancia de pescadores.
El yunismo tiene en sus manos la oportunidad de convalidar su propuesta de combate a la corrupción y a la impunidad y algunos alcaldes incluído Ramón Poo deberán poner sus barbas a remojar. Por cierto Américo Zúñiga en Xalapa es otro caso muy preciso y muy grave.