Corrupción, impunidad e inseguridad. Los tres cánceres más profundos y arraigados en el tejido social de nuestro país.

En días recientes se han dado a conocer acontecimientos que lastiman y llenan de coraje a la ciudadanía entera, estos hechos tienen que ver -todos- con esos tres males.

Primero, la manifestación pública que hiciera el ex Fiscal para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) Santiago Nieto respecto al hecho de que el Gobierno Federal encabezado por Peña Nieto lo intentó corromper o silenciar y dejar así de investigar al corrupto de Emilio Lozoya Austin (incondicional de Los Pinos) por el caso de millones de dólares en sobornos que le pidieron a Odebrecht.

En otros países como Brasil, Guatemala o Perú hay detenidos, enjuiciados y hasta encarcelados. Aquí en México la respuesta de la justicia mexicana fue remover al Fiscal incómodo y sustituirlo por un aliado. Por cierto que ha trascendido es el tenor en el que se desenvolverían los spots de Ricardo Anaya en contra del huésped de Los Pinos.

Segundo, la PGR ha determinado el no ejercicio de la acción penal contra César Duarte por los desvíos millonarios que hubo durante su administración al frente del estado de Chihuahua. La ASF ya ha documentado la forma, a los operadores, a las empresas fantasma y las cantidades precisas de los montos desviados, robados pues al erario chihuahuense. Los delitos: lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, defraudación fiscal y delitos bancarios.  La queja es que no pasó nada. Y resulta indignante, según los análisis ciudadanos.

Por último, la ola de inseguridad azota a toda la sociedad mexicana. Todos los días, a cualquier hora, en cualquier momento, bajo cualquier circunstancia y a todos los que no pueden contar con escoltas de seguridad son presas para ser asaltados, secuestrados, violentados o hasta asesinados. Ya nadie se siente seguro (más que los tienen elementos de seguridad privada o del gobierno a su alrededor todo el tiempo, insisto). Y estoy seguro que estos últimos también tienen miedo, por eso se ven en la necesidad de traerlos.

¿Qué tiene que pasar para que pase algo y mejoren las cosas en nuestro país? O como dijera la diputada local para que los funcionarios funcionen.

 MUY EN CORTO

EL MIEDO DE AMERICO. Cuando periodistas de distintos medios se preguntaban en algunos chats sobre si el PRI daría un posicionamiento en torno a la noticia a nivel nacional en la que se mencionaba al secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié sobre presuntos vínculos con un grupo delincuencial nadie supo responder porque efectivamente el PRI y su dirigente, Américo Zúñiga se mantuvieron en silencio sepulcrar cuando fue “la comidilla” del día.

Y es que efectivamente puede o no tratarse de un hecho comprobado, incluso el mismo funcionario aceptó haber comparecido ante la SEIDO pero explicó las razones, lo que habla de que será la dependencia la que determine si continúa algún proceso en torno al funcionario, que además es desde el año pasado. Y esto del destiempo puede estar a su favor.

Pero políticamente, el propio ex alcalde de Xalapa demostró que sirve para nada y lo mismo en la causa de su partido. Y eso que es el máximo representante de los priistas en Veracruz. No es la primera vez que se ve a un tibio dirigente que no alza la voz ya no por los temas que les pueden dar rentabilidad política a su partido y a su candidato sino temas de interés exclusivamente en favor de la población.

Hay quienes afirman que resultó tan malo el pinto como el colorado en alusión a la débil imagen del que fuera dirigente, Renato Alarcón. Pero otros aseguran que este liderazgo salió peor que el otrora gris presidente del Comité Estatal.

Algunos intereses personales cuida el ex funcionario fidelista y ex legislador. O acaso también está en la lista del famoso vómito negro?. Teme que su desfalco millonario al frente del ayuntamiento de Xalapa le sea develado en la revisión de cuentas por parte del Congreso Local ?

Con un líder así, el abanderado del PRI al gobierno de Veracruz, José “Pepe” Francisco Yunes Zorrila para que quiere enemigos.  Le queda muy bien pues, el famoso “no me ayudes compadre”.