Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
Mitos y comparsas
2015-06-05 | 08:20:36
Durante décadas, el PRI, como partido hegemónico, fue apuntalado por el voto corporativo de organizaciones campesinas, populares y sindicales cuyos líderes, engendrados por el priísmo, además de cuotas de poder obtenían de los gobernantes y dirigentes formales del instituto político tricolor todo tipo de prebendas y privilegios, principalmente impunidad ante sus arbitrariedades, excesos y corrupción. En cada campaña electoral se les oía presumir y comprometer miles o millones de votos de sus agremiados o representados, dependiendo del tipo de elección, a los candidatos del Revolucionario Institucional. En los tiempos más recientes, esta tradición se vino repitiendo y cumpliendo puntualmente hasta la sucesión presidencial de 1988, cuando el abanderado del PRI, Carlos Salinas de Gortari, fue víctima del voto de castigo de los trabajadores petroleros cuyos líderes sindicales –Joaquín “La Quina” Hernández Galicia y el entonces senador Salvador Barragán Camacho– tenían fuertes desavenencias políticas y personales con el candidato priísta desde que éste, como secretario de Programación y Presupuesto, le restringió al sindicato de PEMEX una serie de canonjías que sangraban a la empresa paraestatal. Como ya se sabe, finalmente Salinas de Gortari llegó a la Presidencia
de la República bajo la sospecha del fraude electoral. Este miércoles 3 de junio, en una réplica que el actual senador del PT, Manuel Batlett Díaz, envió al diario Reforma por una alusión que sobre este hecho histórico y su persona hizo el columnista Sergio Sarmiento, el exsecretario de Gobernación y expresidente de la desaparecida Comisión Federal Electoral, se deslindó pero corroboró esta versión. “(…) Sergio Sarmiento recuerda, en su columna, que ‘el Estado Mexicano ya anuló una vez su voto’, cuando en 1976 López Portillo fue único candidato, el Partido Comunista postuló a Valentín Campa, por quien votó. En 1988, ‘mi voto fue robado’. Sufragó por Cuauhtémoc Cárdenas pero ‘el PRI y el gobierno montaron un operativo para impedir su triunfo al parecer orquestado por el entonces Secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz’. “Me sorprende que Sergio Sarmiento haya votado por el Partido Comunista, en una ocasión, y en otra por Cuauhtémoc, porque como periodista su posición ha sido conservadora, mis respetos. Su memoria que lo lleva hasta 1976 no es tan lúcida para 1988, porque del operativo que narra, para impedir el triunfo de Cuauhtémoc, sólo recuerda mi nombre y vagamente: ‘al parecer orquestado por Manuel Bartlett’. “Olvida que si del PRI y gobierno
montaron un operativo, estos eran (Jorge) De la Vega Domínguez y Miguel de la Madrid, para asegurar el triunfo a Carlos Salinas de Gortari, que tampoco menciona. Sarmiento me lleva a recordar que Salinas de Gortari fue quien entregó en una licitación ficticia, a Salinas Pliego y a su hermano Raúl, IMEVISIÓN, televisora pública, para montar TV Azteca, en donde Sarmiento ha trabajado años. Si no le hubieran robado el voto, no habría tenido esa chamba. Sarmiento debería recordar con respeto a su benefactor Carlos Salinas de Gortari, para quien ‘le robaron su voto’”. Doce años después, en la sucesión presidencial del 2000, Francisco Labastida Ochoa también recibió la promesa de millones de votos de los líderes campesinos y jerarcas del sindicalismo afín al PRI, pero sólo fue puro cuento ya que fueron rebasados por la avalancha ciudadana que dio paso a la primera alternancia en la Presidencia de la República. En esa ocasión, Elba Esther Gordillo, máxima lideresa del SNTE, aún sin romper en abierto con el Revolucionario Institucional, pactó con Vicente Fox, candidato del PAN. En 2006, debido a su confrontación con Roberto Madrazo, la dirigente magisterial apostó inicialmente a Andrés Manuel López Obrador, pero ante el rechazo del candidato de
la alianza PRD-PT-Convergencia, Gordillo terminó operando a favor del panista Felipe Calderón, quien al final se alzó con una sospechosa victoria, “haiga sido como haiga sido”. Ahora en Veracruz, en el presente proceso electoral federal, ha llamado la atención y francamente hasta ha movido a risa la serie de “declinaciones” y “cargadas” de candidatos y militantes de la oposición que de última hora, cuando legalmente ya no se puede hacer campaña ni proselitismo, se han sumado a otros abanderados y opciones partidistas. En el octavo distrito electoral (Xalapa rural) se dieron dos casos chuscos. Este miércoles 3 de junio, por ejemplo, Tania Islas, candidata propietaria del Partido Encuentro Social, declinó a favor de Adrián Vázquez Mendoza, del PAN, quien presuntamente va en tercer lugar de las preferencias ciudadanas, debajo de Adolfo Mota Hernández, del PRIPVEM, y de Constantino Aguilar, del PRD-PT. Así que la gran interrogante es qué le puede aportar realmente al panista la abanderada del PES, cuyo trabajo proselitista ha sido prácticamente nulo, sin impacto en el electorado xalapeño, pues fuera de su núcleo familiar y de su círculo de amigos, no es conocida. Pero la que de plano se voló la barda, como se dice coloquialmente, fue
la perredista Verónica García Landa, quien anteayer, junto con un reducido grupo de correligionarios, anunciaron ante los medios de comunicación que alrededor de ¡30 mil! militantes del partido del sol azteca votarían este domingo 7 por el priísta Mota Hernández. Según argumentó García Landa, decidieron apoyar al exsecretario de Educación de Veracruz porque confían en que les cumplirá sus promesas, principalmente la de que todos los votantes serán incluidos en los programas sociales. La perredista aclaró que ellos no están traicionando su ideología, sino que simplemente darán un “voto de castigo” al PRD en protesta porque el dirigente estatal Rogelio Franco Castán y el candidato Constantino Aguilar no los tomaron en cuenta para participar en las campañas. A más tardar el miércoles próximo se conocerá la votación total aproximada, y ya se sabrá si sólo fue un show mediático o si deveras esos 30 mil perredistas “castigadores” votaron por Fito Mota, pues en el cómputo del ex titular de la SEV deberá considerarse el llamado “voto duro” del PRI y los sufragios que evidentemente le sumará también el Partido Verde. ¿A poco Mota será el priísta más votado de los 21 distritos electorales de Veracruz? ¡Ah, chirrión!

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018

Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto

 

 

Reservados todos los derechos 2018