Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
Al pie de la letra
2016-01-06 | 08:50:54
Hace un par de meses, el martes 10 de
noviembre, el presidente Enrique Peña
Nieto vino al municipio de Coatepec a
inaugurar el Clúster Científico y Tecnológico
BioMimic del Instituto Nacional
de Ecología (INECOL). En esa ocasión,
igual como la expectación que ahora ha
despertado su presencia en el puerto de
Veracruz con motivo de la tradicional ceremonia
conmemorativa de la promulgación
de la Ley Agraria de 1915, entre algunos
crédulos príistas persistía la esperanza de
que el jefe del Ejecutivo federal, como líder
máximo del príismo, mandaría señales
claras a la militancia tricolor veracruzana
sobre el aspirante de sus preferencias para
la próxima sucesión gubernamental.
Pero esa vez no hubo fumarola de humo
blanco, como parece que tampoco ahora la
habrá. Ayer, el gobernador Javier Duarte
de Ochoa aclaró que el mandatario mexicano
no viene a un acto partidista sino
agrario, y el senador Héctor Yunes Landa,
fuerte aspirante del PRI a la gubernatura,
desmintió que Peña venga a “destapar” al
candidato de su partido.
Así que aquellos que andan comiendo
ansias por ver y saber hacia dónde podría
apuntar la supuesta línea presidencial
en su visita de este miércoles 6 al puerto
de Veracruz, mejor deberían de darle seguimiento
al estilo personal de gobernar
que hasta ahora ha caracterizado al mexiquense,
y revisar cómo ha procedido en las
entidades que en 2013 y 2015 cambiaron de
gobernadores, sobre todo en Nuevo León,
donde se esperaba que impusiera como
candidato a su secretario de Economía,
Ildefonso Guajardo Villarreal.
Como ya se sabe, a pesar de su estrecha
relación personal, Peña Nieto jamás
maniobró ni promovió a Guajardo, por
lo que de los seis aspirantes príistas a esa
gubernatura la nominada fue la senadora
Ivonne Álvarez, exalcaldesa del municipio
de Guadalupe.
Álvarez García, abogada y exconductora
de televisión de Multimedios (el grupo
dueño de Milenio TV), ganó la postulación
porque además de encabezar las encuestas
por su carisma y popularidad, el PRI argumentó
que nunca lanzó acusaciones contra
otro político. Sin embargo fue arrasada por
el candidato independiente Jaime Rodríguez,
“El Bronco”, quien capitalizó el hartazgo
de la ciudadanía y del empresariado
neoleonés por el cuestionado gobierno del
príista Rodrigo Medina.
El de Nuevo León es un escenario muy
parecido también al de Veracruz por el
fuerte desgaste de la administración del
gobernador Duarte de Ochoa.
Por eso llamó la atención que en noviembre
pasado, en el programa de televisión
por Internet “Polaca a la veracruzana”,
el dirigente del PRI Alberto Silva declarara
que las encuestas no serán definitorias en
el PRI para escoger al próximo candidato
a la gubernatura, ya que este método
no había mostrado efectividad en otras
entidades.
“El método de encuestas ya se probó
en Nuevo León que no sirvió, ya se probó
en Querétaro que no sirvió, ya se probó
en otros estados”, dijo el diputado federal
por Tuxpan, aunque acotó que el tema
demoscópico siempre será importante,
haciendo una medición sobre la aceptación
social de un candidato, “pero lo más
importante es el termómetro social que
tenemos, de cómo podemos ir juntos, de
cómo podemos amalgamar toda esa gran
fuerza del príismo e ir juntos con el gobernador
a ganar la elección”, pues puntualizó
que no se llega a la primera magistratura
atacando y golpeando, ni haciendo de eso
su única vocación en la vida.
Y es que esa misma filosofía política es
la que distinguió también a Peña Nieto
desde que gobernaba el Estado de México,
cuya candidatura presidencial de 2012 la
construyó sin atacar a otros aspirantes.
Este miércoles, el presidente no viene
a “destapar” a ningún aspirante del PRI
a la gubernatura, pero su décima cuarta
visita a Veracruz en estos tres años de su
administración presidencial tiene otra
connotación política no menos interesante:
su respaldo y deferencia hacia el
gobernador Javier Duarte, a quien en su
anterior visita a la entidad le habría dicho
que como jefe político del príismo veracruzano
será quien decida la candidatura de
su partido para relevarlo en 2016.
“En el tema de la sucesión me dijo:
Javier, nunca me has fallado, pero esta es
la decisión más importante de tu vida, no
te puedes equivocar, con lo cual me está
dando la gran responsabilidad”, reveló
hace un mes Duarte de Ochoa a un grupo
de columnistas, quien presumió que “el
presidente me tiene una estima que la
siento en los hechos. Nunca he tenido un
no del presidente. Todo lo que le he pedido
siempre me ha dicho que sí”.
Habrá quienes tengan sus dudas, pero
la presencia de Peña Nieto este miércoles
en Veracruz –luego de que los detractores
del gobernador se regocijaban porque supuestamente
el mexiquense no vendría a
presidir la última ceremonia conmemorativa
agraria del sexenio duartista– es una
prueba de que el mandatario veracruzano
sigue posicionado en la confianza y el afecto
del Jefe del Ejecutivo federal.
Por eso, aunque ha dicho que “el tema no
es apoyar a un compadre o a un amigo, sino
a un proyecto”, Javier no puede equivocarse
en su gran decisión.

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