Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
Nuestra única casa
2016-08-08 | 09:53:45
Noche de bodas. La ávida novia le dijo con enojo a su agotado maridito: “¿Cómo que me espere? ¡Hasta en la tele hay repetición instantánea!”... Don Crésido, maduro y rico señor, les contó a sus amigos: “Estuve en Europa, y por pura curiosidad me inscribí para pasar dos días en una playa nudista. ¡Qué experiencia tan desagradable!”. “¿Por qué?” -le preguntó uno. Contestó don Crésido, atufado: “Cuando salí sin ropa a la playa todos me decían: “¿Cómo está usted, señora?”... El joven esposo se dio cuenta de que estaba muy concentrado en su trabajo. No sacaba nunca a su mujercita, ni siquiera los fines de semana. Pensó en cambiar aquella situación, y habló con ella: “Dulciflor -le dijo-. Creo que nos hemos encerrado demasiado. No estamos gozando la vida. Deberíamos salir por las noches cuando menos tres veces a la semana, a pasear y divertirnos”. “¡Qué buena idea, Leovigildo! -se entusiasmó la muchacha-. Pongámosla inmediatamente en práctica. Tú podrías salir los lunes, martes y miércoles, y yo los jueves viernes y sábados”... Don Poseidón, granjero, acomodado, llamó con un grito a su hija: “¡Loretela!”. La muchacha, que estaba en el granero, respondió con otro grito: “¡En un minuto termino, padre!”. Luego, dirigiéndose al muchacho que con ella se agitaba en urentes movimientos de amor, le dijo con premiosa voz: “Dale más aprisa, Libidiano. Nunca le he echado una mentira a mi papá”... Muchas y muy variadas son las riquezas naturales de nuestro país. En los antiguos textos de Geografía se decía que el mapa de México tiene la forma de un cuerno de la abundancia. Se hablaba en esos entrañables libros de las minas de oro y plata, prodigiosas; de los mantos de petróleo; de los feraces campos labrantíos; de nuestros bosques, praderas y montañas; de las costas y litorales mexicanos, hermosos y extensísimos. Tal parecía que Dios había dejado aquí todos sus dones. ¿Sabemos aprovechar esa riqueza o estamos acabando con ella? ¿Cuidamos ese patrimonio, que pertenece a nuestros hijos y nietos, o lo estamos destruyendo? Se ha dicho que México es tan grande que ni los mexicanos hemos podido acabar con él. Protejamos nuestra casa común. No tenemos otra. Rosibel, la secretaria de don Algón, le confió a una amiga: “Antes de salir con el jefe yo siempre estaba pendiente del reloj. Ahora que salgo con él estoy pendiente del calendario”... Don Geroncio, señor octogenario, se fue a confesar con el buen padre Arsilio. “Acúsome, padre -le dijo- de que le hice el amor tres veces seguidas a una muchacha”. “¡Qué barbaridad! -se sorprendió el buen sacerdote-. ¿Cuándo fue eso?”. Contestó don Geroncio: “Hace 60 años. Pero me gusta recordar el acontecimiento”... Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, le dijo a una pobre chica muy poco agraciada, según él para consolarla:
“No es que seas fea, Anfisbena. Lo que sucede es que a lo mejor no estás en el planeta correcto”... El señor y la señora fueron con el consejero matrimonial y le dijeron que su vida matrimonial era muy pobre. “Deben ustedes ejercitar la fantasía -les recomendó el terapeuta-. La próxima vez imaginen que están en un barco en medio del mar. Eso les ayudará a sentirse mejor, a disfrutar más de todo”. Una semana después el consejero llamó por teléfono a la señora. Le preguntó: “¿Cómo van las cosas?”. “De mal en peor” -respondió ella. Inquirió el terapeuta: “¿Hicieron aquello que les dije, imaginar que iban en un barco en alta mar?”. “No lo hicimos -contestó la señora-. Mi marido no pudo levantar el ancla”. FIN.

mIRADOR ›armando fuentes aguirre
Hu-Ssong calló para que sus discípulos pudieran oír el canto de la alondra. Eso, les dijo, les enseñaría más que cualquier lección. A poco voló la alondra: los buenos maestros no alargan mucho su clase. Entonces los discípulos siguieron interrogando a Hu-Ssong. Le preguntaron acerca de un hombre que era dueño de toda la ciencia de las cosas. Su cabeza, igual que su casa, estaba llena de libros. Conocía los misterios que residen en la infinitud de los números; podía repetir de memoria las genealogías de los reyes; sabía predecir el curso de los astros en el cielo y sabía también lo que hay sobre la tierra y en las honduras abisales del mar. Dijeron los discípulos con admiración: -Ese hombre era dueño de muchas verdades. Contestó Hu-Ssong: -De nada le sirve a un hombre poseer muchas verdades si no se deja poseer por una sola Verdad. ¡Hasta mañana!...
mAngAnITAS ›por afa
“Seguirá el calor”. “¡Muy buena noticia es ésa!” -se entusiasmó un temulento-. Y luego agregó, contento: “¡Al fin y al cabo hay cerveza!”.

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