Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Incrédulo
2014-04-28 | 09:46:46
La mamá de Pepito oyó que en su recámara el chiquillo lanzaba grititos de placer. Fue allá y le preguntó: “¿Qué es lo que te provoca tanto gozo?”. Responde el niño: “Lo que me sale de los huevitos”. La señora se escandalizó al oír aquello. Se quitó una chancla y le dio con ella un gran golpe en la cabeza al muchachillo.
Le dijo con enojo: “¡Chamaco grosero! ¡A ver si no te quedas ciego por andar haciendo esas cosas!”. Pepito, llorando, fue con su papá y le dijo muy enojado: “¡Mi mami me pegó! ¡Tú tienes la culpa, por comprarme esos huevitos de chocolate que llevan dentro un regalito!”...
El director de la escuela se presentó en el salón de primer año para ver cómo le iba a la nueva maestra en su primer día de clases. “Todo va bien -le dijo la maestra-. Pero tengo el caso de ese niño. Pienso que debería estar en tercero de kinder. Entró en mi salón, y lo veo tan listo que no sé si debo enviarlo a un grado superior”.
“Veamos -le dijo el director a la maestra-. Hágale algunas preguntas a fin de ver si es realmente tan inteligente como usted dice”. La profesora llamó al pequeño y le preguntó: “Dime: ¿qué es lo que un perro hace en tres patas, un hombre hace de pie y yo hago sentada?”. “Saludar de mano” -respondió sin vacilar el chiquillo. “Muy bien -dijo la maestra-. Ahora dime: las vacas tienen cuatro y yo tengo solamente dos. ¿Qué son?”. “Las extremidades inferiores” -contestó el niño.
“Bien -aceptó la maestra-. Ahora responde: ¿qué es lo primero que le pone el hombre en el cuerpo de la mujer cuando se casan?”. Dijo el niño: “El anillo”. En ese momento intervino el director. “Maestra -le dijo en voz baja a la profesora-. No envíe a este niño a tercero de kínder. Mándelo a sexto de primaria. ¡Yo equivoqué todas las respuestas!”...
Quizá soy un escéptico, un incrédulo de profesión. Pero iba el otro día en mi automóvil y al llegar a una esquina vi a dos niños con la cara pintada como payasitos. Uno de ellos se puso a gatas; el otro subió sobre sus hombros e hizo juegos malabares con unas pelotas. Luego los dos se equilibraron brevemente sobre sus cabezas; saludaron por último con una desmañada reverencia y fueron de coche en coche tendiendo la mano para pedir dinero.
Las voces oficiales nos dicen que de la crisis ya salimos, que nuestra economía es sólida, boyante. Yo veo cosas como ésa y pongo en duda tales afirmaciones. Pero quién sabe. A lo mejor dudo de ellas porque soy un escéptico, un incrédulo de profesión...
Un tipo le dijo a otro: “Supe que estás tomando clases de paracaidismo”. “Ya no -respondió el otro-. Tuve una experiencia espantosa”. “¿Qué te pasó?” -se asustó el amigo. Relató aquél: “Después de recibir el entrenamiento teórico subí al avión con el instructor y el piloto. A 3 mil pies de altura el instructor abrió la puerta y me ordenó saltar. Me invadió el pánico y quedé paralizado. ‘¡Salta!’ -me gritó él. Yo no podía moverme.
El instructor se enfureció. ‘Si no saltas -me amenazó- te juro que aquí mismo abusaré de ti’. Eso me dijo”. El amigo se quedó estupefacto. “¡Qué barbaridad! -exclamó-. Y ¿saltaste?”. Responde muy apenado el frustrado paracaidista: “Unos 30 centímetros”...
Una señora le contó a otra: “La vecina sorprendió a un individuo espiándola por la ventana de su recámara, cuando se estaba vistiendo, y casi lo mató”. “Con razón” -comenta la otra. “Sí -dice la señora-. Es que después de verla por un instante el tipo trató de cerrar las cortinas”...
La maestra les hizo una pregunta a los niños y a las niñas: “¿Qué quieren ser cuando estén grandes?”. Juanito quería ser bombero. Toñito quería ser astronauta. Pedrito aspiraba a ser doctor. Rosilita dijo: “Yo quiero ser mamá”. Pepito no decía nada. Le preguntó la profesora: “Y tú, Pepito, ¿qué vas a hacer cuando estés grande?”. Respondió el chiquillo: “Voy a ayudarle a Rosilita a que sea mamá”...
Don Senilio no era de la tercera edad: andaba en la quinta, frisando ya en la pastoral. Cierto día, sin embargo, lo sorprendió su esposa en el cuarto de la joven criadita de la casa. Y no sólo en el cuarto: en la cama de la muchacha, para no dejar espacio a dudas. “¡Senilio! -rebufó airada la señora-. ¡Cómo puedes hacer esto!”. “Y dos veces, señora” -le informó la criadita... FIN.


Mirador
Armando Fuentes Aguirre

El Padre Soárez charlaba con el Cristo de su iglesia.
-Señor -le preguntó-. ¿Tú crees que un sacerdote de Cristo debe tener opción preferencial por los pobres?
-Caramba, Soárez -dudó un poco Jesús-. La verdad, nunca he sentido opción preferencial por las opciones preferenciales. Mi doctrina es de amor, y el amor, como el sol, debe llegar a todos. Opción preferencial por los pobres... Y ¿dónde dejamos a la clase media? De ahí provengo yo. Nací en un pesebre, es cierto, pero los que hacen opciones preferenciales olvidan que tal cosa sucedió porque ya no hubo sitio en el mesón. Si mis padres llegaron a una posada eso significa que tenían con qué pagarla.
-Entonces, Señor -insistió el Padre Soárez- ¿no aceptas la opción preferencial por los pobres?
Respondió Jesús:
-La aceptaré a condición de que recuerdes que todos los hombres son pobres. La pobreza no consiste sólo en la falta de dinero. Puede consistir también en la falta de amor, de salud, de compañía, de paz interior. Un sacerdote de Cristo debe remediar todas las pobrezas, no sólo la de dinero.
Pensó el Padre Soárez en la pobreza de la condición humana y se dispuso a ejercer la opción preferencial por los pobres. Es decir, por todos los hombres.
¡Hasta mañana!

Manganitas
por Afa
“...Aumentan los fraudes...”.
Son muchas las ocasiones
en que los fraudes se dan.
(Y aún más aumentarán
al llegar las elecciones).La mamá de Pepito oyó que en su recámara el chiquillo lanzaba grititos de placer. Fue allá y le preguntó: “¿Qué es lo que te provoca tanto gozo?”. Responde el niño: “Lo que me sale de los huevitos”. La señora se escandalizó al oír aquello. Se quitó una chancla y le dio con ella un gran golpe en la cabeza al muchachillo.
Le dijo con enojo: “¡Chamaco grosero! ¡A ver si no te quedas ciego por andar haciendo esas cosas!”. Pepito, llorando, fue con su papá y le dijo muy enojado: “¡Mi mami me pegó! ¡Tú tienes la culpa, por comprarme esos huevitos de chocolate que llevan dentro un regalito!”...
El director de la escuela se presentó en el salón de primer año para ver cómo le iba a la nueva maestra en su primer día de clases. “Todo va bien -le dijo la maestra-. Pero tengo el caso de ese niño. Pienso que debería estar en tercero de kinder. Entró en mi salón, y lo veo tan listo que no sé si debo enviarlo a un grado superior”.
“Veamos -le dijo el director a la maestra-. Hágale algunas preguntas a fin de ver si es realmente tan inteligente como usted dice”. La profesora llamó al pequeño y le preguntó: “Dime: ¿qué es lo que un perro hace en tres patas, un hombre hace de pie y yo hago sentada?”. “Saludar de mano” -respondió sin vacilar el chiquillo. “Muy bien -dijo la maestra-. Ahora dime: las vacas tienen cuatro y yo tengo solamente dos. ¿Qué son?”. “Las extremidades inferiores” -contestó el niño.
“Bien -aceptó la maestra-. Ahora responde: ¿qué es lo primero que le pone el hombre en el cuerpo de la mujer cuando se casan?”. Dijo el niño: “El anillo”. En ese momento intervino el director. “Maestra -le dijo en voz baja a la profesora-. No envíe a este niño a tercero de kínder. Mándelo a sexto de primaria. ¡Yo equivoqué todas las respuestas!”...
Quizá soy un escéptico, un incrédulo de profesión. Pero iba el otro día en mi automóvil y al llegar a una esquina vi a dos niños con la cara pintada como payasitos. Uno de ellos se puso a gatas; el otro subió sobre sus hombros e hizo juegos malabares con unas pelotas. Luego los dos se equilibraron brevemente sobre sus cabezas; saludaron por último con una desmañada reverencia y fueron de coche en coche tendiendo la mano para pedir dinero.
Las voces oficiales nos dicen que de la crisis ya salimos, que nuestra economía es sólida, boyante. Yo veo cosas como ésa y pongo en duda tales afirmaciones. Pero quién sabe. A lo mejor dudo de ellas porque soy un escéptico, un incrédulo de profesión...
Un tipo le dijo a otro: “Supe que estás tomando clases de paracaidismo”. “Ya no -respondió el otro-. Tuve una experiencia espantosa”. “¿Qué te pasó?” -se asustó el amigo. Relató aquél: “Después de recibir el entrenamiento teórico subí al avión con el instructor y el piloto. A 3 mil pies de altura el instructor abrió la puerta y me ordenó saltar. Me invadió el pánico y quedé paralizado. ‘¡Salta!’ -me gritó él. Yo no podía moverme.
El instructor se enfureció. ‘Si no saltas -me amenazó- te juro que aquí mismo abusaré de ti’. Eso me dijo”. El amigo se quedó estupefacto. “¡Qué barbaridad! -exclamó-. Y ¿saltaste?”. Responde muy apenado el frustrado paracaidista: “Unos 30 centímetros”...
Una señora le contó a otra: “La vecina sorprendió a un individuo espiándola por la ventana de su recámara, cuando se estaba vistiendo, y casi lo mató”. “Con razón” -comenta la otra. “Sí -dice la señora-. Es que después de verla por un instante el tipo trató de cerrar las cortinas”...
La maestra les hizo una pregunta a los niños y a las niñas: “¿Qué quieren ser cuando estén grandes?”. Juanito quería ser bombero. Toñito quería ser astronauta. Pedrito aspiraba a ser doctor. Rosilita dijo: “Yo quiero ser mamá”. Pepito no decía nada. Le preguntó la profesora: “Y tú, Pepito, ¿qué vas a hacer cuando estés grande?”. Respondió el chiquillo: “Voy a ayudarle a Rosilita a que sea mamá”...
Don Senilio no era de la tercera edad: andaba en la quinta, frisando ya en la pastoral. Cierto día, sin embargo, lo sorprendió su esposa en el cuarto de la joven criadita de la casa. Y no sólo en el cuarto: en la cama de la muchacha, para no dejar espacio a dudas. “¡Senilio! -rebufó airada la señora-. ¡Cómo puedes hacer esto!”. “Y dos veces, señora” -le informó la criadita... FIN.


Mirador
Armando Fuentes Aguirre

El Padre Soárez charlaba con el Cristo de su iglesia.
-Señor -le preguntó-. ¿Tú crees que un sacerdote de Cristo debe tener opción preferencial por los pobres?
-Caramba, Soárez -dudó un poco Jesús-. La verdad, nunca he sentido opción preferencial por las opciones preferenciales. Mi doctrina es de amor, y el amor, como el sol, debe llegar a todos. Opción preferencial por los pobres... Y ¿dónde dejamos a la clase media? De ahí provengo yo. Nací en un pesebre, es cierto, pero los que hacen opciones preferenciales olvidan que tal cosa sucedió porque ya no hubo sitio en el mesón. Si mis padres llegaron a una posada eso significa que tenían con qué pagarla.
-Entonces, Señor -insistió el Padre Soárez- ¿no aceptas la opción preferencial por los pobres?
Respondió Jesús:
-La aceptaré a condición de que recuerdes que todos los hombres son pobres. La pobreza no consiste sólo en la falta de dinero. Puede consistir también en la falta de amor, de salud, de compañía, de paz interior. Un sacerdote de Cristo debe remediar todas las pobrezas, no sólo la de dinero.
Pensó el Padre Soárez en la pobreza de la condición humana y se dispuso a ejercer la opción preferencial por los pobres. Es decir, por todos los hombres.
¡Hasta mañana!

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por Afa
“...Aumentan los fraudes...”.
Son muchas las ocasiones
en que los fraudes se dan.
(Y aún más aumentarán
al llegar las elecciones).

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