Diego Palmero Andrade como diputado federal del PAN desvió recursos, según el libro “Las manos sucias del PAN”.
En 2006”, el periodista José Reveles –Premio Nacional de Periodismo– advertía con documentos y testimonios de primera mano sobre las complicidades entre legisladores panistas y el Poder Ejecutivo, que permitieron el robo de recursos públicos destinados a los mexicanos más pobres y que terminaron como parte del financiamiento de campañas políticas.
En su más reciente libro lanzado por Grupo Editorial Planeta bajo el sello TEMAS DE HOY, Pepe Reveles afirma que seis años más tarde es, Josefina Vázquez Mota, protagonista de varias de esas historias de desvíos de fondos y de escándalos por uso de información privilegiada desde al poder.
“Aspira a encarnar la continuidad de los regímenes de un partido que dilapidó la esperanza ciudadana, durante una alternancia que pudo haber en México en la ruta de un desarrollo justo y solidario”, relata en su obra el ex periodista de investigación de El Financiero.
Ahora el hijo de Diego palmero con el mismo nombre quiere ser el candidato a la diputación federal por el distrito de Cosamaloapan.
¿Será que haya aprendido las mismas mañas de su Papá y que las vaya a poner en práctica ahora?
Porque de hecho se recuerda como el ex diputado federal en el 2003 hizo una campaña sumamente ostentosa que por mucho rebaso los topes permitidos por el árbitro de la contienda.
La estela de señalamientos que pesan sobre Palmero Andrade sin duda son de entrada un lastre para el aspirante a la curul sobre todo tomando en cuenta que el ex legislador también fue involucrado en tener nexos con gente de la delincuencia organizada, aunque nunca se le comprobó nada.
Pero lo cierto fue que formó parte de esa red de panistas que manipularon los programas sociales para que Acción Nacional retuviera la Presidencia de México en el 2006 pese a todos los pronósticos.
De manera que Diego Palmero hijo empieza su carrera con la herencia de las “manos sucias del PAN”.
EL TODOPODEROSO PASCUAL LAGUNES
Hace 24 años un recién salido de la cárcel, buscaba casi al estilo de los mártires de Río Blanco o de Cananea, que imperara la democracia sindical de una empresa en la que años antes por tratar de preservar los derechos había ido en su contra y tras ser golpeado y humillado fue encerrado en el penal Ignacio Allende.
Entonces, Pascual Lagunes Ochoa tuvo unas aliados claves. Los medios de comunicación y, por ende, los reporteros que laboraban para estos. Lo publicaron ensangrentado afuera de las instalaciones y luego se le victimizó a través de entrevistas en prisión.
A más de dos décadas de distancia, las mieles del poder, la inmensa fortuna amasada por las cuotas sindicales de los miles de trabajadores que “representa” y las negociaciones jugosas con la parte patronal, sus enjuagues políticos y todo lo que encierra un cacicazgo de este tipo ha hecho que el pasado se le borrara en su corta memoria, pero además que lanzara a sus esbirros, madreadores y hasta, según las versiones, pistoleros contra la humanidad de la prensa.
Aunque el representante del movimiento Libertad por la Democracia, José Carlos Guevara, quiso defender a los tamseros al señalar que los agresores de la prensa eran disfrazados y golpeadores de Pascual que no eran obreros, lo cierto es que finalmente conformaban parte del contingente de dos mil personas, quienes reconoció el alcalde de Veracruz, Ramón Poo, irrumpieron sin ningún orden, rebasando la seguridad y más aun ebrios algunos de ellos, al desfile del Día del Trabajo.
Según el disidente es gente que fue contratada por 200 o 300 pesos a los cuales les dan una dosis, y fue evidente que portaban cervezas y otro tipo de bebidas embriagantes, por lo que premeditadamente el líder permitió todos los desmanes.
Poo Gil admitió que la seguridad quedó rebasada por un solo contingente y que a los elementos de vigilancia no les dio tiempo de reaccionar. El control finalmente fue logrado por un comité con el director de Gobernación, Aldo al frente, para evitar que los lamentables y aberrantes hechos de Pascual pasaran a mayor nivel.
La actitud caciquil y bárbara, y la prepotencia de Pascual, de cuyo líder con ideales realmente de justicia social y de protección laboral no queda nada, han sido alimentadas por políticos y gobernantes en turno. El mandatario actual, Javier Duarte ha dicho que se procederá contra los agresores, pero el asunto debe ir a la raíz. Y ojalá que esas siete denuncias por los hechos en la Procuraduría de Justicia no se queden a dormir el sueño de los justos. Pero además hay otro tanto de denuncias contra el Rey Pascual por fraude de más de 550 millones que al mantenerlas en impunidad, es lo que ha hecho del líder sindical un monstruo amparado por la Justicia y el gobierno en turno. Duarte debe hacer valer lo que en muchos casos ha demostrado y pregonado “nadie por encima de la Ley”. Y seguramente que aquí tiene una valiosa oportunidad ante los veracruzanos para refrendar que la justicia no tiene curvaturas.